martes, 11 de enero de 2011

ENTREVISTA A LYDIA CACHO


La periodista mexicana Lydia Cacho es un raro caso de activismo militante ligado a una profesión a la que le entrega vida y obra con una pasión que no cesa. A sus 47 años, la fundadora y directora de un centro de atención para mujeres e hijos víctimas de violencia en Cancún, que pasó a la historia más violenta del México contemporáneo cuando fue secuestrada por las fuerzas policiales de Puebla, tiene una fe a prueba de todo escepticismo para defender un periodismo en el que cree y que requiere personas que, como ella, se involucren con todo el corazón.
Sus acciones en contra del abuso infantil no sólo pusieron tras las rejas a empresarios poderosos, dejaron en evidencia a gobiernos cuestionables como el que encabezaba Carlos Marín en Puebla, sino que también propiciaron una nueva legislación para penar la pornografía con menores.
En Esclavas del poder, su reciente libro, Cacho, quien entre otros premios ha recibido el “Ginetta Sagan”, de Amnistía Internacional en 2007, relata un viaje alrededor del mundo que le ha llevado más de cinco años y en el que ha estado en riesgo varias veces, en la búsqueda incesante de describir cómo son los modos y las maneras en que se ejerce el abuso infantil en países como Birmania, Irán, Venezuela o Brasil. El mapa internacional de la trata de personas que involucra a países pobres y poderosos, donde mujeres y niñas son compradas, vendidas y revendidas como residuos sociales, como trofeos y ofrendas, es descrito en un libro espeluznante, donde la voz de las víctimas, supervivientes de los crímenes más horrendos, se levanta desde las páginas para emitir un grito que pide justicia una y otra vez.
En Turquía, el 50 por ciento de las mujeres emigrantes termina ejerciendo la prostitución. Los yakuzas que violan en Japón, los múltiples abusos a niños y mujeres que se concretan en países que presumen de una religiosidad casi fanática como Irán o Irak, las jóvenes prostitutas del barrio de la Merced en México, cuyos testimonios Lydia recogió disfrazada de monja para que no la reconocieran: no se trata de escenas de una película de acción, sino de la realidad más dura que la cronista documentó en un libro que ya ha sido traducido a 11 idiomas.
En entrevista exclusiva para INFOBAE, llevada a cabo en Guadalajara, la periodista mexicana se muestra orgullosa por el resultado obtenido con su libro, a la vez que ostenta un optimismo basado en las soluciones a largo plazo. “Poco a poco vamos consiguiendo cosas, poco a poco el mundo se hace mejor”, insiste.


- Este es un viaje al abuso infantil en el mundo, pero también es un viaje a su propio corazón…

- Efectivamente. Creo que el verdadero periodismo de investigación implica involucrarse. Como pasó con este libro que tardé cinco años en escribir, sería una mentira decir que no me involucré. El libro comenzó siendo algo muy periodístico, muy formal, con datos duros y mi editor, al leerlo, echó en falta mis vivencias, esas cosas que yo le contaba por correo electrónico desde Camboya, desde Venezuela y que no había puesto porque lo que menos quería era ser un personaje en mi propio libro. Lo cierto es que fue mi editor el que me puso contra las cuerdas pidiéndome más honestidad con mis lectores. Entonces empecé a reescribir el libro desde mi vivencia como reportera y en cuanto acabé el primer capítulo supe que estaba haciendo lo correcto. Yo escribo el libro, hago la investigación y entrevisto a cientos de personas involucradas de una manera u otra con la trata de esclavas sexuales desde mi subjetividad, no soy un objeto que puede ir por el mundo fingiendo que no siento nada. Soy una mujer que a ciertos lugares no puede entrar más que vestida de prostituta o de monja. Si fuera hombre hubiera podido entrar adonde quisiera y nadie me hubiera mirado dos veces por estar ahí. Eso hace diferente al periodismo que nosotras estamos haciendo, sobre todo en estos temas.
- Estos temas que no parecen tener fin y por otro lado parecen no tener eco, nunca son suficientes las denuncias, ¿qué pasa con eso?
- Nunca he creído en los cortos plazos. Cuando yo tenía unos 20 años, mi madre, que era una psicóloga, feminista y activista me decía: - Algún día vamos a mujeres presidentas en Latinoamérica. Mi padre se reía y nosotras, sus hijas, también, aunque con más ilusión. Y lo que sucede ahora es que tenemos varias mujeres en los primeros puestos de gobierno. Nuestro trabajo de hoy es para el largo plazo y viéndolo así cobra mucho más sentido. No creo que mis libros vayan a tener un impacto brutal y que las cosas por ello cambiarán inmediatamente, pero sí pienso que mis libros serán un aporte importante para mover ciertas conciencias, generar indignación y, a través de esa indignación, propiciar toma de decisiones al respecto. Mi trabajo funciona y eso lo he podido comprobar con certeza. Esa confirmación me ha hecho más optimista que antes. Esclavas del poder es un libro que pensé que iba a quedar entre los expertos, entre los estudiosos del tema, entre los defensores de los derechos humanos…sin embargo, fue un boom en España, en México, con muy poca publicidad se han vendido 30 mil ejemplares. Lo más importante para mí es encontrarme a cada paso que voy con personas que me dicen que mi libro les cambió la vida. “Con este libro entendí lo importante que es hacerme responsable como hombre. No vuelvo a compartir la mesa con hombres que hablen de las mujeres como objeto sexual”, me dijo ayer un hombre que estaba acompañado por su hija de 12 años. Esas son las pequeñas fibras que tocamos con el periodismo y para eso hacemos periodismo.
- Sus dos libros anteriores también tuvieron mucho éxito….
- Bueno, luego de Demonios del Edén y Memorias de una infamia, en México se generó una ley contra la pornografía infantil. No digo que la ley haya nacido sólo a causa de mis libros, sino que ellos colaboraron para que eso suceda en la sociedad mexicana.
