viernes, 24 de octubre de 2008

EL ODIO INÚTIL


Dicen que las ideas geniales surgen debajo de la regadera. Debo de estar teniendo problemas con la ducha que uso en mi casa rentada o el agua, de plano, está viniendo tan contaminada que sus efectos devastadores llegan a la raíz del cerebelo (del mío). Todos mis pensamientos cuando la espuma y el vapor caen rendidos a mis pies son obsesivos. Nada de Eureka con olor a Palmolive, ninguna fórmula mágica, jamás una lógica ajedrecística e implacable. Mucho menos cantar, como manda el tópico, lo que en cierto modo es ganancia.
Cumpliendo con mi rutina higiénica, en uno de estos días nublados y poco apacibles que dan sentido a la rutina en la capital más convulsionada del mundo (del mundo mío), se deslizó la pastilla de jabón a la tina como resultado de una física insoslayable cual es la modificación del espacio cuando acontece un dilema.
Vamos a ver, ¿qué nos pasa cuando alguien nos hace daño, nos traiciona, nos deja tirados en un pozo sin una cuerda a mano para poder saltar a tierra plana?
Los tratados de psicología, las amigas del té de las 5 y las suegras, siempre aconsejan en estos casos: no guardar rencor, aprender a perdonar y trabajar como obrera africana para construir una estrategia del olvido, del dejar pasar agua, del no fijarse en esos sentimientos parecidos al odio, a la ira, a la sed de venganza.
Como arma de defensa, he de decir que me resulta a todas luces voluntarista y absurda. No sé si serán las bacterias del líquido elemento las que me llevan a pensar así, pero ¿no es una herida doble el que te lastimen y luego tener que abocarte a una tarea inconmensurable y franciscana para no acumular impulsos pérfidos o no hacer caso a ese primer estado del corazón sangrante, cuando sólo quieres matar a quien te ha hecho daño?
Hay una vikinga en mí, un ser que parece haber vivido en tiempos cavernícolas, cuando la justicia se ejercía por garrote propio. Jamás me escucharán decir las odiosas frases de rigor (odio las frases de rigor, el café liviano y la palabra fashionista, ya que estamos lo digo) tipo “el transcurrir de la vida pone a las cosas y a las personas en su lugar”, “no vale la pena guardar rencor”, “el odio se hace tumor y es mal negocio”.
Uy, debo cambiar de marca de jabón o comenzar a bañarme con Perrier o Evian, puesto que abominar de las oraciones comunes no puede manchar mi alma con esos placeres efímeros de la revancha. Es el calentamiento global lo que convierte al agua potable en veneno en la piel, ya lo advertía Al Gore.
Decía el amado escritor chileno Roberto Bolaño: “Aunque suene un poco pretencioso, nunca he odiado a nadie. Al menos estoy seguro de ser incapaz de un odio sostenido. Y si el odio no es sostenido, no es odio, ¿no?”.
Yes, así son las cosas cuando de personas nobles se trata. El asunto puede dirimirse con un ejemplo físico: imagínense quedar escupiendo espuma y sangre sobre la banqueta a causa de alguna agresión inesperada e injusta como son casi todas las agresiones en nuestra atribulada existencia. ¿Qué pasaría si en lugar de buscar auxilio en la enfermería más cercana nos mantuviéramos firmes en la lamentación y en el resentimiento?
Va de suyo: que no se nos gangrene el alma. Y como decía mi abuelita: - que con su pan se lo coman.
Eso sí, a partir de ahora comenzaré a cantar debajo de la regadera y que los vecinos se compren tapones para los oídos. No digan que no avisé.

martes, 30 de septiembre de 2008

ANDRÉS CALAMARO: NO HA LUGAR


Quién sabe si Andrés Calamaro (Buenos Aires, 22 de agosto de 1961) quiso a lo largo de su vida convertirse en un filósofo, pero su vastísima discografía (aproximadamente unos 30 discos sin contar las múltiples colaboraciones en discos de otros artistas) es firme espejo evolutivo de un pensamiento en torno a las cosas que más suelen importarnos a los habitantes de esta parte del mundo: la latinidad, el argentinismo, Maradona, las drogas y la libertad.
Sobre todo, encima de todo, la libertad. Libre para ser un pez que nada contra corriente, es verdad (certificado de ello son sus 5 discos El salmón), pero libre también para arrastrar, en ese nado sincopado, demencial a veces y de nivel olímpico otras, todas y cada una de sus cadenas.
Como aquel que se fugara con la soga al cuello o con la pesa en el tobillo, jamás ha salido por la boca del túnel sin cargar, con las manos ensangrentadas, los ojos tiesos o el andar tembloroso, los baúles de su propia historia, los souvenires de sus personas amadas, las memorabilias de aquellos que lo hicieron “rockero, ricotero y rioplatense”, como canta, casi a capella, en “El palacio de las flores”.
Es probable que Calamaro nunca se propusiera ser un periodista, pero sus largas brazadas en el mar de excrementos donde suelen germinar las flores de un país como Argentina han dejado frases memorables que identifican con una claridad lacerante el momento social y político de su país de origen. “Mucho traje de fajina / pero sobra cocaína” fue la descripción irrefutable y precisa del fin del menemismo y el auge del duhaldismo, que tarde o temprano iba a reemplazarlo mediante la fuerza armada de la tenebrosa policía bonaerense. “No pienso estar en enero en Pinamar / no me gusta cagar en el mar” es el paisaje desolado y hondo del decadentismo menemista, por el gobierno de Carlos Saúl, que dejó sumida a Argentina en una profunda crisis económica y social.
De sociedad, él, el honesto brutal, también conoce y aunque nunca pasó por la universidad para hacerse sociólogo, en “Vigilante medio argentino”, la imprescindible canción de El salmón, delinea como nadie el claro perímetro del clasemediero nacional, una categoría casi racial que en el país sudamericano ha definido, para bien y para mal, el desarrollo de la historia.
Como en Memoria del miedo, del periodista argentino e inglés Andrew Graham Yooll, Calamaro ha sabido también – y tan bien- transmitir el perfume de los días negros de la cruenta dictadura militar, en medio de cuyo clima de terror él fue niño primero y adolescente después.
“Mucho Matute de gorra en la calle / mucho no señor, sí señor”, canta sin pretensión épica en “El palacio de las flores”, evocando el perfume de aquellos cotidianos pasares por enfrente de las sedes policiales, cuando Argentina toda era un puesto militar activo y al acecho. Hijo de Malvinas, en “Vietnam” (Nuestro Vietnam) aclara muy bien que no perdonará a los impulsores de aquella absurda tragedia bélica.
No sabemos si el creador de “Mil horas” y “Sin gamulán” pretendió alguna vez ser un artista pop, pero muchas veces sus temas estuvieron en la punta del hit parade y a la hora de contar los billetes, innúmeras cajas registradoras de la multinacional Warner tocaron una sinfonía en honor de sus canciones.
¿Habrá intentado la poesía? Sus temas “Media verónica” o “Sin documentos” , entre tantos otros, poseen altura lírica y en aquello de vivir lo que se escribe, ha dejado alma y cuerpo, con voluntad maiakovskiana (por Vladimir, el gran poeta ruso) en muchos de sus versos. No es poca verdad: los afiliados a su club adivinan las gotitas de sangre , las lágrimas doradas, los gritos sordos, los zapatos de hormigón y las tristes sombras entre los pliegues de sus melodías.
¿Cinceló entre el dolor y la gloria esa indómita coherencia de las contradicciones? Sólo las bestias y los generales no dudan y dicen lo mismo siempre (también los maestros y los mediocres). La inteligencia práctica, que es aquella que nos permite tener diferentes opiniones sobre un mismo tema (la negación simultánea o la afirmación sin soberbia) le ha permitido al niño que no le “interesaba la pelota”, construir involuntariamente sagrados himnos de tablón futbolero, al tiempo que homenajear en una canción ya clásica a su gran amigo Diego Maradona. Calamaro ha grabado también “Estadio azteca” (especie de basílica para los argentinos que disfrutaron allí de la obtención del campeonato mundial de fútbol en 1986), con letra de su amigo Marcelo Scornik y ha sido y parece ser todavía, el crítico más feroz de esa cultura de la camiseta que envuelve a la mayoría de los nacidos en su suelo. En la entrevista otorgada a la revista mexicana DIA SIETE a principios de julio de este año, afirmó en forma tajante que los argentinos “no somos un pueblo responsable y tenemos el espíritu patriótico definido por el fútbol.”
Cuando decía que quería llegar delgado a Tacuarentown (ahora dice que había que llegar vivo a la cuarentena), Calamaro era frívolo. Y cuando hacía rimar el florero con el cenicero, Calamaro era provocador. Cuando canta sus canciones en ritmo de bailanta (algo así como la música grupera), Calamaro es divertido.
El buen humor es una virtud un tanto ausente en su carácter. Para decirlo en buen romance: se relaja poco y su atribulada pasión guerrera hace nido en todas las batallas, en todas las peleas. Tanto así que a veces no sorprende verlo como el Ironman de Robert Downey Junior: sin guantes de boxeo, enfrentando al monstruo, en el medio del ring.
Quizás esta persistente actitud de gallo cocorito, de culo apretado y mentón al frente, se le vaya disolviendo con el transcurrir del tiempo (al fin y al cabo, es la estupidez el único mal que la edad no cura), pero hay que decir en su descargo que no le ha resultado fácil transmitir su discurso en medio de las hordas opinantes que quisieron aturdir el fluir de su obra.
Por lo pronto, Andrés Calamaro nunca ha sido venerado en su país natal, donde estuvo siempre demasiado comprometido con la actualidad, lo que le impidió calzar esa aura misteriosa con que artistas de diferente temperamento han sabido escabullirse del mundanal ruido. Es artista de potrero, de eso no hay dudas, un callejero que toca el timbre y sale corriendo, el típico marranito que levanta la falda a las muchachas y luego pone cara de “yo no fui”, ejercitante saboteador de museos y fiestas patrias, niño que se sube a la azotea con sus compañeros dispuesto a dirigir las maniobras de la travesura próxima. Con esas cualidades no se construye una leyenda, está clarísimo. Acaso se combate, con armas prodigiosas, el monstruo invencible del aburrimiento.
Ni los muchos que a lo largo de estos años lo han seguido con fervor futbolero ni aquellos que lo han despedazado a mansalva (seguramente por haberse quedado con los favores de todas las ninfas del condado), supieron justipreciar su obra vasta y necesaria.
Incluso cuando la irrefutable inserción popular de sus melodías obligó a artículos laudatorios, la frecuente cita a sus asuntos personales despedía un tufo a menosprecio que daba náuseas. Como si en el canto sublime de Camarón de la Isla tuviera algún peso su desgraciada adicción a la heroína, como si escuchar a Gardel fuera oír sus batallas perdidas en contra de la compulsión por la comida, como si en la célebre escena de la despedida en Casablanca, recordáramos las altas plataformas que calzaba Humphrey Bogart para no quedar tan chaparro al lado de Ingrid Bergman.
No ha lugar. Ni el aplauso cuando dice “fumemos un porrito”, ni la lectura de su obra en clave de artista drogadicto, al que la chica lo dejó. Qué bueno por él que ahora sea un devoto padre de familia, un esposo enamorado de su mujer, un hombre que controla las adicciones. Para la percepción esencial de una obra magnífica, casi monumental, no ha lugar las circunstancias trágicas o gloriosas de su transcurrir íntimo. Además, él lo ha contado y lo cuenta todo en sus canciones. No ha lugar al análisis de lo ya analizado por el propio artista.
En los últimos dos años, sin embargo, ha acontecido un despertar calamaresco que da tibieza al corazón y regocijo al alma. De pronto, los argentinos se dieron cuenta del pedazo de artista que moraba en sus calles y rincones y le empezaron a dar todos los premios que antes le habían retaceado. Este hombre ha ganado el Gardel de Oro, el máximo galardón que se entrega en Argentina a la producción musical, en dos oportunidades, una en 2006 y otra en 2008.
Entre todas las cosas que Andrés Calamaro no quiso ser, se destaca aquella por la que siempre se distinguió y a la que se entregó con vocación de acero. Él es un cantante, o mejor aún: un cantor, un cantor popular. Entona maravillosamente y sus fraseos e inflexiones tienen sensualidad, un valor escaso en el rock en español.
Curiosamente, él, que ha sido de todos los célebres rockeros argentinos, el que menos relación ha tenido con sus pares brasileños, ha sabido como sus colegas del país vecino, realizar una obra inmensa en torno a las canciones (En Brasil, ¡hasta Hermeto Pascoal escribe canciones!).
Con convicción tolstoiana, la pintura de su aldea le ha permitido hablar del universo y es a ese artista cantor, hacedor de canciones inolvidables y eternas, al que disfrutaremos en México en octubre próximo. Al fin. Llegó la hora.
(Ilustración de Augusto Costhanzo)

