miércoles, 9 de marzo de 2011

ELVIRA LINDO


La escritora y periodista española Elvira Lindo es conocida como la guionista de “Manolito Gafotas”, una serie de novelas en las que se narra la historia de un niño en el barrio madrileño de Carabanchel y que llegó al cine y a la televisión a mediados de los 90. Sin embargo, el transitar por la literatura convencional de la esposa del también escritor Antonio Muñoz Molina es reflejo de un compromiso tan hondo como aquel que ostenta en los medios masivos. De hecho, su columna sabatina en El País, ácida e ingeniosa como pocas, es apenas un esbozo de una vida íntegramente dedicada a la palabra y a la búsqueda de una expresión que la aleje de lo que podría denominarse literatura para mujeres.

Ella se ve como una escritora que acepta su condición femenina. “Soy mujer y no quiero ni puedo evitarlo, lo que no quiero es escribir libros sólo dirigidos a mi género”, dice.

La reciente novela de Lindo, “Lo que me queda por vivir”, fue calificada por el escritor español Juan José Millás “como una novela de terror, aunque ella cree que escribió una novela de amor”.

Se trata de una historia cargada de melancolía que cuenta la vida de Antonia, una mujer que se ve sola a los 26 años, con un niño de cuatro en el Madrid de los años 80.

“Es una novela de juventud, de ese momento en el que uno no sabe cuál es su lugar en el mundo”, explica la autora nacida en Cádiz en 1962 y quien recibiera en 2005 el Premio Biblioteca Breve por su novela “Una palabra tuya”, que fue llevada al cine con todo éxito por la que es hoy la Ministro de Cultura de España, Ángeles González Sinde.

“En mi libro –agrega-, lo sexual está implícito y de lo que se habla más es de lo que se desea, de lo que se siente, experiencias que a veces son muy difíciles de explicar, pero que finalmente resultan más perturbadoras. De hecho, apenas salida la novela en España fue calificada como muy perturbadora”, apunta en entrevista con PÁGINA 12.

La intimidad de un ser humano

- Su reciente novela es la historia de una mujer escrita por una mujer…

- Es verdad. Se trata de una mujer joven, separada, con un hijo, etc. Realmente parece uno de tantos argumentos de los que hay ahora sobre el tema, pero nunca intenté hacer ese tipo de libro. Intenté entrar en la intimidad de un ser humano que no representa a todas las mujeres, sino que se representa a sí misma. Cuando tú cuentas con verdad la vida íntima de una persona y la desesperación que pueda estar padeciendo en ese momento, enseguida logras que el lector, cualquiera sea su género, se identifique con la historia.

- Quién sabe qué será eso que se llama muy a la ligera “literatura femenina”

- He pensado mucho en eso últimamente y me he dado cuenta de que existe el tipo de escritora que se rebela contra la literatura femenina y dice escribir más allá de los géneros. Otra posición es la de la señora que dice escribir exclusivamente para su género y en sus historias la mujer siempre es la heroína. Hay muchas lectoras para las que ese tipo de literatura implica una subida de autoestima. Mi lugar sería una tercera vía que es aceptar el hecho de que soy mujer y no quiero ni puedo evitarlo. No quiero alardear de ello, pero no puedo ocultarlo. En mi escritura es muy posible que se note que soy mujer, pero no me importa, lo que no quiero es escribir libros sólo dirigidos a mujeres.

- ¿Y cuál es la reacción que está teniendo la novela entre sus lectores?

- Hay reacciones muy distintas. Me escriben muchos hombres que se han sentido identificados con la relación entre el niño y su madre y, por supuesto, también me escriben mujeres de mi generación.

- Más allá de los géneros, es innegable que de la intimidad femenina se escribe y se sabe poco, aunque parezca exactamente lo contrario…

- Es cierto. Desde que empezó la democracia en España y empezó a haber nuevos escritores que crearon una comunidad de lectores representados en ese nuevo estado del país, hay muchas mujeres que escribieron libros sobre la intimidad pero desde un punto de vista muy sexual. Creo que lo sexual fue un momento necesario, pero al cabo termina repitiéndose. Es más difícil explicar lo que se desea, lo que se siente…

- ¿Por eso en su novela lo no dicho cobra un papel tan importante?

- Es muy importante la elipsis, porque los capítulos no tienen una clara secuencia temporal, casi se podrían leer de manera independiente. Mi pretensión un poco vanidosa era que el lector rellenara esas elipsis. El lector tiene que imaginar lo que sucede entre una cosa y otra.

- ¿Hay mucha observación de los demás en este libro o es pura intuición femenina?

- (risas) Bueno, cuando lo leyeron algunos psicólogos me preguntaron si había estudiado Psicología. La verdad es que es una carrera que me hubiera interesado seguir. No lo hice, pero leí mucho sobre el tema, porque la realidad es que tengo una enorme curiosidad por el ser humano y sí creo que soy muy observadora. Hay veces que observar ya parece un vicio y no faltan las oportunidades en que le digo a mi marido: Fíjate que creo que a Fulano le pasa tal cosa. Él suele ponerse nervioso y dice que tengo dotes de adivina, pero no es adivinar, se trata de atar cabos. Me gusta observar la diferencia entre lo que la gente dice y lo que está pensando y estoy muy entrenada en eso. También es cierto es que me analizo mucho a mí misma.

- En su libro tienen mucho peso las mentiras pequeñas, esas que decimos a diario sin saber por qué y que terminan teniendo un peso demoledor en nuestras vidas…

- Sí, uno piensa: ¿por qué me mientes cuando no hace falta? Sí es una tontería, si no es necesario.

- ¿Recomendaría por ello la verdad a rajatabla siempre?

- No, de ninguna manera. Pero hablo de las mentiras innecesarias. La verdad porque sí es tan cruel como la mentira.

La escritora profesional

Columnas, guiones, novelas, a Elvira Lindo no parece estarle negada ninguna de las labores relacionadas con la palabra. Su intenso trabajo periodístico, de hecho, está de la mano con su consecuente trabajo literario y de todas sus facetas, la española destaca la obsesión por las lecturas.