- ¿Cuán relacionado está el tema de la esclavitud sexual con la falta de trabajo, con la pobreza?
- La tierra fértil para la esclavitud en el mundo entero es la pobreza y sobre todo la feminización de la pobreza. En la medida en que las mujeres no tienen opción alguna, las únicas oportunidades que se les presentan son las de convertirse en esclava sexual. Es muy diferente tener opciones para tomar decisiones que tener acceso a una sola oportunidad de vida. Y esta elección no la inventé yo, sino que me la explicó una niña en el Brasil, de la que hablo en mi libro. Ella fue usada para videos de pornografía infantil durante años y luego atravesó un proceso terapéutico impresionante para recuperarse. Concretamente le planteé lo que mucha gente dice en torno a la legalización de la prostitución, a la que ven como un trabajo como cualquier otro. Ella me respondió: “Cuando no hay opciones, no hay elección auténtica. Tomamos lo que se nos da, no lo que queremos”. Si una niña lo entiende, ¿por qué el mundo adulto no lo entiende?.
- ¿Podría describir más lo que usted llama la feminización de la pobreza?
- Bueno, es aquello que en un sistema de pobreza colabora para que sean las mujeres las que llevan la peor parte y está originado en la cultura sexista que caracteriza a muchas de nuestras sociedades. Para mucha gente, sobre todo hombres, está muy bien comprar, vender, humillar, someter a las mujeres, pagarles menos, hacerlas trabajar más horas porque son más dedicadas y honestas, mandarlas a hacer los trabajos más riesgosos como está pasando actualmente en México con las mujeres periodistas, en fin. Las redacciones se han feminizado, pero pagan menos que a los hombres, carecen de guarderías infantiles y ni se te ocurra embarazarte…
- ¿Qué implicó desde el punto de vista profesional este viaje por el mundo?
- Fue bastante difícil porque los medios de nuestros países no invierten en el periodismo a largo plazo. Cuando decidí que quería hacer el libro, hice un mapa…y me di cuenta de que tenía que viajar a 47 países, no tenía idea, la verdad, de cómo iba a lograrlo. La investigación en México me resultó un poco más fácil porque siempre me invitan a dar conferencias o charlas. Así que aprovechaba el viaje para quedarme uno o dos días más y dedicarlos a mi investigación. Algo parecido pasa con Estados Unidos, pues me invitan a menudo. El adelanto que me dio la editorial para escribir Esclavas del poder también fue empleado para los viajes. El dinero que me dieron por los derechos para España, fue para los viajes. Financié parte con mi tarjeta de crédito, que acabo de terminar de pagar. Mi pareja, que es periodista y muy solidario, me invitaba a algunos viajes. Así se hizo: autofinanciado…
- ¿Disfrazarse para entrar en algunos sitios fue una decisión difícil de tomar?

- Me releí todos los libros de Günter Wallraff (periodista alemán, famoso por la investigación encubierta), pues cuando él estuvo en México tuve la oportunidad de platicar con él y preguntarle cuándo él creía adecuado, éticamente hablando, que el periodista adoptara otra identidad. Günter me dijo que se vale cuando la vida de uno corre mucho riesgo, cuando tienes que investigar flagrantes violaciones a los derechos humanos y no tienes acceso de otro modo que disfrazándote y cuando, haciéndolo, eres honesto con tus lectores y se lo cuentas. Fue así que decidí disfrazarme de prostituta y de monja, para poder entrar a algunos sitios y comprobar de primera mano lo que no hubiera podido ver de otro modo, sobre todo en México, donde soy tan conocida.
- En Birmania tuvo que entrar en forma ilegal…
- Fue un acto de locura, la verdad, que le agradezco a un amigo mío que trabaja en migraciones en la región. Entré en forma ilegal por Tailandia.
- Las elecciones en Puebla, que derrotaron al “gober precioso”, me imagino que la habrán llenado de satisfacción…
- Estoy muy orgullosa de todo lo que hicimos, la verdad, más allá de los resultados electorales. Hablo en plural porque no estuve sola nunca. Antes de las elecciones mucha gente me mandaba correos y la verdad es que no sabía qué iba a pasar…
- ¿Usted se siente compelida a una misión por las circunstancias?
- Hay varias razones, la verdad. Una, claro, tiene que ver con las circunstancias. Las cosas pasan y tú eliges dónde ponerte. Hay otra parte que tiene que ver con lo más íntimo de mí, con mi formación, con haber tenido una madre feminista que me enseñó a que mis derechos como mujer no fueran negociables. Me he pasado la vida en un mundo contradictorio, donde en general te enseñan a que ser mujer es algo de segunda y he aprendido a crecer en la defensa de mis propios derechos. Desde la indignación cuando te “nalguean” en la calle o en el transporte público, hasta la reacción cuando te insultan sólo por el hecho de ser mujer. Me gustaba mucho jugar al futbol en mi niñez y no faltaba el que te dijera que eso no era para las niñas. Yo reaccionaba inmediatamente. ¿Por qué no? ¿Quién pone las reglas? Me siento una rebelde con causa. Una causa mía y de las demás para poder jugar al futbol y hacer todo lo que se nos dé la gana. Es importante para mí saber que soy periodista, pero que también soy activista desde adolescente. Defiendo los derechos humanos de las mujeres con convicción y en forma paralela a mi profesión. A lo mejor esa es mi forma de soportar el país donde he nacido…
- Y de pelear por un mundo mejor, ¿no?