domingo, 28 de septiembre de 2008

ALVARO ENRIGUE, PORTADA DE RADAR, PERIÓDICO PÁGINA 12

libros

Domingo, 28 de Septiembre de 2008

Vidas mías

Por Monica Maristain

Alvaro Enrigue (1969) ya había amenazado con ponerse de moda con su proverbial antología de cuentos Hipotermia. De ese libro dijo el reputado crítico mexicano Christopher Domínguez: “Creo, tras leer Hipotermia, que Alvaro Enrigue es de los pocos escritores mexicanos (y si me apuran, de todo el orbe de la lengua) que está escribiendo cuentos que no son ni borgesianos ni chejovianos”. Las promesas se cumplieron y quizás por ese desparpajo que Enrigue despliega en torno a las cuestiones “literarias”, ha traído al mundo de la literatura en español, una frescura y un tono personal que le permiten transitar por una ruta propia, no original ni rotundamente nueva, sino suya, de él. Esa distinción es la culpa quizás de que sus editores nombren a Vida perpendiculares, como la expresión de “novela-río” o “novela cuántica”, Dios sabrá lo que eso significa, categorizaciones que el autor se niega a explicar, precisamente porque ni él las comprende. Lo que es cierto es que, entre el humor inteligente y la tierna ironía de quien nunca abandonará a sus personajes en el desierto (no al menos sin indicarle la dirección del oasis más cercano), Enrigue ha sabido entregar con Vidas perpendiculares, una novela con una estructura que permite el tránsito de sus personajes principales por varios tiempos. Entrar a la atmósfera de Jerónimo Rodríguez Loera, el hijo deforme y hermano con mala fortuna, el rechazado y aislado de su familia, es como meterse en los espejos de Alicia, no para encontrar conejos amables, sino para entablar sabrosas conversaciones con un monje del siglo XVII, una doncella griega o un anarquista asturiano en Buenos Aires.

Sicilia, Chicago, Buenos Aires, Jalisco, Argentina, Italia, México... los paisajes por donde uno de los escritores jóvenes más prometedores de la literatura mexicana, vuela sin paracaídas ni protector solar.

Alvaro Enrigue es hermano del también escritor Jordi Soler, y ha vivido entre el Distrito Federal y Washington D.C. Ha sido profesor de Literatura en la Universidad Iberoamericana y de Escritura Creativa en Maryland. Se dedica desde 1990 a la crítica literaria y ha colaborado en revistas y periódicos de México y España. A su regreso a México, después de una breve etapa como editor de literatura del Fondo de Cultura Económica, ha pasado a formar parte de la dirección editorial de la revista Letras Libres. Ganó el Premio de Primera Novela Joaquín Mortiz con La muerte de un instalador, en 1996.

Definitivamente, nunca presentará su última novela en Sicilia, ¿verdad?

–Apareció una reseña en La Nueva España –el periódico esencial de Asturias– en la que se preguntaban por qué un novelista mexicano trataba tan mal a la patria chica. A mí no me puede preocupar menos el alma nacional siciliana, asturiana o mexicana. Lo único que puedo argumentar en mi defensa es que a Jalisco –mi patria chica– le va peor. Espero que los lectores agudos noten que la descarga va contra los micro-nacionalismos y no contra el terruño de nadie.

¿Conoce Sicilia?

–No, pero conozco a una porteña de origen siciliano. Verla odiar fue suficiente.

¿Son dignos de tener en cuenta sus conocimientos botánicos?

–Me angustia muchísimo que ya nadie sabe los nombres de los árboles. Es un conocimiento que está por perderse si no hacemos algo. He hecho un esfuerzo consciente por conocer por nombre a la flora de la ciudad de México. Y obligo a mis pobres hijos a conocerla. Dylan, que tiene dos años, dice: “Mira, un ahuehuete” cuando pasamos junto a uno. Nada en el mundo me honra tanto.