- ¿Se siente una escritora profesional?

- He vivido siempre de la escritura sin pensar en que era una escritora profesional. Empecé escribiendo en la radio, luego lo hice para la televisión y siempre me creí algo menos por escribir para esos medios. Luego, además, conocí a Antonio (Muñoz Molina, autor español contemporáneo), que es uno de los hombres menos machistas que conozco, al punto de que no hay en nuestra pareja ningún asunto de rivalidad. Sin embargo, al entrar en su mundo cuando él era ya un autor muy conocido, es curioso, pero comienzas a notar la arrogancia de ese sistema literario donde un escritor con un solo libro suele referirse a su obra, como si ya tuviera una condición de artista…eso de que hay gente que conquista con tres poemas, la verdad es que a mí me ha costado llamarme escritora durante mucho, mucho tiempo.

- Y el hecho de que la lean mucho, de que sea conocido por el gran público por obras como “Manolito Gafotas”, también le debe de quitar mérito en cierto mundillo literario…

- Sí, aunque nunca he tenido la pretensión de ser una escritora popular. Cuando te conviertes en un escritor popular, de que lo escribes tiene una relación directa con como habla el pueblo, por supuesto te cuesta más la consideración. Luego quieres a lo mejor hacer cosas más serias y es como ese motor de la consideración te costara más arrancarlo. Parece que te dijeran: - No hagas cosas nuevas, lo que tienes es suficiente para ti. Pero soy una persona muy obstinada y creo que he conseguido todos mis propósitos. Ya escribí cuatro novelas para adultos, una de las cuales, “Una palabra tuya”, tuvo gran aceptación entre los lectores. Lo que quiero decir es habiendo empezado a escribir muy joven, mi camino ha sido muy lento, precisamente por hacer muchas cosas a la vez.

- ¿Cuánto de provocación y frivolidad hay en su obra?

- De provocación, mucho. No es algo pretendido. No puedes evitarlo. Va en mi carácter, como el humor. Siempre dices algo con la mayor naturalidad y resulta inconveniente o tocas una fibra que no esperabas. En cuanto a la labor en el periódico, la verdad es que no me explico como tantos temas terminan siendo polémicos. Es una provocación no intencionada, en todo caso. En cuanto a la frivolidad, si de frivolidad se trata el gusto por vivir, también creo que hay mucho en mi trabajo. Conozco a escritores mucho más frívolos que yo en su gusto personal, pero que luego se crean una imagen de austeridad, de conciencia social, para proyectar a los demás. Yo no tengo esa barrera. No me ha importado nunca hablar de cuando me divierto, de cuando algo me hace sentir feliz. No me ha importado hablar de la belleza, ni de la ropa, ni de la moda…son cosas que cuando se trata de escritores varones resultan más elegantes para cierta visión machista. Respeto a las personas que no se interesan por la belleza de las cosas, pero quiero ser respetada porque a mí me ocurra todo lo contrario.

Ejercitando el músculo de la tolerancia

En setiembre de 2006, Elvira Lindo fue protagonista involuntaria de un episodio doloroso y que quisiera a todas luces borrar de su biografía. La escritora, que había sido elegida por el Ayuntamiento para leer el pregón de la Merced en las fiestas catalanas, tuvo que entrar escoltada a la ceremonia, en la plaza de Sant Jaume. Unas decenas de personas convocadas por la plataforma de defensa de la Llengua Catalana, que se habían concentrado para protestar por la elección de la madrileña como pregonera y que utilizaron paraguas negros para mostrar su queja, se enfrentaron entonces verbalmente con varias decenas de miembros del partido antinacionalista Ciutadans-Partit de la Ciutadania, que portaban una pancarta con la leyenda: “Todos somos Elvira Lindo”.

- ¿Cómo recuerda ese episodio?

- Como algo que fue muy desagradable para mí. Creo que fue un verdadero disparate y me sentí muy agredida. Hay momentos en que entiendes que un artículo tuyo genere una polémica, lo malo es cuando te ves envuelto en una polémica que no has buscado. Resulta totalmente injusto.

- ¿Ya no escribe nada sobre Manolito Gafotas?

- Hace muchos años que lo dejé y tengo mucha distancia con él, pero se sigue leyendo en los colegios, en todos lados. Creo que con las últimas novelas que he escrito, se atenuó bastante el peso del personaje.








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Mónica Maristain
Periodista

ELENA PONIATOWSKA


Elena Poniatowska, escritora y periodista, nació en París el 19 de mayo de 1932. Llegó a México en 1941 donde se convirtió en una intelectual de energía inagotable, amiga de todos los personajes que construyeron la cultura diversa y transformadora del gran país centroamericano. Amiga de Juan José Arreola, de Carlos Monsiváis, de Diego Rivera, de Luis Buñuel y, sobre todo, amiga de su madre a la que perdió en 2001, el mismo año en que recibiera el premio Alfaguara de novela por La piel del cielo.

Su crónica sobre la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968, reflejada en el libro La noche de Tlatelolco, es aún material de consulta inapreciable y su novela Tinísima, dedicada a la fotógrafa italiana Tina Modotti, ha sido considerado un tratado de enorme belleza que da cuenta de los febriles años ’20 en un México que se abría al mundo.

Elena Poniatowska ganó el premio Rómulo Gallegos en 2007 por su novela El tren pasa primero, basada en el movimiento ferrocarrilero mexicano de 1959, y por su profuso trabajo en los medios gráficos, donde desarrolló una técnica impecable de la entrevista amena y confesional, esta hoy dulce anciana de origen aristocrático y de militancia de izquierda, es considerada maestra de periodistas.
Octavio Paz la elogiaba porque “domina el arte de escuchar” y el cronista y escritor Carlos Monsiváis, su gran amigo fallecido en 2010, le decía “Elenita” con una ternura que ella añora hoy, casi con desgarro. Al fin y al cabo, fue Poniatowska la que hizo temblar el Palacio de Bellas Artes en el pasado junio, cuando en un estremecedor discurso preguntó al aire y con voz fuerte y llorosa: “¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi?. Aquí estamos tus amigos, preguntándote, por qué nos hiciste esto... Por qué no nos preparaste para tu ausencia…”

Su apellido es de origen polaco y su familia vivió en Francia durante tres generaciones. Toda su vida en México ha sido al servicio de las causas sociales y de un oficio que abrazó con pasión en 1953, “por el afán de saber, de participar y también el afán de ser querido”.