- Claro. Mi madre nos decía que nos tocaba a nosotros, sus hijos, poner al mundo un poco mejor de como lo encontramos. Suena a cliché, pero así es. Hay una cosa que me quedó clara hace muchos años, además: si no te dedicas a hacer un mundo mejor de aquel en el que vives, el mundo va a ser peor también para ti. Todos ganamos. Todos nos merecemos ser felices. Me merezco pasarla bien, salir con libertad a la calle, tener una vida sexual libre y plena…Esa es la manera en que veo la vida y mi trabajo periodístico también tiene que ver con eso. No escribo sobre la esclavitud sexual de las mujeres porque algo horrible me pasó en la infancia y quedé traumada. Nada de eso. Escribo sobre estos temas, porque creo que todas las mujeres y niñas del mundo se merecen una vida erótica sana, plena, sin discriminación, sin violencia y porque algo tenemos que hacer para cambiar el estado de un mundo donde están tan jodidas las visiones del amor, de las relaciones humanas, del sexo.
- Es una feminista del siglo XXI, que cuida mucho su aspecto, que siempre está impecable…
- Cuando era niña y mi madre me ponía vestidos, yo me los quitaba y los enterraba. Me encantaba andar desnuda. Y la verdad es que si fuera por mí andaría desnuda, pues la ropa es un disfraz…Lo cierto es que estoy a gusto conmigo misma, llevo 20 años haciendo yoga porque me apacigua y me centra. Soy una mujer muy apasionada y necesito encontrar mi sitio para no irme como carrito de fricción contra las cosas y las personas.
- De su viaje durante cinco años para hacer el libro, ¿qué cosa no se puede sacar de la cabeza?
- Es una imagen muy concreta cuando en Camboya vi a las niñas en un refugio y luego me encontré con las limusinas con la leyenda “Baby girls”. Este letrero de color rosa en una limo negra, impecable, elegante, con unas florcitas debajo de las letras…es algo que no me puedo quitar de la cabeza.
- Y lo que da mucha impotencia también…
- Por supuesto. Esa es la razón por la que principalmente mi trabajo se centra en los supervivientes, para no centrarme tanto en la tragedia. Por eso busqué tanto esas entrevistas, con gente dedicada a cambiar el mundo…
- ¿Y no tiene ganas ahora de hacer un libro de cocina, de algo más liviano?
- (risas) Justamente ese es mi plan. Un libro sobre cocina mexicana y portuguesa, que son mi especialidad, ¿cómo ves?. La verdad es que me quiero dedicar a escribir mi primera novela

ENTREVISTA A JUANES


A pesar de que es muy famoso en muchas partes del mundo, Juan Esteban Aristizábal (Medellín, 9 de agosto de 1972), más conocido como Juanes, tiene algunas veces que admitir que hay gente mucho más famosa que él. Al menos así se lo hace notar su pequeña hija Luna, cuando lo mira con admiración al enterarse de que su padre conoció a Selena Gómez, una de las estrellas de Disney. “Y yo pensaba, ¿pero quién será esta chica? Pidió sacarse una foto conmigo y cuando llegué a la casa, mi niña no lo podía creer”, comenta el cantautor en entrevista exclusiva.
Hace ya diez años que Juanes viene en forma ininterrumpida a México. Muy lejos quedó aquel muchacho que en el 2000, en La Bodega de La Condesa, convocaba a una conferencia de prensa para hablar de su proyecto en solitario, luego de dejar la banda de heavy metal Ekhymosis. Por aquel entonces, una de las pocas emisoras que radiaba su hit “Fíjate bien” era la ahora desaparecida Órbita. Hoy, el colombiano es asiduo de casi todas las radios latinoamericanas y, cuando falta poco tiempo para que sus fans degusten en diciembre su quinto disco, Yerbatero, ya suena anticipadamente el primer single que da título al material.
Se trata de un disco grabado entre Miami, Colombia y Londres, producido por el famoso Stephen Lipson, que ha trabajado, entre otros, con los Rolling Stones y Annie Lennox.
Afable, sencillo, tímido, Juanes aparenta ser en esencia lo mismo que suelen ver sus múltiples seguidores: un chico de barrio que ha triunfado a fuerza de ser sincero consigo mismo y con el público, cantando aquellas cosas que le preocupan en forma real, sin conceder demasiado al mainstream del pop.
Con canciones pegadizas, letras inocentes y un aire optimista que suele contagiar de alegría a quienes corean sus tonadas, Juanes conquistó al público latino, también al español, al italiano y, ahora, al alemán.
Su música, poco sofisticada, siempre está impecablemente ejecutada por un músico que es, a la vez, un gran guitarrista y que siempre se acompaña de excelentes instrumentistas. A diferencia de muchos colegas que se la juegan de lleno en un sistema estrictamente comercial, la propuesta artística de Juanes sobresale por lo genuino, no hay nada en su música que suene forzado o falso. Y es ese certificado de autenticidad lo que avala un éxito rotundo que lo ha llevado a alcanzar récords de ventas, innumerables premios y una atención mediática que no cesa.
En lo político, a veces resulta ingenuo, aunque hay que decir que para su famoso concierto en Cuba tuvo que pasar por vicisitudes que incluyeron amenazas de muerte por algunos fanáticos anticastristas afincados en Miami. En el tú a tú, este hombre que en las últimas elecciones presidenciales de Colombia ha votado por el ex alcalde Antanas Mockus, se muestra contrario a la política del saliente Álvaro Uribe, de quien no compra los espejitos de colores con que ha sabido convencer a propios y extraños.
- ¿Cómo fue la experiencia en Sudáfrica, con usted, Shakira, David Bisbal…?
- Lo viví muy bien. La invitación llegó en un momento en que no estaba de gira ni tenía disco nuevo, pero resultó una hermosa oportunidad que me llenó de alegría. Haber estado allá cantando fue muy importante. El concierto fue transmitido a muchos países y lanzamos el single “Yerbatero” en ese contexto, así que fue una plataforma muy chévere para difundir mi trabajo.