Si alguien le cuenta algo que usted no quiere escuchar, ¿comienza a hablar de la floración del durazno como hace Mercedes de Vidas perpendiculares?

–Mis estrategias no son las de mis personajes. Mi madre habla muchísimo por teléfono, así que he desarrollado la habilidad de entregar respuestas cabales y creíbles sin escuchar ni una palabra de lo que me están diciendo.

¿Lee todo lo que escribe su hermano?

–Los libros sí. Creo que siempre soy el primero en leerlos impresos. Los artículos, cuando me los encuentro.

¿Él lee todo lo que escribe usted?

–Me escribe largas cartas sobre su lectura de mis libros. Me costaría salir a dar la cara a la prensa sin su espaldarazo.

¿Qué tanto de Caín y qué tanto de Abel hay en cada uno?

–Caín era agricultor y Abel pastor; de eso se trata ese relato: Yahvé quiere a un pueblo errante, así que elige al pastor. Jordi y yo somos dos escritores pequeñoburgueses; la pregunta no aplica.

¿Por qué a su personaje le duele más la indiferencia de la abuela que de la madre?

–La madre no puede ser indiferente a ninguno de sus hijos. En cambio la abuela, que no tiene un lazo tan hondo con los nietos, tiene una política: distingue entre los bastardos y los herederos.

¿Tuvo usted alguna abuela que pudiera ser un personaje de novela?

–¡Puf! Tengo una de 98 años. Hace poco la llevamos a comer y pidió sesos a la mantequilla, algo que yo ya no puedo comer. Y la otra era un personajazo: cuando se murió su marido se descocó en grande.

¿Por dónde empieza a hablar de usted cuando le preguntan por sus orígenes?

–Los Enrigue llegaron a América en el siglo XVI y llegaron todos: desde el siglo XVII no hay ni un Enrigue en Extremadura. Sólo los Moctezuma son más americanos que nosotros.

¿Quiénes son o fueron sus padres?

–Dos profesionales de clase media. Nuestro padre es una especie de estrella del derecho internacional. No un diplomático, pero sí un viajero prolongado y, por lo mismo, siempre se iba con nuestra madre. Se quedaban por períodos largos en Bruselas o en DC, en Berlín o Constantinopla. Mi madre es una refugiada republicana barcelonesa que estudió Química y trabajó en clínicas de ginecología y obstetricia del Seguro Social hasta que tuvo su primer nieto y lo mandó todo a volar. A la pobre siempre le descontaban toneladas de días porque tenía que estar en las cosas diplomáticas de mi padre, pero volvía y seguía trabajando. Es una de esas heroínas discretas que conciliaron mundos más allá del deber para que las mujeres de hoy pudieran tener la carrera profesional que se les dé la gana. A veces se nos olvida lo difícil que fue para ellas.

¿Qué recuerda usted de su infancia?

–Un aburrimiento infinito, como todas las infancias. Tenía pésimas calificaciones.

¿Y de su adolescencia?

–Una diversión infinita. Seguía teniendo pésimas calificaciones.

La descripción que hace de la ciudad de Chicago en su novela, ¿no está un poco influida por la televisión, por la serie Los Intocables, por ejemplo?

–Es una ciudad que conozco bien, pero las influencias son inevitables y saludables. Me parece que un imaginario pop es tan útil como influencia como uno de mayor jerarquía cultural.

¿Este es un libro para saldar cuentas con Freud?

–Es el Santo Tomás de Aquino del siglo XX. El psicoanálisis cura, pero por la misma razón por la que curan los chamanes: opera sobre el lenguaje, que es el medio con que damos categoría al mundo. Eso no quiere decir que uno vaya por el mundo queriéndose tirar a su mamá y odiando a su papá.

¿Sigmund Freud era más un poeta que un científico?

–Un ideólogo formidable, inteligentísimo; con una sensibilidad que cambió al mundo. Un escritor maravilloso. Un fanático de sí mismo y un gran ensayista, pero no un poeta. Los poetas son pocos.

¿Este es un libro para saldar cuentas con los muralistas?

–Todavía quedan cosas en las que nos podemos reír de ellos, ¿no? ¡La retórica triunfal! ¡El nacionalismo idiota! ¡La grandilocuencia comunista en un grupo de asalariados de un gobierno burgués! Eran buenos artistas, pero ideológicamente hacían agua por todos lados. Escribir novelas es encontrar esas fisuras y echarles sal. Reírnos nos dice tanto de lo que somos como pensarlo severamente. La novela es la crítica de lo menor, la discusión con nuestras miserias.

¿Qué diría de la situación actual entre los Estados Unidos y México?

–Es la misma de siempre. Me recuerda a un episodio de mi juventud, en el que corté con una novia y a ella le conmovió sinceramente, porque no se había enterado de que anduviéramos.

¿Dónde le duele más la literatura mexicana: en la cabeza o en el corazón?

–Creo que es una literatura saludable. Me preocupa la extinción a mil por hora del arte de la reseña, que era el gran espacio de conversación libresca. Es un fenómeno universal que se explica un poco con el triunfo de los diseñadores sobre los editores en la guerra por el contenido de los periódicos y un poco por la proliferación de la imbecilidad pública que ha promovido la cultura del blog. Todo va más o menos junto: Internet banalizó la opinión escrita y esto produjo que el peso de los contenidos de un medio impreso se cargara al lado de lo visual. ¡Pum! El fin de la era Gutenberg, que me gustaba. Creo que el fin de la reseña es sólo el principio.

¿Cuál es su autor mexicano favorito?

–¡Puf! Estás hablando de una lista que incluye a Sor Juana y Juan Ruiz de Alarcón, nada más para abrir boca en el XVII –¿Bernal Díaz o Netzahualcóyotl en el XVI?,¿los podríamos considerar mexicanos?–. Creo que si alguien puede tener un autor mexicano favorito, no sabe nada de literatura mexicana. Es como preguntarle a alguien “¿Cuál es tu estrella favorita?” Respuesta: “Mmmmm, ¿la A4E54637-3.?”.

¿Carlos Fuentes ganará el Nobel o antes lo ganará Mario Vargas Llosa?

–Vargas Llosa es de derecha y Fuentes lleva años escribiendo libros indignos de su bibliografía primitiva. Ninguno de los dos se puede sacar el Nobel.

¿Qué novela le hubiera gustado escribir?

–Rojo y negro; bajándose al puro seleccionado latinoamericano, Conversación en la catedral.

De todos los personajes y tiempos que integran su última novela, Vidas perpendiculares, ¿con quién se siente más identificado?

–No tiendo a sentirme identificado con mis personajes, pero mi favorito es el caza-monjes napolitano. El relato que prefiero es el de la griega que se cree listísima y va y se enamora de San Pablo. También me gusta mucho el muralista al que le va fatal por ser de derecha.

¿Cree en las vidas pasadas?

–Por supuesto que no. Ni en las vidas pasadas, ni en la salvación del alma, ni en el psicoanálisis, ni en la lucha de clases, ni en Elena Poniatowska, ni en nada.

¿Es que usted no guarda recuerdos de la felicidad?

–Por supuesto, pero la felicidad no es valor literario. Como Jefferson, yo aspiro a la felicidad, pero la novela es heredera de la épica y la tragedia; no hay espacio ahí para el contento. Por otro lado, Vidas perpendiculares tiene final feliz para que veas que no soy ningún azotado.