Lee a todas horas y escribe todo el tiempo, pero jamás aceptaría que la llamaran una intelectual. “Soy una mujer ama de casa. Tengo diez nietos, voy al supermercado y tengo que pulir las lámparas, hacer el desayuno, hacer la comida, hacer la cena. Me gusta mucho hacer eso. Y pienso que debí hacerlo más cuando mis hijos eran pequeños, en vez de apasionarme con la escritura”, se lamenta.

A la literatura la mira con respeto. “Ahora con la edad pienso que me cuesta más trabajo ser crítica y a medida que avanza el tiempo en vez de ganar seguridad, la pierdo”, admite.

Sin embargo, no le va nada mal con sus novelas. En un territorio editorial donde la competencia se ha hecho feroz, esta mujer de ojos azules, pelo blanco y muy bien llevados 79 años, acaba de ganar el premio Biblioteca Breve 2011 por la novela Leonora, dedicada a su amiga, la pintora inglesa Leonora Carrington.

El jurado, integrado por los escritores José Manuel Caballero Bonald, Pere Gimferrer y Rosa Montero, el catedrático de literatura y crítico literario Darío Villanueva y por la editora Elena Ramírez, afirmó que “en un escenario cosmopolita y con recursos verbales magistrales, Elena Poniatowska construye una figura femenina turbadora en la que se encarnan los sueños y las pesadillas del siglo XX”. El galardón, que se otorga anualmente, está dotado con 30.000 euros (algo más de 40.000 dólares).

La Carrington

Poniatowska suele decir de Leonora Carrington que es “una madre devota, de vocación total hacia la maternidad”. Carlos Monsiváis destacaba de ella “su gran compromiso con los principios libertarios del movimiento estudiantil del ‘68”. Carlos Fuentes adora sus cuadros. “La imaginación no es sólo el reflejo de la realidad: la crea”, afirma el autor de “La muerte de Artemio Cruz” cuando habla de la plástica de esta artista nacida el 6 de abril de 1917 en el pueblo de Chorley, en Lancashire, Inglaterra, quien abrazó la corriente surrealista gracias a su encuentro en 1936 con el pintor alemán Max Ernst, con quien también mantuvo una relación sentimental.

En París, Carrington se hizo amiga de famosos surrealistas como el pintor catalán Joan Miró y el poeta francés André Breton. De militancia antifascista, Leonora también se volcó de manera rigurosa a la escritura, hecho que según Monsivais “distingue notablemente su manera de pintar”. Carrington llegó a México en 1943 y desde entonces formó parte activa de la vida cultural azteca.

Hoy, Elena Poniatowska vuelve a ponerla en el centro de atención con un libro que, asegura la escritora, “no es ni una crítica de la pintura de Leonora Carrington, ni una biografía. Es una obra basada en conversaciones que sostuvimos durante múltiples entrevistas, en los libros de la propia Leonora y en los que se han escrito sobre ella: el de Whitney Chadwick, el de Susan L. Alberth, el de Julotte Roche”.

En un artículo publicado en el periódico mexicano La Jornada, Poniatowska reveló que conoció a la pintora que es tema de su reciente novela en los ’50. “La primera entrevista que le hice apareció en el periódico Novedades, que ya no existe”.

“En estos últimos años he visitado a Leonora a menudo. Hablar con ella de su infancia fue sencillo. Yo le contaba de la mía y, a pesar de los quince años de diferencia en edades, había muchas semejanzas en la forma europea en que nos educaron. De lo que no habló fue de Max Ernst. Cuando le pregunté si había sido su gran amor, respondió que cada amor era distinto; cuando le comenté que su matrimonio con Renato Leduc había sido sólo conveniencia, respondió: "Bueno, tampoco".









“Leonora no es sólo un acto de amor sino también un homenaje a la vida y a la obra de esta mujer que ha hechizado a México con sus colores, sus palabras, sus delirios, sus arranques, sus historias. Trajo a nuestro país todos los recuerdos de sus vidas anteriores, todos los paisajes, los caminos bajo las acacias, todas las verduras que en México no se comían como los salsifíes, las endivias, las alcachofas. Trajo a Simone Martini, a Piero della Francesca, al Bosco y a Grünewald. Pudo haber vivido en Inglaterra, su país de origen, en los Estados Unidos, en Francia o en España, pero es un privilegio saber que un artista de su altura haya decidido ser mexicana. La deuda con ella es inestimable”.

Mucho trabajo, mucho esfuerzo

- ¿Le gusta seguir recibiendo premios?

- Claro, me gusta mucho. Los premios son un aliciente a tanto trabajo, tanto esfuerzo. Realmente es muy difícil escribir. No es nada alivianado. Digamos que es más fácil hacer periodismo, ¿no le parece?. Por ejemplo, si tuviera que hacer una entrevista o una crónica, ya sé que con ese tema de las prisas, con esa cuestión de la entrega, puedo librarme del compromiso. Si sale algo más o menos siempre tendré la excusa de que no tuve suficiente tiempo. Pero aislarse y estar encerrada durante un tiempo para hacer una novela, la llena a una de mucha responsabilidad. La literatura es un acto solitario, todo depende de uno mismo, no le puede echar la culpa a nadie.

- ¿Y cómo se enteró de que había ganado el Biblioteca Breve?

- Me llamaron por teléfono y la verdad me puse muy contenta. ¡Es Seix Barral! Además, con la situación de guerra que estamos viviendo en México, es una buena noticia que una mexicana gane un premio. Esta espantosa Guerra del Narco nos está doliendo a todos los ciudadanos y espero realmente que las cosas cambien, aunque no para mal, claro está.