- ¿Y qué sintió cuando esos pueblos tan lejanos al suyo coreaban sus canciones?
- Una emoción muy grande. Fue una fiesta universal y la gente estaba muy receptiva con todos los artistas que nos presentamos allí. Muy bonito.
- Fue una fiesta en la que dolió mucho la ausencia de Colombia
- Sí, claro. Fue muy duro estar allá y no tener a mi selección. Cada vez que miraba un partido de una selección latinoamericana, siempre pensaba: - Dios mío, ¿por qué no está Colombia? El fútbol es tan necesario, algo tan importante para nuestros países y duele que no hayamos clasificado.
- ¿Y por qué no clasificó Colombia?
- Por falta de planeación. Tenemos grandes jugadores pero todos están muy dispersos y ha habido falta de planificación.
- ¿Qué se siente ser colombiano y levantarse un día enterándose de que es posible que haya una guerra con Venezuela?
- Se siente muy extraño, raro, es una sensación física de zozobra y de temor verdaderamente desagradable. Ahora resulta que vamos a pelear con Venezuela, un país con el que somos íntimos, iguales. Por suerte los presidentes se pusieron a hablar y lo resolvieron…
- ¿Y se terminó el riesgo de la guerra con Venezuela?
- No diría que se terminó del todo. Lamentablemente, para los colombianos se nos ha hecho muy normal verlos pelear públicamente cada cuatro o cinco meses. Hacen las paces, se pelean y así. Parece que ahora hay una nueva actitud, más positiva, por parte del gobierno venezolano y ojalá siga así. Los venezolanos y los colombianos somos un mismo pueblo, casi no nos podemos distinguir entre nosotros, por las nacionalidades, no es posible que nos enfrenten por cuestiones ideológicas que no nos importan.
- ¿Votó por Juan Manuel Santos como presidente?
- No, voté por Antanas Mockus, desafortunadamente no quedó. De todas maneras, Colombia eligió democráticamente a Santos y hay que apoyarlo.
- ¿Lo conoce personalmente?
- No, al menos no recuerdo haber estado en algún acto público en el que haya estado él.
- Bueno, pero alguna vez usted y Shakira tendrán que conocerlo…
- No sé, no vivo las cosas así. No pienso realmente en si como persona popular en mi país estoy obligado a encontrarme con todos los presidentes. Y no es que sea inocente, aunque en algún sentido lo sea, sino que los años me van dando cierta madurez como para entender que en lo único que tengo que pensar es en mi música. Agradezco mucho el cariño de la gente y sigo adelante con eso.
- Muchos fanáticos del ex presidente Álvaro Uribe dicen que su ciudad natal, Medellín, es un lugar por donde se puede transitar ahora tranquilamente, que está pacificada, que ya no hay más violencia…
- Eso no es cierto. Obviamente, los ocho años de Uribe en el gobierno cambiaron algunas cosas en mi país, pero no se puede generalizar. Lo que está pasando ahora en Medellín es que los integrantes de las bandas criminales se están matando entre ellos. La guerra que nos está tocando vivir ahora es por el control del narcotráfico a nivel de menudeo. Definitivamente, Medellín es una ciudad más controlada, pero sigue teniendo muchos problemas de orden social y sigue la violencia.
- Usted no vive en su país…
- Sí, yo vivo en mi país, no del todo, pero paso gran parte del tiempo allá. Mi familia y yo pasamos unos cuatro o cinco meses al año en Medellín y el resto en Miami.
- ¿Y cómo ha vivido su notoriedad en la prensa rosa, su presunto divorcio, su hijo no reconocido, etcétera?
- Ha sido muy duro. Todas esas cosas no forman parte de mi trabajo y cuando uno hace una canción o saca un disco, no piensa en que luego tendrá que dar una declaración acerca de su matrimonio o de su vida personal. Son cosas dolorosas tanto para uno como para la familia. Nunca había pasado por esa circunstancia y ojalá no tenga que volver a pasar por ahí. Ha sido muy duro, la verdad.
- ¿Las cosas que se dijeron fueron ciertas?
- En un alto porcentaje estaban manipuladas, todo es como un voz a voz que se transforma y en la realidad todo es muy distinto a como se ha publicado.
- Usted parece una persona muy tranquila…
- Me porto bien y siempre respeto a mi familia, a veces me he equivocado, claro, pero soy un ser humano y por tanto no soy perfecto.
- A un año casi de su polémico concierto en Cuba, ¿cuál diría que fue el resultado?
- El resultado fue muy positivo, porque cuando muchas personas estaban peleándose por si éramos comunistas o no, si estábamos apoyando a Fidel Castro o no, nosotros hacíamos un concierto por los jóvenes de Cuba, no con la idea de cambiar el país, sino con el sentimiento de llevar nuestro arte a toda la gente. Y miro para atrás y todavía tiemblo de emoción por ese concierto, hoy tengo un gran amor por Cuba, me han quedado muchos amigos allí y quiero volver a ese país tantas veces pueda. Y no tiene nada que ver con que yo comparta o no la política del gobierno cubano.
- ¿Cuándo fue consciente de que se estaba poniendo a la gente de Miami en contra?
- No sé cuál fue el momento justo, sólo sé que me preocupé mucho cuando comencé a recibir amenazas de muerte. Jamás imaginé que el concierto iba a producir esas actitudes extremistas. Me preocupé mucho y la verdad es que hubo muchos percances, muchos obstáculos, antes de llegar a Cuba, pero finalmente lo logramos.
- ¿Tuvo miedo?
- Antes del concierto sí, mucho, pero después no. Era una época en la que todo el mundo me insultaba, de un lado y del otro, desde la izquierda y desde la derecha.
- ¿Cuál fue la persona que más entendió la esencia de ese concierto en Cuba?