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martes, 9 de septiembre de 2008

GIL Y MILTON



Cinema trascendental, Maiakovski, las preocupaciones de los padres por sus hijos, enfrentados al dilema de darles más o menos libertad, la bossa nova y por encima la luminosa sombra de Antonio Carlos Jobim, todo eso y más construyen un acontecimiento musical importante en Brasil.
Si en el 2001, Milton Nascimiento y Gilberto Gil se juntaron deliberadamente para hacer, con las reminiscencias de su amada Elis Regina, el prodigioso Gil & Milton, esta vez es la casualidad la que los une en un lanzamiento simultáneo de dos trabajos discográficos recientemente salidos del horno y que ya tienen destino de clásicos.
Con la producción de Liminha (productor y ex bajista de Os Mutantes) y manteniendo de aquella banda del 2000 a Sergio Chiavazzoli en la mandolina, el ex Ministro de Cultura de Brasil vuelve a sus canciones originales (desde Quanta, en 1997, que Gil no lanzaba un disco con sus propios temas) para entregar Banda larga cordel -Banda ancha, en la traducción al español- (UNIVERSAL).
Con 15 piezas y un cover (“Formosa”, de Vinicius de Moraes y Baden Powell), el sexagenario compositor y cantante vuelve a echar raíces en la música sertaneja, con un sonido festivo y multicolor que remite a la banda sonora de Eu, tu, eles, el filme de Andrucha Waddington que Gil musicalizó en el 2000. Como viajando en su pau de arara, el célebre bahiano nacido en 1942, comienza con “Despedida de soltera”, una canción de banda popular instrumentada al mejor estilo Kusturica y la No Smoking Orchestra, aunque sin la pomposidad del serbio y todo el humor lírico de las historias de la gente sencilla (en este caso la de una muchacha que decide casarse con otra).
Porque nada es ampuloso en Gil, sobre todo desde que a causa de los discursos políticos que tuvo que dar al frente de su ministerio, su voz quedó velada por una pátina que le quitó estridencia y brillo, pero dejó intacta la afinada hondura a que nos tiene acostumbrado su conocido estilo interpretativo.
No es el caso del hijo dilecto de Minas Gerais a quien la edad, según el humorista Edson Aran lo viró hacia una versión más joven de la octogenaria Dona Ivone Lara (sobre todo por el botox que ha hecho estragos en el rostro de Milton, de 66 años), pero en cambio mantuvo fresca su voz maravillosa.
Es el cantar estremecedor de “Bituca” Nascimento lo que pone en el centro de la escena musical a un siempre joven Antonio Carlos Jobim en Novas bossas (Warner). La raíz familiar se mantiene con la presencia de Paulo Jobim, hijo del genial autor de “Insensatez” y “Chega de saudade”, en la guitarra, con el piano de Daniel Jobim, nieto del patriarca fallecido en 1994 a los 56 años, el contrabajo oportuno de Rodrigo Villa y la batería legendaria de Paulo Braga, contemporáneo de Milton y quien acompañara al maestro Jobim en su tiempo. Son precisamente Braga y Villa los que parecen adaptarse mejor al fraseo peculiar de Nascimento, quien, como decía Elis Regina “si Dios cantara, tendría su voz”. Es ese modo de estirar la melodía hasta un límite que casi la convierte en otra lo que convierte al mineiro en un cantante extraordinario. El pianismo dramático y protagónico de Daniel Jobim, a quien algunos críticos se han apresurado a equiparar con el de su abuelo, suena un tanto desajustado en varios tramos, aunque ese primer plano de los teclados bien podría ser una elección del productor Chico Neves.
Como sea, la voz de Milton todo lo salva en este paseo fantástico por temas clásicos como “Caminhos cruzados”, “Samba do avião” o el memorable “Chega de saudade”, en el que Milton hace ostentación de su arte inconmensurable.
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jueves, 4 de septiembre de 2008

ENTREVISTA A CATHERINE MILLET




MEMORIAS SEXUALES DE UNA INTELECTUAL GALA

Tiene una mirada inconmensurablemente dulce y un aire reconcentrado que otorga comodidad a su interlocutor de turno. No es una sexóloga folclórica que necesita hablar fuerte y grave para mantener la llama encendida en una guerra entre géneros que, en los principios del nuevo milenio, parece pedir a gritos una reformulación. Tampoco es una feminista recalcitrante. Ni cumple con el estereotipo de la descocada amarga y ya de vuelta de todo con que cierta prensa amarillista quiso enmarcarla después de que publicara su profusa biografía sexual. No tiene el tipo de las luchadoras incansables en contra de los pudores y las costumbres hipócritas que todavía se ejercitan en las sociedades que se dicen modernas y avanzadas. Por lo pronto, Catherine Millet mantiene un oficio comprobado, el de dirigir Art Press, una de las revistas de arte contemporáneo más importantes de Francia, su país de origen. A la fama mundial, sin embargo, no saltó por su buen gusto en elegir cuadros o esculturas, sino por el ejercicio literario que en el 2001 devino en escándalo y ventas multitudinarias. La vida sexual de C, un libro que narra sin pasión y con mucho detalle los ejercicios sexuales de su autora, es más bien un tratado fotográfico y casi científico de todo lo que un cuerpo puede enmarañarse con el de otro, otros y otras. Con precisión de entomólogo y casi sin pasión aunque el tema requiera cuanto menos calor humano Millet, una verdadera luminaria del ambiente cultural galo, narró sus peripecias. Con ello, no sólo despertó una furibunda polémica en los círculos que la tienen como figura protagónica, sino que traspasó también las líneas de su propio coto de caza para despertar las más variadas opiniones entre los escritores, sexólogos y estudiosos de los comportamientos sociales de diversas partes del mundo.
Escandaloso desde el título, el libro sin embargo decepcionará el lector que busque entre estas páginas un estímulo a sus locas fantasías eróticas.
Por el contrario, el cuerpo de Catherine puesto al servicio de un goce casi científico mediante experiencias de sexo grupal y osadas maniobras gimnásticas en sitios tan impropios como parques públicos o playas de estacionamiento, consuma la percepción de que el sexo también puede ser un acontecimiento que se expresa fuera de uno mismo.
Es la cadena de montaje de cuerpos que se relacionan mediante las posiciones más variadas lo que permite reflexionar acerca de la “ajenitud” de un goce que, atenuada la disquisición moral, se convierte en un hecho mecánico e imposible de satisfacer.
Cuando más se expone el cuerpo a los enredos físicos y acumulativos entre personas que desconocen sus nombres y por tanto cualquier otro dato de sus respectivas vidas, más se presiente la virtud del ser interior, ese que no muestra ningún detalle de su intimidad en el intercambio vertiginoso de fluidos y movimientos.
Catherine puso el dedo y demás zonas del cuerpo en un experimento que, al ser narrado, parece ganar más emoción que el que pudiere haber obtenido su impulsora.
En su libro, algunos pasajes técnicos como la descripción puntillosa del sexo oral o los mecanismos por medio de los cuales acontece la excitación más pura, se convierten en una fuente inmejorable para conocer los misterios insondables de la sexualidad femenina.
Así que así están las cosas cuando nos enfrentamos a esta mujer, insistimos, dulce, madura y bella, portadora de una inteligencia afable e instigadora, acaso sin buscarlo, de múltiples reflexiones en torno a ese tema tan urticante denominado sexo.
Es, por qué no decirlo, una provocadora y alguien que no parece haber especulado con una fama que la ha hecho circular por el planeta entero para explicar lo que a veces, le resulta inexplicable.

En su libro no parece importar mucho la moral. El sexo, practicado a destajo y en abundancia, carece de ética y puede resultar hasta aburrido, hasta no significar gran cosa. ¿O el sexo propicia una moral propia y excluyente de otras?

Hay una palabra que usé en mi libro en francés y que no sé cómo quedó traducida al español donde expresaba que el sexo puede ser un modo de vida. En el sentido de que el sexo puede ser una ética propia y personal de vida. Para mí, el comportamiento sexual que uno tiene, en cierta medida propicia una gran influencia en todos los demás actos de la vida.

Pero también el sexo puede ser una actividad meramente higiénica, mecánica...
Algunos críticos de mi libro dicen que yo he banalizado el sexo y yo creo que el placer del sexo reside, precisamente, en esa banalidad. En la facilidad con la que uno puede establecer muchos y buenos intercambios con alguien en la sexualidad.

Entonces la ética que usted propone para el sexo es la que muchos también proponen para el arte y cuándo no para la vida, la ética de la inutilidad, de lo que es placentero precisamente porque es innecesario...
Absolutamente. Así es.

Los hombres amigos míos me pidieron que le hiciera esta pregunta. ¿Qué piensa usted de los hombres, Catherine?
(risas) No me gustan las generalizaciones. No me gusta hablar de Los hombres o de Las mujeres. Lo que podría decir con respecto a su pregunta es que probablemente yo soy muy diferente a las mujeres de mi generación en cuanto que ellas son y fueron mucho más feministas de lo que yo lo he sido o soy en realidad. Las mujeres de mi generación siempre estuvieron mucho más en guerra con los hombres que yo. Es posible que en mi sexualidad, haya experimentado una especie de mimetismo con los hombres, que me haya comportado más como los hombres suelen comportarse en la sexualidad. Por este motivo, siempre me he sentido más cómplice de los hombres que su enemiga.

