lunes, 28 de diciembre de 2009

EL LÍMITE DEL CONTROL, UN JARMUSCH DESCONTROLADO


En los tiempos más duros del conservadurismo gringo, en el punto más alto del belicismo cristiano que puso al planeta de cabeza, en riesgo de una guerra universal que nos hubiera dejado hechos huevo frito en el cosmos, ¿alguien podría haber asesinado a George Bush?. ¿Y quién hubiera sido el héroe? ¿Un negro elegante educado en Harvard, vestido con trajes finos y al tono? ¿Quién hubiera ayudado al negro?: ¿Los miles de marginados sociales y culturales que son la verdadera base de la sociedad occidental, hacedores del paraíso del consumo sin recibir sus mieles ni sus dádivas? ¿Son tan infranqueables los poderes? A juzgar por la estatuilla que le cayó en la cara a Berlusconi y le rompió la carísima dentadura postiza...a juzgar por la frikie que se cargó al Papa dos veces...no hubiera sido tan descabellado tener un gesto de valor para acabar con el control de las armas y de la informática. La última película de Jarmusch me dejó pensando en los tiempos en que no me dormí en el cine...Que Gael usara las mismas botas que usó en Babel, que el negro tuviera debajo del traje una chamarra rasta con el continente africano dibujado en la manga me pareció too much. No sé, cuando los gringos hacen el mea culpa, prefiero ir a ver Alvin y las ardillas o la nueva de De Niro, que si bien no está tan encantador como Mastroiani en la original, al menos te hace brotar una lagrimita cursi.