- A lo largo de su carrera, ¿qué importancia han tenido los premios?

- Bueno, fue muy importante el Romúlo Gallegos en 2007. Me acuerdo mucho cuando gané el Alfaguara. Me dio mucha alegría por un lado, pero por el otro estaba muy triste. Ese fue el año en que murió mi madre, que fue una mujer extraordinariamente valiente. Era bellísima, tímida y extremadamente preocupada por sus hijos. Quiero demostrar mi cariño, ser así, como era ella.

- ¿Sus hijos son lo que usted hubiera querido de ellos?

- Sí. Son muy buenos, desprendidos. Muy dispuestos a dar a los demás, tienen carreras, les gustan los árboles, son buenos con los animales, tienen perros y gatos.

- ¿Son sus lectores?

- Poco. Quizás han leído un libro, pero no lo sé. Me parece espantoso, pesarles, imponerles. Nunca les pregunto si han leído algo o no. Creo que cuando me muera leerán algo para saber, pero ahora es como un trabajo, hablamos de cosas generales.

- ¿Y en la relación con su hija, cree que hay cosas parecidas a las que usted tenía con su mamá?

- Sí, siento que mi hija es muy noble, muy agradecida. Mis hijos son gente de primera, porque no viven para ellos mismos o para estupideces como para un coche o una casa. Ellos viven para los demás.

- ¿Cómo es Leonora Carrington?

- Es una mujer maravillosa, tiene una sonrisa preciosa, posee inteligencia y sentido del humor. Me da mucho gusto visitarla. Ella no sería lo que ahora es sin México, siente que la gente la admira y la quiere, es una persona extraordinaria y fuera de lo común; desde hace muchos años fuma y fuma tanto que pienso que un día se va a evaporar con el humo del cigarro.

- ¿Sabía que usted estaba escribiendo una novela sobre ella?

- Ay, no sé. Seguro que no. Y si lo sabía no le importó. A ella no le importan las cosas que se escriben o se dicen de ella. Le gusta la política o habla de las cosas inmediatas, comunes, cotidianas. Está por encima de todo mito.

- ¿Y por qué eligió la novela como género para hablar de Leonora y no una biografía?

- Mire usted, no tengo formación académica para escribir una biografía. Me da mucha flojera eso del pie de página. Además, en Leonora hay muchas cosas inventadas, hay diálogos que no existieron. Ella, además de ser pintora, es una gran escritora, que narra muy bien. En mi libro hay muchos cuentos que ella me ha pasado.

- ¿Lee más de lo que escribe o escribe más de lo que lee?

- Pues escribo mucho, porque sigo haciendo mucho periodismo, pero quisiera dedicarme nada más a los libros. Ahora siento que se me acerca más el fin y quisiera poner orden en todos mis papeles, no soy organizada, me faltan muchos materiales. Mis hijos no van a querer todo lo que hay aquí, no los puedo abrumar, en la vida moderna de los jóvenes no hay cabida para los libros, entonces, quiero organizar, recuperar. Tengo muchísimas libretas en los que hay cuentos poemas y quisiera ver de qué se trata. Y quisiera donar, porque si yo me muriera ahora les dejaría un gran problema.

- ¿Escribiría sus memorias, por dónde empezaría a contarlas?

- He puesto mucho de mí en las novelas, entonces creo que puedo seguir haciéndolo en novelas. Uno va poniendo cachitos de lo que uno vive. De lo que uno experimenta.

- ¿Y qué historias se quedaron en el camino?

- Bueno, hay muchas. Como entrevistas que no hice, por ejemplo me hubiera gustado entrevistar a Nelson Mandela, me hubiera gustado entrevistar a Dr. Atl (seudónimo del pintor mexicano Gerardo Murillo) que me vino a buscar a la casa.

- ¿Qué quería el Dr. Atl?

- Bueno, vino por amable, supongo que habría escuchado hablar de mí y me quería saludar, conocer. Yo no lo fui a buscar y esperé y después murió. Hay muchas cosas que no he hecho. He trabajado mucho, la cantidad de volúmenes y volúmenes de entrevistas, algunas muy inútiles que me ha mandado a hacer claro, el jefe de redacción.

- ¿Cuál es la entrevista inútil?

- Como era mujer, me mandaban a hacer notas de consejos de belleza, de moda, crónicas de bodas. A mí eso no me interesaba.

- ¿Y qué libros vienen?

- Bueno, me faltan nueve para cumplir mi objetivo.

- ¿Cuál es ese objetivo?

- Hacer un libro para cada uno de mis nietos. Tengo diez. Leonora está dedicado a mi nieto homas Haro Refuveille. Y el próximo será para Inés, mi nieta, la hija de Felipe. Voy a ir de mayor a menor.

- ¿Y sobre qué escribirá?

- Bueno, tengo muchas cosas en la cabeza. Quiero escribir una novela sobre mi marido Guillermo Haro (un astrónomo de gran relevancia, padre de sus hijos y en quien Elena se inspiró para escribir Piel del cielo). También quiero hacer una novela sobre los Poniatowski, porque encontré que Estanislao Poniatowski fue amante de Catalina la Grande; podría hacer algo sobre esa época, me gustaría mucho.

- ¿Es cierto eso de que en México no se lee?

- No, no es cierto. Los mexicanos sí leen. Lo puedo ver por mi propio libro La Noche de Tlatelolco que se sigue vendiendo a través de los años. Y hoy mismo le mandé un libro a alguien porque me dijo: ¡Ay, no lo leí! De todos modos, siento que no hay un público como lo habría en Argentina o en Europa.

- Ahora que se va España a presentar su libro, ¿le gusta viajar?

- Sí, me gusta, aunque no quisiera ser el tema principal de cualquier plática en España. En eso, me estoy pareciendo a Leonora Carrington. Me gustaría más dialogar sobre las cosas que pasan en el mundo y no tanto de mí.