Pero los hombres, si no estamos en su contra, se desorientan mucho, Catherine. La mayoría de ellos nos prefiere en guerra...
Mmm...no sé...lo que sí creo es que el feminismo ha llenado de culpa a los hombres jóvenes. De hecho, se habla de dos guerras diferentes. Está esta guerra entre los hombres y las mujeres, que ha existido desde siempre, que es una guerra de amor, si lo podemos llamar así. Pero hay otra guerra, que es la que han implementado las feministas. Esa guerra ha dejado de ser una guerra de independencia, de autonomía y por lo tanto de una reivindicación de una especificidad. La guerra se transformó en algo despiadado que dañó la comunicación entre hombres y mujeres.

Seguramente muchas mujeres que leen su libro y que encuentran su descripción del sexo oral o su excitación cuando mira, por ejemplo, libros pornográficos, se sienten identificadas. Muchas mujeres deben sentirse amigas suyas...debe tener muchas amigas lectoras.
Sí, absolutamente. Mis amigas lectoras me lo dicen siempre. Y este comentario es más interesante si lo relacionamos con lo que hablábamos antes con relación al feminismo. Yo creo que las mujeres feministas piensan que si uno elogia el sexo oral o la excitación en los objetos, es porque la mujer pretende con eso igualar su placer al de los hombres. Allá ellas.

¿Por qué se habla tan poco de la sexualidad femenina? Usted misma, Catherine, cuenta en el prólogo de su libro que nunca antes se había planteado hablar de su propia sexualidad...
Pienso que hablar de la sexualidad femenina es algo nuevo, a pesar de que ha habido mujeres pioneras en la materia, por caso Anais Nin. Pero creo que si alguien está hablando mejor de la sexualidad ahora, es la mujer, no el hombre. Creo que la mujer tiene una visión más verídica y menos idealizada de la sexualidad que el varón.

A pesar de no haber tenido sus experiencias, muchas mujeres manifestaron haberse sentido menos solas después de leer su libro.
Oír este comentario, que lo escuché tantas veces, me sigue dando mucho gusto. Yo no escribí el libro para decirle a las mujeres: - hagan lo que yo hice, sino más bien para decirles a ellas que expresaran sus fantasías, díganlo, practíquenlo, es importante hacer conciencia de ello.

¿Escuchó alguna vez algo más cursi que eso tan común de “no existe el sexo sin amor”?
(risas) Sí, pero más que cursi, eso es absolutamente falso. Muchos de los dramas humanos, a mi juicio, nacen de esta confusión que hay entre el deseo sexual y el amor. La mayoría de los hechos que pueblan las páginas policiales de los periódicos vienen de esta confusión, precisamente.

¿Qué opina de esta nueva corriente de jóvenes como Britney Spears que defienden la virginidad?
(risas)

Bueno, ya lo respondió
Diré que eso debe consistir en una forma de perversión muy refinada, que obviamente yo desconozco.

¿El deseo impaciente sólo se soporta gracias al trabajo, como dice en su libro?
Bueno, me ha pasado estar obsesionada con algunos hombres y haber podido aliviar esa obsesión gracias a mi trabajo. Digamos que no lamento esa experiencia, pero ser adicto sexualmente a alguien puede generar un gran sufrimiento. No lo propicio.

El trabajo, entonces, como un gran refugio para escapar de la obsesión...
No diría un refugio, sino la posibilidad de que la puerta de la oficina se convierta en una barrera impermeable que divida a la obsesión de la vida normal.

¿Es la masturbación una nueva conquista femenina?
No, la conquista consiste en poderlo decir. La masturbación es un placer tanto para los hombres como para las mujeres. Y siempre ha existido y siempre existirá. Un hombre periodista me dijo que le había llamado mucho la atención el pasaje de mi libro en el que digo que el placer máximo lo he encontrado en la masturbación. De hecho, sí, me imagino que esto debe representar una constatación un poco preocupante para cualquier hombre.

¿En el encuentro entre dos seres puede funcionar el deseo sexual de forma independiente de la razón o de la voluntad, como funciona por ejemplo el instinto de supervivencia en la especie?
Sí, absolutamente. De hecho, el instinto sexual es la parte animal que permanece en el hombre.

Mucha gente dice de usted: Ah, la francesa que se tiró a tantos...¿es importante para usted el concepto de la cantidad?
El primer capítulo de mi libro se titula: El número. La multiplicación de partenaires sexuales no correspondía en absoluto a la idea de conquista como sucede en el Don Juan o en el Casanova. Para mí era mucho más importante desplegar la idea, el concepto, de estar totalmente disponible cualquiera fuera la persona que yo tuviera enfrente.

Una búsqueda, entonces, de la aniquilación del ser, como dice en los últimos capítulos de su libro...
Uno de los placeres que yo pude encontrar en medio de mis experiencias grupales era la sensación de ahogarme, de desaparecer en la masa humana...

Usted dice que los fantasmas sexuales son demasiado personales como para compartirlos. ¿No cree que el hecho de compartirlos puede generar una energía armonizadora en quien los comparte?
Aun en una relación estable con una pareja, sí, es mejor expresar los deseos, es cierto, pero la verdad es que pienso que aun cuando uno pueda llevarse demasiado bien con su pareja, la coincidencia exacta no existe, es una idea sumamente romántica.

¿La imaginación es mejor que la belleza en la experiencia sexual?
La imaginación es importante, por supuesto. A propósito de la imaginación, hay muchos periodistas que creen que yo inventé todo lo que escribí en mi libro. Y lo que pienso es que esta gente carece de imaginación. No les cabe en la cabeza poder imaginar que uno puede organizar su vida sexual tal y como yo lo cuento en el libro.

¿Detrás de su libro usted cree que vendrán más libros en esa línea?
Estoy convencida de ello. Parece que sorprendí a la gente porque muchos sienten que llegué a un límite. En cambio tengo la certeza de que detrás de mi libro, vendrán muchos que rebasarán ese límite.

Hay muchos hombres que no saben nada de sexualidad femenina, pero eso no duele tanto como el hecho de que no les importe saber o no saber al respecto.
Bueno, hay de todo entre los hombres. Yo he recibido muchas cartas de hombres que han leído mi libro y que dicen: - qué bárbaro, cuánto entiendo ahora de la sexualidad de mi mujer. Y hay también otros hombres que complementan con sus propias experiencias muchas de las cosas que yo digo en el libro. Algunos hombres son muy atentos y saben mucho, y buscan saber más.

¿Se siente una dotada físicamente hablando? Digo, por la resistencia...
(risas) Sí, tengo mucha resistencia física. Pero sobre todo ahora, cuando la publicación de mi libro me obliga a viajar por todo el planeta. Me paso la vida en los aviones, y para eso hay que ser muy resistente.