- Olga Tañón se metió de cabeza, pero también Miguel (Bosé) y Jovanotti se comprometieron mucho. Calle 13 no pudo ir, pero apoyó a la distancia. No voy a negar que fue un poco aterrorizadora la idea de ir a cantar a Cuba, por tantas amenazas que tuvimos, pero el concierto tuvo sentido.
- ¿Lo volvería a hacer?
- Por supuesto. De hecho voy a ir a cantar con mi nuevo a disco a Cuba, en un concierto con mi música.
- ¿Y cómo vivió las críticas que le hizo su colega Ricardo Arjona?
- Creo que esas críticas se debieron a cierto malentendido, a cierta desinformación. Nunca tuve un contacto directo con él. Mi concierto no intentaba matar el de él ni nada de eso.
- Y un buen día llegó Herbie Hancock…
- Fue uno de los mejores días de mi vida. En la entrega de los Grammy el año pasado lo conocí. Nos juntamos al otro día a desayunar y para hablar de su proyecto Imagine Project…
- Hecho para festejar sus 70 años, aunque parece de 50
- Es increíble, sí, tengo más arrugas yo que él. Él estaba buscando a artistas en español cuyas canciones hablaran de la paz, que en cierta medida estuvieran relacionados con el mensaje de la canción de Lennon “Imagine”. Y tenía referencias mías por varios lados. Le mandamos varias canciones y él finalmente eligió “La tierra”, que es un tema que compuse hace muchos años Hizo una versión increíble con músicos importantísimos como Vinnie Colaiuta en la batería y Marcus Miller en el bajo. Fue impresionante para mí. Herbie Hancock en el piano. Grabamos en toma directo, al estilo antiguo. Es un artista tranquilo, calmado, muy claro en sus conceptos musicales.
- En la lucha contra el narcotráfico, ¿Colombia debería ser un ejemplo para México?
- Mmm. No lo sé, la verdad. Es verdad que en Colombia se ha combatido fuertemente al narcotráfico y obviamente se ha avanzado en ese tema, pero el problema no se ha arreglado ni se ha terminado. Colombia vivió momentos muy difíciles y quizás sea el momento en que aparezcan nuevos líderes con soluciones distintas. Lo que Colombia vivió y lo que vive actualmente es prácticamente lo mismo. Siguen los paramilitares, las guerrillas, las bandas criminales…

ENTREVISTA A JON LEE ANDERSON


El escritor mexicano Juan Villoro (1956) dice que el periodista Jon Lee Anderson (California, 1957) es uno de los mayores cronistas del mundo contemporáneo, un verdadero experto en dar bien las malas noticias y que su vida, entre aviones y países de nombres exóticos, debería ser narrada por Graham Greene. Cuando escucha estos elogios, Jon Lee esboza una sonrisa tímida y esconde su mirada celeste detrás de unas gafas con armazón de metal, como si quisiera disolverse, desaparecer.
Autor de lo que se considera es la mejor biografía del Che Guevara, Anderson vive en una población cercana a Londres con su esposa y sus tres hijos, aunque vivir, en este caso, no es sinónimo de morar, sino de habitar una casa familiar a la que llega por cortos periodos luego de viajes innumerables alrededor del mundo.
En realidad, Jon Lee vive en los aviones. En México hace una cita para encontrarse con un amigo en California o establecer lazos con un contacto fundamental en España, Francia, donde sea. Al fin y al cabo, la prestigiosa revista The New Yorker, que lo cuenta entre su staff como un colaborador estrella, le paga lo suficiente para construir, con todo el tiempo necesario, perfiles de los personajes que deciden el destino del planeta o para narrar situaciones políticas que anticipan una guerra, preceden una contienda bélica, bordean un desastre que tarde o temprano ocupará las primeras planas de los periódicos.
Si se trata de un perfil a un villano, por ejemplo, el también autor de La caída de Bagdad (una crónica monumental de la Guerra de Irak escrita en medio de las bombas) buscará de todas las maneras entrevistar al personaje en cuestión.
Como lo hizo con el dictador chileno Augusto Pinochet (en una entrevista contenida en El dictador, los demonios y otras crónicas, editorial Anagrama).
“Para mí, la realización de un perfil está íntimamente ligada con el sentido de la justicia. En mi afán de objetividad trato de ser justo con el personaje, mostrando un interés sincero y honesto”, receta.
“Con respecto a Pinochet, quería entender ese fenómeno, darme cuenta de cómo le fascinaba el poder y de sus inesperadas contradicciones, como descubrir, por ejemplo, lo mucho que respetaba a Fidel Castro y a Mao Tse Tung”, dice.
Jon Lee Anderson hace una crítica dándole voz a los abogados del Diablo, usa a los aliados del personaje para que ellos descubran al culpable cuando hablan bien de él y todo eso lo hace con su facha de gringo bueno (“Lo que no siempre es una ventaja”, admite), echando mano de un lenguaje económico, no exento de emoción, buscando, casi fanáticamente, una verdad: la secreta.
En entrevista exclusiva para GENTE, el periodista estadounidense considerado heredero de Ryszard Kapuściński se mantiene suavemente a cierta distancia del célebre autor de Ébano.
Una reciente biografía no autorizada (por su viuda) del periodista polaco fallecido en enero de 2007 ha puesto en duda la rigurosidad del también historiador y ensayista a la hora de narrar sus hazañas profesionales.
Anderson, que no niega haber sido decepcionado por Kapuściński cuando descubrió que no era el amigo del Che que decía ser, le otorga, casi con ternura, una compasión histórica al afirmar que éste “era un gran hombre que no sabía que era grande”. Y cierra el tema.

El mensajero de Ahmadineyad
Pocos periodistas se negarían al privilegio de entrevistar a un hombre clave de la historia contemporánea cual es el polémico presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad (1956). Y Jon Lee Anderson, obviamente, no fue la excepción.