Yo quiero ver un tren

El día que se hizo la entrevista a Elena Poniatowska se celebraba en Argentina el día del ferrocarril. Cuando la escritora se enteró de esta circunstancia, habló con nostalgia de un México ferrocarrilero que ya no existe. La autora de El tren pasa primero, la novela con la que obtuvo el premio Rómulo Gallegos en 2007, se lamentó “por esos trenes de carga que quedaron. Son los que los gringos llaman trailers. También hay un tren carísimo en el norte, un vehículo de placer”.

“Fue terrible que en nuestros países hayan quitado los trenes. Ha sido una pérdida enorme, pero quién sabe, quizás vuelvan. Ojalá”, dijo Poniatowska, quien en la novela narra la historia de Trinidad Pineda Chiñas, un personaje que se deja llevar por el tren desde su pueblito de Oaxaca hasta lugares que nunca imaginó. El tren pasa primero logra transportar a los lectores a la época postrevolucionaria mexicana, cuando el tren dejó de ser vehículo de transporte de armas o soldados y se convirtió en la industria nacional que impulsó el desarrollo desde Chiapas, en el sur, hasta Sinaloa, en el norte.



De izquierdas, hasta la muerte

Elena Poniatowska es conocida en México por su militancia en la izquierda y por la adhesión a Andrés Manuel López Obrador, el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que perdió la elección en 2006 por un margen muy estrecho y en medio de rumores de fraude que salpicaron el mandato del actual presidente Felipe Calderón, de la derecha.

La escritora se mantiene férrea y apegada a sus ideas y espera que en las próximas elecciones presidenciales de 2012 su candidato acceda finalmente al gobierno. “Todos saben que estoy al lado de Andrés Manuel y no he cambiado ni cambiaré. Ya sé que la izquierda tiene a dos candidatos, pues también está en la contienda Marcelo Ebrard (actual alcalde del Distrito Federal). Vamos a ver a quién eligen. Finalmente, estaré al lado del país. Creo, de todos modos, que Andrés Manuel le hace un bien al país al denunciar la corrupción, al denunciar la mala política, al poner en el tapete de las discusiones a los pobres, al buscar una nueva forma de enfrentar problemas”, afirma.

LOS BUNKERS Y SU DISCO DEDICADO A SILVIO RODRÍGUEZ


Chile es tierra de maestros de la palabra y de la música. En eso no difiere de muchos otros sitios donde grandes artistas supieron dejar profundas huellas en un pasado rico en canciones y poesías. El problema con las leyendas es si las nuevas generaciones pueden hacerse cargo de ellas. Al respecto, el grupo chileno Los Bunkers, un quinteto tenaz como pocos y cuyo sonido ha sido de gran influencia entre las agrupaciones más jóvenes, nunca han tenido problemas para enmarcarse dentro de su propia tradición. Si algo ha hecho trascendente a esta banda ha sido, precisamente, su enorme generosidad a la hora de reconocer la labor de sus mayores, de quienes los antecedieron en el camino del arte y a los que tratan con una humildad propia de quien se sabe el inicio del camino.

El grupo es originario de Concepción, en la Región del Bio Bío, zona sur de Chile y sus integrantes se conocieron algunos en una escuela de periodismo a la que asistían en forma más o menos regular y otros en el Colegio Salesiano, de cuyo alumnado formaban parte.

Nacieron en el invierno de 1999 con Álvaro López en voz solista y guitarra acústica, Gonzalo López en bajo, Francisco y Mauricio Durán en guitarras y coros y Manuel Lagos en la batería. Desde su debut en la Universidad Técnica Federico Santa María de Talcahuano, el sonido de la banda comenzó a ser notado por la prensa y los aficionados, al punto de generar un “exilio” de los músicos en la capital de su país.

Santiago de Chile fue el hogar de Los Bunkers cuando comenzaba el tercer milenio, tiempo en que también ingresó como baterista Mauricio Basualto, en reemplazo de Lagos. Éxitos propios como “El detenido” no impidieron que la agrupación comenzara a mostrar su afición a lo que podría ser denominado el Movimiento de la Nueva Canción Chilena y que en épocas del gobierno de izquierdas de Salvador Allende, así como en la clandestinidad acontecida a la fuerza por la instauración de la dictadura de Augusto Pinochet en 1973, se convirtiera en la voz de los desposeídos y de los que luchaban por un mundo mejor en tiempos duros.

Los Bunkers, como hijos de una generación literalmente masacrada por las torturas y las balas de una dictadura sangrienta e implacable, como herederos de una gran masa de gente obligada a emigrar a Europa o a Estados Unidos luego del Golpe pinochetista, emergieron en el 2000 cantando, por ejemplo, “El derecho de vivir en paz”, una canción del legendario Víctor Jara, aquel mismo que fuera asesinado por los militares en el Estadio Nacional de Santiago de Chile y a quien, antes de matarlo, le fueron cortadas las manos para que nunca más pudiera tocar la guitarra ni cantar.

“Nuestras razones son emocionales y tal vez históricas, somos de un lugar en el mundo, de allí venimos y nunca lo hemos negado”, dice ante DÍA SIETE el guitarrista Francisco Durán.

Por eso, por aprender de los maestros, con esa convicción “casi brasileña” (así se lo hacemos notar a la banda en la entrevista y todos asienten con simpatía por lo que representa a nivel de historia musical el gran gigante sudamericano, un país donde los cantautores jóvenes se encuentran con los viejos en fiestas populares donde se borran todas las fronteras musicales), es que en 2001 la banda se acercó a Álvaro Henríquez, el mítico fundador de una agrupación señera como Los Tres.

Lo hicieron para rendirle tributo a otra leyenda de la música popular chilena, la gran Violeta Parra, versionando la conocida “Gracias a la vida”. Fue tan buena la actuación de Los Bunkers en el homenaje Después de vivir un siglo, que al año siguiente Henríquez ofició de productor del segundo disco de la agrupación.