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ENTREVISTA A HANIF KUREISHI


Dice Hanif Kureishi (Londres, 1954) que no ha habido dolor más grande en su vida que aquel otorgado (de a gratis y en porciones generosas) por los ingleses que sueñan con una Gran Bretaña blanca. La daga del racismo, para este autor descendiente de paquistaníes aunque pegado como lapa al paisaje interno y externo de su ciudad natal, le clavó hondas heridas en su adolescencia. Si hay dolor en el odio esa es una pregunta que sólo puede resolver la literatura.
Este hombre que no permitió que el odio le doliera tanto como para aprender a odiar más que sus agresores, ha escrito unos cuantos buenos libros, unos formidables guiones para películas memorables y ha traspasado el dilema de la discriminación racial para adentrarse como pocos en el más sustancioso dilema de las relaciones humanas en el mundo contemporáneo.
En 1985, un joven y prácticamente desconocido Daniel Day Lewis conmovía con su cara de ángel, su peinado punk y su amor por el joven Nasser (Saeed Jaffrey), en una lavandería a la que deseaba convertir en un cabaret. El racismo británico en el periodo thatcherista fue retratado en forma magnífica por Kureishi, en este clásico del cine de los 80 (My beatiful laundrette) dirigido por Stephen Frears y que le valiera a Hanif una candidatura al Oscar en la categoría de mejor guión.
En Sammy and Rosie Get Laid (Stephen Frears, 1987), Kureishi retomaba el universo de los “paquis” (como se les llama despectivamente en Inglaterra a los descendientes de paquistaníes), pasando de la anécdota particular a la exaltación de la violencia y el caos de un Londres plagado de enfrentamientos entre los inmigrantes negros y la policía represora del gobierno de Margaret Thatcher.
"Soy inglés, aunque no me enorgullezco de ello", decreta Karim Amir, alter ego del autor en la novela El buda de los suburbios (1990), crónica de Londres en los 70, pintado con el rock, el sexo y el racismo. Pero si muchos hasta entonces quisieron ver en el exitoso autor, integrante, junto a Julian Barnes o Ian McEwan, del llamado dream team británico publicado por Anagrama, un teórico sagaz de la problemática racial en Inglaterra, condenándolo a un tema único como territorio exclusivo de su literatura, no poca debe haber sido su decepción cuando Kureishi viró el rumbo de su temática para entregar, en el 2000, la demoledora Intimidad.
Aquella mujer que llega los viernes al despacho de un hombre con el que sólo mantiene sexo en el más completo de los anonimatos, y que abandona la relación perfecta al involucrarse afectivamente con su partenaire sexual, no fue sólo una descarnada visión de las parejas en el siglo XX, sino también un quebradero de cabeza para el propio escritor, por cuya ex mujer fue acusado de develar detalles demasiado íntimos del drama de su divorcio.
Intimidad se volvió película en las manos del francés Patrice Chereaux y obra de teatro representada en muchos escenarios del mundo; marcó, además, a Kureishi como el gran autor del desasosiego y la ironía, capaz de ejercer un costumbrismo a lo Chejov (el gran objeto de su devoción) que pone bajo su lupa implacable la curiosa manera de relación que ejercitan los humanos contemporáneos.
Su estilo es sencillo y su discurso compasivo; no habla con crueldad de sus criaturas, muchas de las cuales funcionan como su alter ego. Por el contrario, los encuentros y desencuentros de los adultos en las sociedades modernas, son reflejados mediante una pluma casi aséptica, con esa pasión casi infantil de quien, al describir “objetivamente” el mundo, se libra de entender lo que el mundo tiene de inexplicable.
Como gran observador de los hombres y mujeres de su tiempo, este cincuentón que estudió en el mismo colegio londinense donde lo hiciera su hoy amigo David Bowie, cultiva una literatura de atmósferas, territorios inmóviles donde un leve gesto puede producir una hecatombe.
La pareja que discute por la manera en que trasladarán a su hogar las sillas azules que acaban de comprar en el supermercado (Siempre es medianoche) o la indiferencia de Adam, un escritor sexagenario que en una fiesta recibirá la oferta de morar en un cuerpo más joven (El cuerpo), recrean (y muchas veces redimen) los mitos existenciales donde una sociedad condenada a vivir más años que sus predecesoras, busca un sentido que aliviane su permanencia en el mundo.
Y en ese desglose de los diálogos y maneras que dan sustancia a la comunicación de los humanos en los tiempos actuales, encuentra Kureishi su virtud: su literatura deviene global toda vez que atraviesa el corsé de las culturas regionales para narrar un drama universal que se resuelve, como en todos los tiempos, mediante el dilema del amor y el desamor.
Desde Londres, la ciudad que ha llegado a amar desde la extrañeza de saberse primero afuera del mundo y a la que ha hecho su única patria, Hanif Kureishi habla para este blog. Con dos libros recientes en el mercado, El cuerpo (una vuelta de tuerca tecnologizada y escalofriantemente posible en la era de la clonación al mito de Dorian Gray) y Soñar y contar, un ajuste autobiográfico con la frustrada vocación de escritor de su padre, Kureishi hace gala de un tierno orgullo por su exótico nombre de pila y revela a un escritor afable como pocos.

¿Qué haría usted si ya no publicasen más sus libros?
Me retiraría y me quedaría en casa con mis hijos.

¿Seguiría escribiendo como hacía su padre?
Lo dudo, porque si mis libros no son publicados no tendría sentido.

¿El editor es un enemigo a conquistar?
No, el trabajo que ellos hacen es muy útil. Los editores con los que yo trabajo me han ayudado mucho, cortando material, dándole forma y con ellos discuto mi trabajo.

¿Entre sus amistades más cercanas se encuentra un editor?
Sí, mi editor, Walter Donohue, es un muy buen amigo mío y nos conocemos desde hace mucho tiempo.

¿Nunca cayó en la tentación de convertirse en un editor?
No, no lo necesito. Soy un escritor, ¿por qué querría publicar los libros de otras personas?

¿Conoce a algún escritor que valga la pena ser editado?
Conozco a muchos escritores, algunos muy buenos y no todos consiguen ser editados. Mucho del tema editorial tiene que ver con el dinero y hay escritores buenos que no venden, entonces no vuelven a ser publicados.

¿Regatea mucho sus regalías?
No, tengo un agente que hace todas las negociaciones que yo no haría.

¿Ha ganado dinero con la literatura?
Sí, vivo de mi trabajo.

¿En qué cosas gasta su dinero?
Más que nada en mis hijos. Tener hijos es muy caro.

¿Tiene algún otro hobby caro?
No, no tengo. Me gustaría tenerlo. Pesqué durante mucho tiempo, y eso era bastante caro, pero ya no puedo hacerlo.

¿Le gustan, por ejemplo, los autos deportivos, la ropa de moda, los restaurantes lujosos?
Me gusta comer en restaurantes. No tengo auto, es imposible tener uno en Londres porque no lo puedes estacionar en ninguna parte. Nunca me ha importado demasiado la ropa, pero me gusta comer. Más que nada me gusta comer en restaurantes indios y son bastante baratos.

¿Cuál es el regalo más caro que ha hecho?
Creo que una casa a mi ex esposa.

¿Y qué le han hecho?
Es una buena pregunta. No lo sé. Un amigo usa ropa de diseñador y me regaló algunas prendas, así que me imagino que eso costó muy caro.

¿Dónde comió la comida más rica de su vida?
Me gusta mucho un restaurante en Londres que se llama The Ivy, que es famoso y muy bueno.

¿Cuál es su platillo favorito?
Las tostadas con queso.

¿Sabe cocinar?
No, para nada, pero me encanta comer.

¿Recuerda una borrachera que preferiría olvidar?
Son muchas las borracheras que preferiría olvidar.

¿Whisky, vino o agua mineral?
Realmente ya no tomo whisky, porque me da dolor de cabeza en la mañana. Más que nada tomo vino, aunque ahora estoy tomando cerveza. Y a veces tomo vodka, también.

¿Martin Amis, Saul Bellow o Salman Rushdie?
Siempre he admirado la obra de Bellow, es un muy buen escritor, que fue muy influyente en mi generación. Así que sería Bellow.

¿Piensa como Amis que Nabokov es Dios?
No, no realmente. Me gustan sus libros, los leo, pero no diría que es un autor que me haya fascinado. Tengo otro gusto en escritores. Soy un gran fanático de Marcel Proust, Sigmund Freud, Fiodor Dostoievsky, Anton Chejov, Honore de Balzac, Henry Stendhal y varios otros. También hay muchos otros escritores ingleses que admiro, como Charles Dickens y Graham Greene.

Usted dudó muchas veces de su identidad inglesa, ¿verdad?
Si tu familia viene de otro país, te preguntas dónde estás sentado y en qué tipo de país vives, pero ahora Londres es una ciudad tan cosmopolita. Camino por las calles y veo personas de 20 nacionalidades diferentes. Siento que ha habido un cambio en los últimos diez años.

¿Siguen dudando de su condición de escritor inglés quienes no admiten las inmigraciones de otros países?
Siempre va a haber gente que quiera que Inglaterra sea una nación blanca, pero nunca ha sido así. Vivimos en un mundo que se mueve, con personas que van y vienen, de Estados Unidos, Europa del Este, África. Eso es un hecho de la vida que se acentúa aquí por ser Inglaterra un país imperialista.

Que es una manera de preguntar, ¿los racistas ingleses siguen viéndolo como un extranjero?
No, creo que ya no, creo que la gente se acostumbró al cambio que se ha dado, que Inglaterra sea un lugar mezclado. Y, además, muchos de los escritores no tenemos origen británico: Kazuo Ishiguro, Salman Rushdie, y varios, así que ya están acostumbrados.

¿Qué es la patria para usted?
Creo que es donde vivo, Londres. He vivido toda mi vida acá, amo mi ciudad, me siento parte de Londres, mis hijos viven acá, mis amigos, mis casas editoriales, así que creo que esto es lo que considero mi hogar.

¿Se inspiró en Experiencia, la famosa autobiografía de Amis, para escribir Soñar y contar?
No, no he leído ese libro de Martin.

