A veces tengo demasiados amigos. Demasiado corazón.
(- chica, ¿de qué te quejas?)
A veces siento que salto una cerca. Voy a un espacio donde la vida parece eterna.
(“Andrés Calamaro decidió ser inmortal a los 40”). A veces creo en las palabras. Las que escucho en las canciones. Las que él no volverá a pronunciar.
A veces tengo sueños: un par de zapatos comprados en San Francisco / un poema vociferado en las costuras de un alma rota.
Hay días totales. Totales de vacío. Totales de plenitud. Hay veces en que no tengo nada. Miro a mi alrededor y no hay palabras. No hay mamá. No conozco San Francisco. No escribo un poema.
- Chica, ¿por qué no te quejas?.
Hay noches abismales. Nada me alcanza. te quiero mucho aunque no te escriba tanto pregunta por qué defiendo tanto a Figo me llama desde una distancia que está lejos dice no te pongas trágica me pregunta quién soy yo.
Hay veces en que quisiera dar un grito como un aullido. ¿Fuiste tú el que nombró a Allen Ginsberg?.
Te regalo tanta música porque a veces no sé qué hacer con tanta música. Y la música es un regalo de la solidaridad. La canción del velorio es siempre es una canción distinta. Y siempre es una canción igual.
Yo no soy tu conciencia / pero soy la mía.
Poco es mucho para mí.
Río y caen los naipes
Ahora río. Cada vez que te veo, río.
Te equivocas tanto que me haces acordar a mí.
sábado, 24 de mayo de 2008
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