En Canción de lejos, editado por la Sony, Los Bunkers volverían a refrendar su compromiso con la historia más dura de su país de origen, dedicando el tema “Miño” a la inmolación de Eduardo Miño Pérez frente al Palacio de La Moneda en noviembre de 2001, quien se prendió fuego en protesta por el desempleo y por los efectos mortales del asbesto, un mineral que ha sido prohibido en los países desarrollados pero que aún se utiliza en algunas naciones del Tercer Mundo.

En 2003, la banda compartió escenario con Los Jaivas durante un concierto en homenaje a Salvador Allende y un año más tarde popularizaron “La exiliada del Sur”, una canción de Violeta Parra y el legendario Patricio Manns. No faltaron, por supuesto, en la reunión de los legendarios grupos Inti-Illimani y Quilapayún.

La entrada a México de Los Bunkers se dio en 2005, con el cuarto disco de estudio de la agrupación titulado Vida de perros y del que se extrajo el single “Llueve sobre la ciudad”, que tuvo gran éxito tanto en la audiencia chilena como en la mexicana.

Desde hace dos años, los chilenos decidieron afincarse en el Distrito Federal, donde recibieron la noticia de que serán los primeros músicos originarios del país sudamericano en presentarse en el famoso Festival de Coachella el próximo 17 de abril.

Hasta aquí más o menos la historia de una agrupación que se caracteriza por su hondo compromiso político así como por una mirada estética que otea con profundidad en el horizonte de sus mayores, un hecho que se vio reflejado en el reciente disco Música Libre (editado por Universal Music), que rescata las que consideran son las mejores canciones del cantautor cubano Silvio Rodríguez, “de quien somos fanáticos desde pequeños”, según apunta uno de sus integrantes, mientras los demás asienten con la cabeza.

“Las canciones de Silvio están más vivas que nunca, no se trata de rescatar un material que ha muerto”, dice con voz firme el guitarrista Francisco Durán.

El himno renovado

“Esto no está muerto, no me lo mataron”: el himno del cubano Silvio Rodríguez dedicado a Santiago de Chile tiene una actualidad espeluznante. Ante los oídos de alguien distraído, podría decirse que suena en el equipo una canción nueva, un tema recién hecho para esa ocasión en que un país castigado por la tragedia de un terremoto que dejó 524 muertos y ruinas que todavía perduran, requiere de un impulso emocional que vuelva a poner las cosas en el más alto extremo del optimismo.

Pero no es el cantautor isleño nacido en San Antonio de los Baños el 29 de diciembre de 1946 el que canta.

El pregón llega del grupo de rock chileno Los Bunkers.

Canciones como “Sueño con serpientes”, “Quién fuera”, “Que ya viví, que ya te vas” y “Al final de este viaje”, forman parte de un grupo de 12 temas seleccionados especialmente por la agrupación.

El disco, producido por Meme del Real, uno de los integrantes de Café Tacuba, destaca por la fidelidad melódica a canciones señeras en la obra del artista cubano, quien alabó precisamente ese elemento como una de las tantas cosas positivas en el trabajo de la agrupación chilena.

Del Real participó además como fotógrafo al captar al grupo para la portada del disco en Tlatelolco, donde por varios meses a su llegada a México ensayó la banda, en el piso 21 de la torre Coahuila.

Hay que decir también que no es la primera vez que Café Tacuba se acerca por medio de unos de sus integrantes a la historia de la música chilena. En Valle Callampa, editado en 2002, el famoso cuarteto mexicano interpretó a su modo, rindiendo un homenaje sin precedentes en la historia de la música de rock latina, las canciones más conocidas de Los Tres.

Aunque no es la primera vez que músicos de rock transitan por el repertorio de Silvio Rodríguez, puesto que el grupo mexicano Santa Sabina grabó “Sueño con serpientes” en el 2000 y el argentino Javier Calamaro acaba de hacer lo propio en su reciente disco “Este minuto”, para los músicos chilenos “todavía hay muy poco de Silvio en el rock latinoamericano”.

“Nos dimos cuenta de que este disco no estaba hecho y que debió hacerse hace mucho rato. Las bandas y músicos latinoamericanos que nosotros conocemos, casi nunca nombran a Rodríguez como referencia. Si se les pregunta por sus influencias, nombran a los Rolling Stones, pero no a Silvio”, asegura Francisco Durán.

“Silvio nos mandó un correo electrónico y se mostró muy contento por el resultado, algo que obviamente nos tiene muy felices”, dice su hermano Mauricio.

El repertorio elegido por el conjunto no explora los temas más populares del cantautor cubano, por caso “Mi unicornio azul” u “Ojalá”.

Antes, los jóvenes chilenos que en 2002 ganaron el premio APES (Asociación de periodistas de espectáculos en Chile) se decantaron por canciones profundas y de gran significado para los miles de admiradores que Rodríguez tiene a lo largo de todo el continente.

Así, el himno “El necio”, “Leyenda, “Ángel para un final”, que la banda ejecuta en tiempo de blues y “Nada más”, en una versión muy rockera, integran un disco que destaca por su sonido potente y la sobria instrumentación grabada en un formato de toma directa, lo que le otorga gran frescura al material.

“Las canciones de Silvio Rodríguez estaban prohibidas en nuestro país en esas épocas cuando también estaba prohibido emocionarse en Chile, cuando nos fue prohibido pensar. Sus canciones significaron la luz para una sociedad, que hasta ahora sufre las consecuencias de vivir atada a la ignorancia y a la masacre”, afirma Francisco Durán.

“En los 60, grupos anglosajones como los Birds hicieron un disco con canciones de Bob Dylan, pero en nuestro continente faltaba uno con canciones de Silvio y por suerte nos tocó a nosotros”, agrega.

El cantante Álvaro López, a su tiempo, afirma que “respetamos mucho los temas y ellos mismos nos fueron llevando hacia la forma exacta de interpretarlos”.

Por otra parte, Mauricio destaca la labor del productor “quien nos planteó como primer desafío el hecho de que nos olvidáramos de que esas canciones no las habíamos escrito nosotros y que las hiciéramos como si fueran nuestras”.