¿Qué pasa en Inglaterra que muchos autores jóvenes se sienten compelidos a escribir sus autobiografías?
La gente escribe ese tipo de cosas porque quiere entender quién es, las personas quieren pensar en su origen, en las relaciones con su familia, con su historia. Y en mi caso, con la inmigración. Es importante investigar tu lugar en la historia de tu familia y en tu tiempo, ubicarte, ver dónde entras en la conversación.

¿Cómo es vivir en un país donde es nota de la prensa amarilla (o rosa) el cambio de dientes de un escritor famoso?
Me gustan los tabloides. Los leo los domingos, me gustan los chismes, los escándalos y la trivialidad de esa información. Me divierten mucho.

Desde que descubrió que usted era londinense más que inglés, ¿comenzó a ver más bella su ciudad?
Siempre me ha gustado Londres. Crecí en los suburbios y venía a Londres más que nada con mi padre los sábados, a visitar a mi tío, a las librerías y restaurantes. Así que siempre vi a Londres como un lugar muy atrayente y activo. Además, es mi referente de gran ciudad cuando viajo a otros países.

¿Cómo es su casa?
Muy agradable. Hoy el día está soleado, estoy sentado en mi jardín. Tengo mi estudio, mi televisión, es un lugar muy cómodo.

¿Tiene un estudio confortable o escribe tirado en la cama?
Tengo un estudio. A veces escribo en mi cama, pero tengo un estudio con muchos libros, mi computadora, teléfono, plumas. Así que tengo un buen lugar para escribir.

¿Escribe a la mañana o a la tarde?
Escribo en las mañanas, en general. En las tardes voy al supermercado, recojo a mis hijos en el colegio. Escribo a diario, soy muy constante.

¿Cuántas horas al día?
Dos o tres horas al día, a veces un poco más. Escribir es un proceso más largo que sentarse a hacerlo y realmente siempre estoy pensando en mi trabajo.

¿Tiene poemas guardados en los cajones que jamás se animará a publicar?
Escribo poemas con mi hijo de seis años. Tenemos una pizarra llena de palabras que usamos para hacer poemas. Y ciertamente no estoy pensando en publicarlos. Es bueno para él, para que aprenda nuevas palabras, y me encanta hacer poemas con él. Mi esposa dice que yo lo disfruto más que mi niño.

¿Murió la poesía, venció la novela o se acabaron los géneros literarios?
Todos son tan distintos entre sí. Hay literatura, música, poesía, diferentes formas de arte en el mundo, diferentes formas de expresión.

¿Le da importancia a los cánones literarios?
Creo que a veces funciona tener una estructura, una especie de educación literaria, pero para mí hay muchas cosas interesantes que están fuera de los cánones, cosas muy estimulantes y que disfrutas. A veces considero que un libro es muy bueno y que a mí me sirve mucho y no está considerado en los cánones.

¿Cómo ve al canon de Harold Bloom?
Creo que está bien, pero es muy limitado. Dejó muchos libros interesantes afuera. Es como si sólo te gustara la selección de fútbol de 1994, claro, era un muy buen equipo, pero también hay otras maneras de disfrutar el fútbol.

¿Hay libros de lectura imprescindible?
Hay algunos libros que considero los puntos más altos que ha alcanzado la literatura. Se los recomendaría a otras personas, pero lo mejor es que cada persona lea, que entre en una biblioteca o librería a dar vueltas y a encontrar lo que le apasiona.

¿Cuáles son esos libros a los que se refiere?
Los grandes clásicos como William Shakespeare, Geoffrey Chaucer, Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, grandes escritores, poetas y filósofos que no se deben dejar de leer, que son parte fundamental de la cultura.

¿Hay autores considerados imprescindibles de cuyos libros usted no pudo pasar de la primera página?
(risas) Hay un libro muy exitoso ahora, con excelentes críticas, de una escritora muy famosa, no le puedo decir quién, pero no pude pasar a la página 2.

¿Lee mucho o escribe más?
Ya no leo tanto. Leía mucho cuando niño, ahora no tengo tanto tiempo. Y, además, cuando escribes dedicas la mayor parte del tiempo a eso, pero leo cuando voy en el tren o en un café.

Si pudiera meterse en el cuerpo de una persona más joven, ¿lo haría en el de Daniel Day Lewis?
(más risas) ¿Qué? Daniel no es mucho más joven que yo. Y quién sabe, quizás él querría estar en mi cuerpo.

¿Cómo nació la idea de El cuerpo?
Estaba pensando en Dorian Gray, el libro de Oscar Wilde, Frankestein y Dr. Jekyll y Mr. Hyde, ese tipo de tradición en la escritura británica, mientras veía mucha televisión basura. Estoy muy interesado en la cirugía plástica y poder cambiar el cuerpo y lo que pasa con la mente.

¿Qué ha hecho Daniel Day Lewis para merecer un padre escritor, un suegro escritor, una esposa escritora, para protagonizar una película como Mi bella lavandería, que lo hizo famoso, escrita por un escritor y no un guionista?
Dan viene de un contexto muy literario, creció rodeado de escritores, así que es muy obvio que se mantenga vinculado a él. Y le gustan los libros, le gusta escribir y es un hombre muy inteligente.

¿Usted nunca quiso ser actor?
No, me daría mucho miedo ser actor. Es un trabajo muy difícil. Preferiría estar siempre detrás del escenario. Los actores son personas muy observadas y yo no me siento cómodo con eso.

¿Sigue siendo amigo de Stephen Frears?
Desayuné con él esta mañana.

¿Tiene algún proyecto para hacer con él?
Siempre estamos hablando de cosas que vamos a hacer juntos, pero nunca funcionan. Nunca le gustan mis guiones. Además, él tiene muchísimos proyectos en los que está trabajando, siempre está ocupado, así que dudo que volvamos a trabajar juntos.

¿Fue pensada su profesión de guionista de cine o sólo lo hizo para pagar la renta?
Quería escribir guiones. A veces escribo también canciones; en realidad trato de encontrar la mejor forma de contar una historia. Y trabajar con los directores con que lo he hecho ha sido muy bueno. En general, me considero un contador de historias, entonces escribo lo mismo novela, cuento que guión.

¿Cuál de todas las películas basadas en sus libros le gustó más?
Lo que me gusta es la diferencia entre ellas. Son de directores diferentes, y es la variedad lo que disfruto.

¿Cómo le gusta ser reconocido: como autor teatral, como guionista de cine o como escritor a secas?
Sólo como un escritor, eso está bien conmigo.

¿Le gusta llamarse Hanif?
Sí, me gusta mucho, es un buen nombre, me queda bien. Siento que es el nombre correcto para mí.

¿Hanif es un nombre muy común en Pakistán?
Bastante común, pero no tanto.

¿Qué otras cosas son comunes a usted en Pakistán?
No creo que tener mucho en común con Pakistán, no me gusta Pakistán, no me gustan los países religiosos, creo que son lugares muy malos para vivir.

¿Ha tenido algún amante cuyas orejas no le gustaran?
No. Y hay otras partes del cuerpo en las que me fijo más.

¿Cómo cuales?
El alma

¿Ha tenido mucho amor en su vida?
Sí, he sido muy amado, por mis padres, por mis hijos, por muchos amigos. He sido muy afortunado y muy feliz y parece que le agrado a mucha gente y eso me gusta.

¿Ha amado mucho o ha sido muy amado?
Los dos. Hay mucha gente que me gusta ver, con los que me gusta juntarme y soy muy afortunado por la cantidad de personas a las que parece que le caigo bien.

Si periodismo y literatura se oponen mutuamente, ¿qué opina de los periodistas culturales?
Creo que periodismo y literatura son dos cosas diferentes. Es diferente escribir una novela que un texto para un diario. Un texto para un diario debe ser escrito para ser leído como algo rápido e interesante, en cambio una novela está pensada para ser una exploración más profunda de la conciencia humana. Los periodistas literarios son muy importantes, porque distribuyen información acerca de los escritores, de su trabajo. Si leo una buena reseña de un libro en el diario casi siempre pienso que me gustaría leerlo, así que hacen un trabajo importante para el escritor. Tienen que haber buenos editores, buenos críticos y buenos lectores para que la literatura funcione.