De estas y otras circunstancias determinantes en el mundo actual, habla el estadounidense en una apacible mañana zacatecana, sentado en el patio del imponente Museo Rafael Coronel, adonde Anderson llegó para participar del prestigioso Festival Hay de Literatura.
- ¿Cuánto puedes contar de tu aventura en Irán?
- Fíjate que, curiosamente, fueron los iraníes los que me buscaron a mí y no viceversa. Es decir, yo sí tenía una petición de entrevista pendiente con Mahmud Ahmadineyad realizada hace años y lo había visto en un par de ocasiones, pero nunca había tenido la sesión formal. Supuestamente vieron mi petición y decidieron responderla, pero la verdad es que yo no había estado pensando en Irán en el último año. Sin embargo, muy insistentemente me ofrecieron una visa y una entrevista con el presidente. Fui a Irán, estuve seis días y tuve una sesión larga con él. Una hora y media, aproximadamente, es decir, larga para él. Estaban también unos allegados y un representante del Líder Supremo, un hombre llamado Hossein Shariatmadari, de línea muy dura. Todavía estoy un poco rascándome la cabeza, preguntándome de qué se trató la iniciativa, porque sin entrar en detalles puesto que mi reportaje todavía no ha salido en The New Yorker, me parece que Ahmadineyad quiso mandar un mensaje a Occidente a través mío. Se trató de una entrevista que ellos esperan que salga publicada a finales de agosto, antes de que el presidente de Irán llegue a Nueva York para participar en la Asamblea General de la ONU. ¿Por qué?, no sé exactamente. Si me preguntas qué dijo de remarcable…
- Te pregunto, claro…
- Él tiene un discurso que ya conocemos mucho en Occidente. Lo interesante es que había matices en ese discurso y, a mi juicio, esos matices pueden resumirse en el deseo de Ahmadineyad de enviar el mensaje de que él es el único interlocutor válido en la región. Él es El hombre y si Occidente guardó esperanzas de un cambio conducido por los reformistas, ya no, ya no debe esperar eso. Detrás del presidente de Irán está el Líder Supremo Alí Jamenei y no hay más. En la entrevista, Ahmadineyad se mostró mucho más confiado de lo que lo había visto antes, se siente más presidente. Es un hombre pequeño, delgado, bastante chaparrito…
- La historia del mundo le debe mucho a los chaparritos…
- Sí (risas). Es un hombre al que le gusta la polémica, el debate, es un verdadero provocador. Es más, cuando le dije a la cara que era un provocador, se rió mucho, le encanta eso.
- ¿Ellos te dieron las preguntas o te permitieron hablar de todo?

- Me permitieron hablar de todo. Después de la primera hora, su gente empezó a hacerle señas para que me cortara y aguanté media hora más. Ellos lo filmaron, fue una cosa bastante pública en ese sentido. Llegué a un salón grande con alfombras persas donde había, aproximadamente, unas veinte personas, donde había cámaras y una silla enfrentada a otra, donde se iba a llevar a cabo la entrevista. Era un salón del antiguo Sha, por supuesto, que ahora utiliza el presidente de Irán para recibir a los Jefes de Estado extranjeros. El lugar es lujoso, pero los de la República Islámica tienen una estética que hace ostentación de austeridad. Los hombres visten con colores oscuros, gris, verde, marrón, colores feos, básicamente. A nuestros ojos, son hombres que lucen un tanto clericales, no usan corbata y su camisa está abotonada hasta el cuello. Supongo que cuando salga publicada mi entrevista en The New Yorker, ellos también darán a conocer su filmación. En estas situaciones, el mandatario está en ventaja. O bien uno se comporta como Oriana Fallaci y le falta el respeto o tratas de mantener cierto nivel en el discurso y tratas de sacarle algo…que es lo que hice yo, aunque también le hice preguntas muy directas y se las sacó de encima a todas…Le pregunté directamente si era antisemita, por ejemplo, y también por qué le costaba entender por qué lo miraban de reojo en Occidente, si todo el tiempo estaba mostrando ira contra Israel…obviamente le pregunté por el tema nuclear.
- ¿De la mujer que iban a lapidar por adúltera le preguntaste?
- Fíjate que no estaba consciente de ese tema cuando le hice la entrevista a Ahmadineyad. Su caso salió a la luz internacional unos días después de la sesión con el presidente de Irán. Luego, en una correspondencia privada con gente de Ahmadineyad, agregué mi nombre en una lista para pedir por la vida de Sakineh Mohammadi Ashtiani.
- ¿Qué tipo de poder ejerce Ahmadineyad, es un hombre inteligente o dirías que está loco?
- Diría que es un hombre muy astuto, es un ingeniero doctorado en control de tráfico, que a la misma vez se siente resplandecido por la creencia del doceavo Imán, el Imán perdido, del shiísmo musulmán, de que volverá ese Imán, uno de los discípulos de Mohamad y que al volver creará paz y júbilo en todo el mundo. Que Ahmadineyad gobierne Irán es como si un evangelista de Arkansas o Alabama llegara a la Casa Blanca.
- ¿No estuvo ya?
- (risas) Bueno, Carter era creyente y venía de Georgia…
- Bush también era un creyente fanático…
- Un creyente alcohólico, es decir, no sé si Bush cree en su madre. Ahmadineyad es un creyente, en un país súper insular y súper xenófobo. Culturalmente, Irán se siente superior a todos sus vecinos y al mismo tiempo se siente excepcional. Por otro lado, es una nación que está convencida de vivir un momento culminante, de que está llegando su momento histórico en el mundo. Ellos huelen el eclipse de Occidente y del poder de Estados Unidos y se sienten más fuertes, no tienen miedo ya. Esto me produce ansiedad, porque es algo que Occidente no está viendo. Uno entiende por qué Irán ha llegado a esa conclusión y a esa falta de temor: viven dentro de Irán, no conocen el mundo y están profundamente ideologizados. Ese es el gran peligro que veo. La ideología no les permite analizar las cosas de otro modo y esa falta de análisis no les permite aplacar las cosas, buscar paz, distensión y una tajada en lugar de toda la torta. Hacia donde van, temo que vendrá más temprano que tarde una nueva guerra, esta vez con Irán.