“Santiago de Chile”, “Y nada más”, “El día feliz que va llegando”, “Pequeña serenata diurna” y “La era está pariendo un corazón”, completan el disco que salió a la venta en noviembre y que será presentado en un concierto en marzo en México.

miércoles, 2 de marzo de 2011

LORENA OCHOA


Lorena Ochoa es pequeña. Su voz metalizada le quita todavía más corporeidad. Habla, pero no dice mucho. Se defiende aunque no la ataquen y a su alrededor todo es protección: primero, la del manager, a la sazón su hermano Alejandro, que se encarga de recomendar las preguntas a los periodistas: “No hablará de ninguna otra cosa que no sea el proyecto del libro de memorias”. Luego, la protección en forma de escudo imaginario que la ex deportista de élite antepone a su interlocutor ocasional. Es raro, la muchacha nacida el 15 de noviembre de 1981 en Guadalajara y que tanto valor demostrara en las canchas de golf de todo el mundo, es un manojo de nervios en sociedad y todo lo que ostenta frente a la prensa especializada o no es miedo. Por no hablar, ni siquiera habla de Tiger Woods, su famoso y atribulado colega. Por no decir, tampoco se muestra natural ni simpática, como si a la necesidad que tienen sus empresas Ochoa Sports Management, dedicada a hacer eventos de golf y la Ochoa Golf Academy, dedicada a dar cursos del deporte, de mantener viva la imagen de la deportista luego de que esta se retirara prematuramente del circuito profesional, le hiciera falta un entrenamiento intenso que le permitiera a Lorena sortear con menos dificultad sus encuentros con los medios de comunicación.
Por lo pronto, se ve que la mejor golfista durante cuatro años consecutivos en la liga de golf LPGA, y que anunciara formalmente su retiro en mayo pasado, para sorpresa y asombro de allegados, fanáticos y, por supuesto, de sus patrocinadores, no se siente a gusto dando entrevistas ni siendo el principal foco de atención en un sitio público. Quién sabe si eso contará en su anunciado libro de memorias, un trabajo que publicará en 2011 la editorial Random House Mondadori y cuyos detalles la ex atleta relata en esta entrevista exclusiva con GENTE.
- Todavía no has cumplido los 30 años y ya estás escribiendo tu libro de memorias…
- Apenas acabo de cumplir los 29. La verdad es que no son memorias en el sentido estricto. Estoy muy chica para una autobiografía, pero se me hace muy importante , sobre todo ahora que hace poco que dejé el circuito de la LPGA, compartir las experiencias vividas durante mi carrera profesional.
- ¿Por qué te parece importante transmitir esas experiencias y transmitirlas mediante un libro?
- Siempre me ha gustado escribir, es algo que hago desde chica. También me gusta mucho leer, claro, pero sobre todo escribir: tengo muchos cuadernos llenos de anotaciones, cartas a mis padres, a mi psicólogo, a mis amigas del circuito profesional, tengo muchas cosas para poner en un libro. Y es un gran desafío para mí hacerlo, más porque es algo que he tenido en la cabeza durante muchos años y ahora al fin he encontrado el momento de concretarlo.
- ¿Qué has venido leyendo últimamente?
- En este momento lo que estoy leyendo es la biografía de André Agassi, un tenista que tuvo muchas dificultades de chico. Mi libro no tratará sobre experiencias vividas en los campos de golf, de lo que quiero hablar es de cómo fue infancia, de las decisiones que tuve que tomar, los sacrificios que tuve que hacer. Mi libro no será de golf, pues busco un público más amplio para platicarles cómo fue mi vida y sus diferentes etapas hasta llegar a ser la número uno del mundo. Quiero que el lector o lectora, cualquiera sea su edad o profesión, encuentre en mi libro cosas que le puedan servir para su propia vida. Quiero hacer un libro inspirador y que motive a la gente que lo lea para realizar sus sueños más ansiados.
- El lector podrá ver cómo es ese proceso que lleva a la cima del alto rendimiento deportivo…
- Creo que más que eso, lo importante es que la gente va a poder ver cómo una persona común y corriente puede llegar a ser la mejor del mundo.
- También buscarán el por qué de tu retiro…
- No tengo ya nada que explicar al respecto. Lo dije en su momento. Creo que la gente entiende mi manera de pensar y entiende los valores que defiendo, los valores que me dieron mis padres, los que fortalecieron mis amigos tanto adentro como afuera del campo de golf. Me retiré simplemente porque en el deporte alcancé todas las metas que quería y ahora quiero hacer otras cosas. Fue muy claro para mí. Estoy muy contenta de haberme retirado como la número uno del mundo.
- ¿No extrañas la adrenalina de la alta competencia?
- Sí, por supuesto, extraño los momentos de gloria, levantar trofeos…Lo que no extraño es entrenar durante diez horas al día. Estoy muy tranquila con la decisión que he tomado, la confirmo día a día y no me arrepiento.
- ¿Cómo es un día tuyo ahora?
- Juego al golf por la mañana, unas cuatro horas, más o menos. Es importante aclarar que no me retiré del golf, sino de la liga profesional. El deporte todavía ocupa mucho tiempo de mi vida, doy clases, seminarios, juego torneos de exhibición. El año pasado estuve en San Diego, en Nueva York, el golf es mi pasión y seguiré jugando toda la vida.
- ¿Y cómo viste los acontecimientos que rodearon la vida profesional y personal de tu colega Tiger Woods?
- No hablo de eso. No tengo ningún comentario. Lo único que puedo decir al respecto es que si vuelve a ser el número uno del mundo, tardará unos cuatro años al menos en conseguirlo. Y que es un excelente jugador, claro.
- ¿Va a tardar en aparecer otra Lorena Ochoa en el golf mexicano?
- Hay que tener paciencia. Las comparaciones no son buenas y nos tenemos que relajar al respecto. Intento dejar mi ejemplo, aunque mi historia es mía y esto de haber ido a Estados Unidos, de haberme hecho profesional, de haber llegado a ser la número uno, ha sido un camino muy difícil de recorrer y se me hace injusto que le exijan lo mismo a cualquier otra golfista de mi país. En México hay jugadoras muy buenas, que tienen mucho talento y los frutos se verán en unos cinco o seis años.
- Tu caso, de todos modos, habrá hecho desarrollar mucho el golf en México…
- Bueno, esa ha sido mi idea y siempre hice todo lo que estuvo a mi alcance para apoyar al deporte, para hacer que el golf fuera más popular, más accesible. Y sigo trabajando en eso, de eso no me retiro.
- ¿Cuáles son las cosas que más te preocupan de la realidad de tu país?
- Soy una persona muy positiva y trato de no preocuparme y gastar tiempo en las cosas malas. Miro hacia delante y siempre me ha resultado fácil dejar atrás lo negativo. Ayudaría mucho a México que las personas fueran más optimistas y positivas, que vieran las cosas bonitas del país y no destacaran lo feo.
- ¿Cómo va el proyecto de ser mamá?
- En 2011 quiero iniciar mi familia, espero que las cosas salgan bien y que Dios nos regale un hijo.

HARRY CONNICK JUNIOR


Pocas personas hay en el espectáculo internacional tan interesantes como el actor y músico Harry Connick, Jr., nacido el 11 de septiembre de 1967 en Nueva Orleans.
No sólo tiene una estampa de otros tiempos, con una masculinidad a flor de piel que lo ha hecho atractivo incluso para marcas publicitarias, un área –la de los anuncios- en la que comenzó a trabajar cuando apenas tenía cinco años, sino que un carácter expansivo y una sonrisa matadora le han funcionado muy bien para trabajar en el cine. Ya tiene, de hecho, un background nada despreciable de 19 películas que han contado con su casi dos metros de altura y su rostro con ciertos rasgos latinos. Para los despistados, baste decir que es el irlandés que consuela a la viuda Hillary Swank en ese filme harto cursi llamado Posdata te amo y es el hombre barbado que soporta a la insufrible René Zellweger en Ejecutiva en apuros. Fue el narrador, además, en Mi perro Skip. Interpretó a Justin Matisse en Siempre queda el amor, a Jimmy Wilder en Independence Day y al sargento Clay Buslay en Memphis Belle.
Y no es que este hombre al que le sobran kilitos y que vive una vida tranquila con la actriz y modelo de Victoria Secret´s, Jill Goodacre, con quien ha procreado a sus hijas Charlotte, Georgia y Sara, sea precisamente una cara bonita o posea una belleza clásica y convencional. Al contrario, Harry tiene eso que suele llamarse sex appel y posee, además, lo que no es poca cosa, una imagen confiable, de tipo buenazo y un tanto inocentón que tanto gusta a ciertas mujeres.
Claro que al que fuera también el esposo humanista y médico sin frontera de la alocada y pelirroja Debra Messing en la recordada serie Will and Grace, nada le gusta más que ser visto como un músico, sobre todo un músico de jazz.
Cantante y pianista versátil, que tanto ha explorado el sonido funk como el blues y la canción popular estadounidense, Harry detesta ser llamado “el nuevo Frank Sinatra” (título que ahora le pelea en los medios el canadiense Michel Bublé) y poco le importan las reservas que frente a su prolífica carrera musical exponen los puristas del jazz. Hay quienes dicen que su voz de barítono se asemeja a la del gran Tony Bennett y no faltan los disconformes a quienes les incomoda su estilo medio popero para cantar temas como “Mona Lisa” o “Smile”.
Este hijo de un matrimonio mixto formado por una madre judía y por un padre católico irlandés (algo así como juntar aceite y agua) pasó por las aulas del gran Ellis Marsalis, el célebre pianista progenitor a su vez de los muy famosos Wynton y Branford, para convertirse, a los muy jóvenes 20 años, en un pianista con disco propio, donde tocó a teclado suelto, sin ningún otro tipo de acompañamiento, para delicias de la crítica un repertorio de estándares de jazz.
Quedó huérfano de madre cuando tenía 13, a los 21 años comenzó a cantar profesionalmente y contaba con apenas 22 cuando en 1989 ganó fama mundial con la banda de sonido de una película de Rob Reiner que hizo historia: Cuando Harry conoció a Sally.
Fue con ese rostro serio y joven que apareciera en la portada del disco cuando se hizo un sex symbol para la juventud de la época y desde entonces no tuviera ningún problema para dividir su carrera entre la música y la actuación. Con ventas superiores a los 25 millones de copias, ha ganado el Emmy, el Grammy y ha obtenido varias postulaciones al premio Tony.
En 2009 llegó a la Casa Blanca para cantarle a la familia Obama y amenizar el baile de los gobernadores, demostrando así su compromiso con la nueva era política de su país y, sobre todo, con la reconstrucción de su ciudad de origen, devastada por el huracán Katrina. De hecho, Harry Connick Jr es el impulsor de un programa llamado Musicians' Village, que ha permitido reconstruir una pequeña ciudad con 80 casas, de las que la mayor parte están habitadas por músicos que perdieron sus hogares.
Fue también en 2009 cuando el muchachote cantó junto a la Primera Dama de Francia, la ex modelo Carla Bruni-Sarkozy, en la cadena de televisión francesa Canal Plus.
Bruni había estado de invitada en el disco que Harry hizo con el productor Clive Davis, Your songs. Juntos hicieron una bella versión de “And I lo ve her”, la canción de Los Beatles. Fue la mismísima mujer del cantante quien sugirió la participación de Carla, con quien había compartido aventuras cuando ambas eran modelos. Contó luego Harry que a Nicolas Sarkozy lo vio poco. “Sólo vino a saludar una vez cuando ensayábamos y eso fue todo”, dijo.
Este marzo es de parabienes, con el lanzamiento en México del disco y video Harry Connick Jr. in concert on Broadway, un trabajo de casi dos horas que condensa el ciclo exitoso que el músico ha estado presentando en uno de los escenarios más exigentes del mundo.