- Curiosamente, hacía mucho que Fidel Castro no hablaba públicamente y cuando lo hizo la semana pasada se refirió a Irán…habló de las “dos bombitas” de Ahmadineyad contra el arsenal de 5000 que tiene Occidente…
- Sí, es muy curioso, es interesante la lectura de Fidel. Sin embargo, y no lo menciono para ponerme al mismo nivel que él, pero días antes en Teherán yo estaba usando casi su mismo argumento para ver cómo reaccionaba el presidente. Tengo esa ansiedad por el advenimiento de una nueva guerra y mucho temo de que esa guerra pueda ser nuclear, no lo ando diciendo en voz alta porque parece descabellado, pero lamentablemente no es descabellado. Estados Unidos tiene más de 5000 cabezas nucleares, para algo las tiene. Lo único que falta es que un militar arme un plan de contingencia que justifique el uso de las armas nucleares por parte de Estados Unidos. Ahmadineyad, sin saberlo, ha puesto en jaque a Occidente. Porque el presidente de Irán tiene razón cuando dice que USA no lo va a atacar por medios convencionales, están perdiendo en Afganistán y es imposible que ganen en Irán por vías normales, pero él olvida el arsenal nuclear de Occidente, su gran as en la manga. Ahora, políticamente no es ni correcto hablarlo, pero como ya hemos visto muchas veces, las cosas cambian y lo que no es políticamente correcto en un momento, puede serlo mañana. Irán o Estados Unidos, uno de los dos tendrá que retroceder a último momento para evitar la colisión que veo inminente.
- Y con respecto a Obama, tras unos meses de gobierno, uno lo ve más capaz de meterse con los poderes económicos de su país que con los poderes bélicos. ¿Lo ves así?
- Mira, no sé si dar esa lectura todavía. Obama es un líder joven que está a prueba y que no se ha revelado aún. Él ha estado haciendo malabarismos con los líos acumulados por Bush. Por otro lado, la expectativa puesta en Obama era tanta que hizo inevitable la decepción posterior, sobre todo entre los jóvenes, quienes lo veían como una especie de Lincoln renacido. Obama es un abogado, un hombre pragmático. Si Bush era un arrojado fanático, que no pensaba mucho, Obama es todo lo contrario. Ahora, ¿cuál es el problema actual? En el mundo no resuelto de Medio Oriente, un juego de ajedrez tóxico y muy serio, todos miran al hombre de Washington para saber cuál será la reacción. Desde la óptica de Teherán, Obama no luce como un hombre fuerte, lo ven como alguien debilucho por ser un hombre más de paz que de guerra y eso podría incluso ser aprovechado por Occidente, pero no lo ven…
- Te traslado del mapa y te llevo al Salvador, país que con el tema de las maras parece estar en disolución y se habla hasta de una posible guerra civil…
- Hace muchos años que no voy a El Salvador, aunque me mantengo muy informado y espero ir pronto. Pasé muchos años en ese país que es un claro ejemplo de la gran tragedia latinoamericana de los últimos veinte años. Miremos bien a América Latina: si hace cuarenta años eras un joven campesino, tus padres ganaban un dólar al día en la cosecha de café; en El Salvador, la economía era feudal y no porque lo digo yo, así era. Entonces, hubo una revuelta y apareció una opción para los campesinos y los universitarios: alzarse contra los ejércitos que cuidaban las enormes fortunas de unos pocos oligarcas dueños del país. Equivocadamente o no, te ibas a la montaña y toda una generación en América Latina hizo eso, se alzó arriesgando su vida y matando a otras personas para buscar un mundo mejor. Bueno, ese mundo mejor no apareció y ya sabemos cómo terminaron las guerras civiles en América Central, con el colapso de la URSS, con la izquierda pactando para salvar las vidas que podía salvar y con una especie de democratización en los países involucrados. Y es cierto que los militares ya no están en el poder y se guardan en los cuarteles, pero al mismo tiempo hubo una amnistía total, una impunidad terrible para todos aquellos que cometieron crímenes durante esas guerras. En el caso específico de El Salvador, hubo una guerra cruel y feroz, idéntica a la que están librando los narcos en el norte de México. Todo era sádico, no solamente se tiraron balas, también se descuartizaron vivas a las personas y los que lo hicieron caminaron después con total impunidad, llenos de dinero y con poder de seguir incidiendo en su país, contaminado ya con tanta sangre.
- ¿Y qué pasó después?
- Pasó que aquellos que huyeron de las guerras y fueron a poblar las grandes barriadas de los Estados Unidos, volvieron ya con hijos crecidos. La miseria de las barriadas de Los Ángeles, por ejemplo, hizo que esos hijos crecieran sin alma, perteneciendo a las bandas criminales. Todo eso se transplantó a América Central y a México. México y Centroamérica son ahora una extensión de las narcobandas sociópatas que nacieron hace veinte años en los Estados Unidos. Y todo ha empeorado mucho, al punto de que en El Salvador actual tenemos un índice de homicidios cuyas cifras llegan casi a las mismas que acontecían durante la Guerra Civil.
- Un verdadero contrasentido…
- Exacto. Un chico hoy en El Salvador, ¿qué opciones tiene? Ya ni siquiera tiene a la guerrilla en la montaña para que le ofrezca un discurso de un mundo mejor, repito: equivocado o no, pero con una noción política que haga hincapié en la construcción de una sociedad mejor en el futuro. No hay noción de bien común. Ahora la utopía es entrar en una narcobanda, para vestirse con Armani Exchange, usar oro y ser el más malo de la película. Ese es el nuevo paraíso del nuevo hombre. Y lo vemos en México, en Venezuela, Brasil, Guatemala, El Salvador…eso es lo que ha creado el final de la Guerra Fría en Latinoamérica, un continente que está en una crisis social peor que muchos de los otros continentes en el mundo. Delincuencia, secuestros, asesinatos, violaciones, falta de estado de derecho. Latinoamérica está peor que África, Latinoamérica es el continente más jodido del planeta y sus ciudades son las peores del mundo. ¿Qué hemos logrado? Toda la sangre derramada en los 70 y 80, todo el horror vivido, no sirvieron para nada. Cuando la gente me dice, pero, Jon, ahora la gente tiene más carros, hay electricidad, usan teléfonos celulares, yo digo: - ¿Y eso qué?. Si tienes un hijo sicario y a tu hija la violan cuando sale a la esquina, ¿qué importa si tienes electricidad? ¿Eso es civilización o barbarie?
- Es curioso que en el mundo iraní o en el universo talibán, hay una represión feroz contra la mujer, la misma violencia y sadismo que usan las maras en El Salvador contra el sexo femenino. ¿Cómo se da esa síntesis por medio de la cual siempre las mujeres son las más jodidas?
- En el hombre, el vínculo entre el poder y la necesidad de la violencia y el sexo es muy estrecho. Si miras a cómo se portan los hombres en la cárceles, donde no hay mujeres: pues crean mujeres para que los sirvan, es parte del juego del poder violento. Por eso es necesario civilizar al hombre, porque si sólo lo dejas con las herramientas del poder violento, las va a utilizar, pero si los dotas de educación y de ciertos valores, el hombre puede elevarse. Si no le proporcionas empatía con el prójimo, el hombre vuelve siempre al salvajismo.
- ¿Coincides con el escritor inglés Martin Amis que desea un gobierno femenino para el mundo?
- Sería genial, aunque ya ha habido mandatarias mujeres en un mundo muy patriarcal y en muchos casos, suelen ser más duras que los hombres. Fíjate en Sirimavo Bandaranaike, en Golda Meir, en Margaret Thatcher, Chandrika Kumaratunga, todas han sido durísimas. La gran excepción, sin dudas, ha sido Michelle Bachelet en Chile…
- Angela Merker en Alemania o Benazir Bhutto si no la hubieran asesinado…
- Sí, pensaba también en Merker, Benazir quizás, pero el caso de Bachelet es interesante, porque se mantuvo inconfundiblemente como una mujer y trajo a su oficio una política suave y hábil, más de diplomacia detrás del telón que al frente del escenario…
- Y sin revanchismos, a pesar de provenir de una familia muy castigada por la dictadura…
- Es cierto
- Sé que no te gusta mucho el fútbol, pero festejaste mucho el triunfo de España en el campeonato mundial…
- Sí. La verdad es que quería que ganara Ghana. Me quedé ardido con los uruguayos porque le robaron el gol a los ghaneses. Fue muy injusto, el gol ya lo tenían. Miré el partido en casa de una familia iraní y todos le íbamos a Ghana, porque África necesita una victoria. Me interesé por el fútbol más que nunca en este campeonato. Miré la final en un pub inglés. En mi pueblo había muchos chicos españoles de intercambio y poca gente le iba a los holandeses, la verdad.
- Estuviste en Sri Lanka…
- Sí, pero no puedo hablar mucho. Sri Lanka es importante porque se trata de la primera vez en nuestros tiempos que una guerra de treinta años termina con una victoria militar, es decir, una etnia le gana a otra en forma militar y no hubo ni un solo periodista ahí. ¿Dónde estaban los twitteros famosos que supuestamente nos informan de todo? ¿Y qué hicieron los vencedores? Agruparon a los vencidos en una playa que tenía el tamaño de tres canchas de fútbol y les dieron con artillería durante semanas. Luego, cuando estaban en las últimas, entraron y mataron a todos a quemarropa. ¿Y quién financió todo eso?: China. A cambio de un gran puerto. ¿Dónde estaba la prensa? Los ejércitos de Birmania y de Pakistán se están babeando con esta posibilidad: guerra total contra el enemigo y sin periodistas que atestigüen nada. Listo, se acabó el problema.
- En el medio del panorama terrible que pintaste sobre América Latina, a alguien le fue bien y ese es Lula, ¿no?
- Sí, aunque ha venido dando algunos traspiés últimamente, como si tuviera unas ganas terribles de quedarse. En términos generales, lo de Brasil es positivo. Yo soy de los que piensan que Estados Unidos debería abdicar de su liderazgo en Latinoamérica, por haberlo mal utilizado, por haberlo hecho tan mal, y cederle ese papel a Brasil. De hecho, Brasil lo está haciendo. Lula ha estado de intermediario en varios frentes, no le salió muy bien lo de Irán, pero lo hizo en Honduras y lo está haciendo en Cuba. Eso me parece muy bien, porque Estados Unidos no lo ha hecho.
- ¿Y qué se viene para ti, además de Sri Lanka?
- Bueno, hay varios países cuyos procesos siempre me interesan. Uno es obviamente Cuba, el otro es México, Paraguay por lo olvidado que es, Brasil siempre y varios países de África.
- Dime algo de Cuba, para terminar esta entrevista…
- Estoy esperanzado, creo que es positivo que Raúl Castro haya liberado a los presos. Me parece que con esa medida, él está haciendo un gesto a Obama, ahora le toca a Estados Unidos y a mi juicio lo que debería hacer Obama es liberar a los cinco héroes cubanos, los espías que están hace doce años en cárceles estadounidenses, con condenas inauditamente largas. Gesto por gesto, para distender el ambiente.