En su último libro, Lenguaje y silencio, George Steiner se refiere a la función del crítico y dice que existe la necesidad de reformular esa profesión en esta era, que él llama “la era del fin de la palabra, ¿qué opina?
Yo no creo que sea el final de la palabra, creo que la gente puede usar el lenguaje de manera muy creativa, que el lenguaje está cambiando y está vivo. Cuando veo a mis hijos, la manera en que hablan, la manera de hablar en la calle, y cosas así, hacen que el lenguaje esté muy lejos de dejar de cambiar y, por lo tanto, estar vivo.

¿Cómo son estos tiempos?
Estos son tiempos que están cambiando, más que nada a causa del fin de la Guerra Fría, de la caída del comunismo, y la amenaza que significa el fundamentalismo, estamos en una época diferente ahora, en la que tenemos que replantearnos lo que significa vivir en un mundo como el mundo que tenemos ahora.

¿Lee las críticas que le hacen a sus libros?
Sólo si son muy buenas, si no lo son tanto, no. Hago que otras personas las lean antes y que me digan si son buenas o malas.

¿Alguna vez intentó imitar a escritores que le gustaban?
Sí, muchas veces traté. Cuando era joven leía a algún autor que me gustaba mucho y me decía que quería escribir algo así. Creo que es importante crecer a través de la identificación.

Escribir es autocurarse y a la vez perturbarse, ¿qué ha habido más en su balance literario?
Es cierto que escribir es muy perturbador, es bastante estresante, es bastante difícil decidir qué vas a decir, y entonces cómo decirlo de la manera más hermosa, llegar a algo que te deje satisfecho. Y, además, para mí involucra una especie de agitación muy fuerte.

¿Podría decirse que ya está totalmente curado gracias a la escritura?
No, de ninguna manera, creo, además, que es bueno también tener algo de locura, así que estar completamente sano no tiene mucho sentido para mí.

¿Le gustan las historias que escribió su padre?
Sí, me gustaba leer sus novelas, las disfruto mucho y son muy iluminadoras, me enseñaron mucho sobre mi familia y mi historia.

¿Diría que su padre fue un buen escritor que no tuvo suerte?
No era tan buen escritor, era interesante en mi opinión. No digo que sus libros no deberían haber sido publicados o que no los debería haber escritos; para mí eran interesantes cuando estudiaba filosofía porque me mostraban una forma de pensamiento.

¿Ser escritor lo hizo mejor persona?
Creo que ser un escritor te da muchas oportunidades de viajar, de conocer gente, y de vivir una vida libre. Y yo no he vivido una vida que de desilusiones y frustraciones, he tenido bastante suerte. Más que nada creo que ser escritor me permitió hacer lo que quise y creo que eso me convirtió en un mejor ser humano.

¿En qué cosas no admite perder?
Soy un muy mal perdedor, no me gusta perder en el fútbol. Juego fútbol los domingos con mis hijos y odio perder.

¿En qué cosas se considera imbatible?
Bueno, puedo derrotar a mis hijos en cualquier momento. Me gusta hacer eso, destrozarlos. Pero no soy imbatible en nada.

¿Qué jugadores de fútbol le gustan?
Cristiano Ronaldo, Zinedine Zidane y Ruud Van Nistelroy.

Entonces es adicto a la Premier League y es fan del Manchester United.
Así es.

¿Y fuera de Inglaterra?
El Real Madrid, por supuesto.

¿Alguna vez se sorprendió deseando no llegar a viejo?
Nunca me ha molestado envejecer, está bien. Me han gustado todas mis edades, los 20, los 30, los 40. Soy feliz viviendo mi vida en el momento.

¿Cómo imagina su vejez?
Muy, muy distinguido, sumergido en fama y éxito y rodeado por mujeres jóvenes.

¿A qué le tiene más miedo: al deterioro físico o al casamiento?
Nunca he estado casado, así que no sé cómo es eso. Quizás me gustaría saberlo antes de morir. Ciertamente no me gustaría deteriorarme, la vanidad es bastante horrible. Mi padre estuvo enfermo la mayor parte de mi infancia y de mi juventud, por lo tanto entiendo lo que significa el deterioro para una persona.

¿Le gusta su cuerpo o estaría bien en otra parte?
Estoy acostumbrado a mi cuerpo, no me molesta. Pero no me molestaría ser un poco más alto o un poco más musculoso. Pero no me quejaría.

Ah, pero si es el autor de Intimidad, dirían aquellos a quienes su nombre no les suena, ¿se da cuenta del éxito internacional que han alcanzado sus obras?
No, no realmente no es algo que entienda. No entiendo cómo esto tiene sentido porque más que nada estoy aquí, sentado en mi casa escribiendo. Tener o no éxito internacional no cambia nada, no ha hecho mi vida mejor. Sigo luchando con mi trabajo tratando de escribir, pero creo que me ayuda pensar en que a la gente le gustan mis libros, eso creo que me da un poco más de confianza.

¿No le da escalofríos pensar en algún libro suyo traducido al japonés?
Sí, recién estuve en Japón y tuve dos groupies japonesas también. Fue muy emocionante. No escribo para alguien en especial.

¿Cuándo supo que era un autor famoso?
Cuando Mi hermosa lavandería tuvo éxito en Estados Unidos y yo fui candidato al Oscar como guionista. Lo que es extraño es escribir para gente asiática que no sabe de la gente pakistaní sobre la que escribo. Parte de lo que me interesa es llegar a gente que no sea sólo de Londres, personas de afuera de la ciudad, fuera de mi país. Es motivador que otras personas se interesen en lo que escribo.

¿Por dónde habría que empezar a leer a Hanif Kureishi?
Probablemente sugeriría leer El Buda de los suburbios y Mi hermosa lavandería, y tendrían una idea de lo que intento hacer. Y de ahí leer todo lo demás.

¿Cuál es su mejor libro?
En lo que a mí respecta, son todos bastante buenos. Todos valen la pena ser leídos, no me gustaría elegir a uno. Así como tampoco me gustaría decir que uno de mis hijos es mi favorito.

¿Qué es el éxito para usted?
Me gustaría que fuera más, que tuviera más sabor. Me imagino que soy exitoso porque vivo de lo que hago y eso es bastante difícil. No tengo que buscar un trabajo, para mantener a mis hijos no tengo que ir a la oficina como lo tuvo que hacer mi padre. Así que eso es éxito.

¿La mayoría de los ingleses está de acuerdo con la guerra de Irak?
No conozco a nadie que esté de acuerdo con la guerra en Irak, pero nunca salgo de Londres, así que no sabría, pero la mayoría de la gente que conozco desprecia esa guerra.

¿Lo defraudó Tony Blair o no esperaba nada de él?
Soy bastante cínico. Él hizo propuestas políticas, promesas que no cumplió. Dijo que iba a tener una postura mucho más radical de la que ha tenido, no ha cumplido su agenda política.

¿Le gusta la monarquía?
No, no particularmente, creo que en algún momento se tiene que acabar.

¿Qué tanto sabe de Latinoamérica?
Estuve en Brasil el año pasado, y me encantó, pero no conozco más. Soy un gran fanático de la literatura latinoamericana, de Jorge Luis Borges, de Gabriel García Márquez. Me encantaría conocer un poco más, ir a México, por ejemplo.

¿Es como todos los escritores ingleses un borgiano irredento?
No soy tan admirador de Borges, me gustan sus libros pero no me fascina. No podría decir que es uno de mis escritores favoritos.

Cuál es su idea de inmortalidad?
Mis hijos me hacen preguntarme por eso cuando pienso en el tema, porque me pregunto sobre mi padre. Y cuando yo tenga 70, ellos se preguntarán por sus hijos y por mí.

¿Cree que sus libros lo sobrevivirán?
Seguramente la gente seguirá leyendo mis libros cuando muera, los va a pensar y va a hablar sobre ellos. Pero no sé si todos son libros que serán trascendentes.

¿Piensa mucho en la muerte?
Pienso en ella todos los días, no tanto como pienso en el sexo, pero lo hago cada día. En cómo será, que me irá a pasar, etc.

¿Cómo le gustaría morir?
Con mis hijos a mi alrededor, eso es lo más importante. Poder dejarme ir y estar ahí.

¿Cuál ha sido el dolor más grande de su vida?
Creo que tiene que ver con las experiencias que he vivido con el racismo, algo que realmente me molesta, y cuando joven me sentí muy herido y muy aislado. Sufría de mucho racismo por mi ascendencia extranjera y me enfurecía.

¿Experimentó la felicidad absoluta?
Muy raramente. No creo que la felicidad absoluta sea un estado que me gustaría alcanzar permanentemente, no quiero ser completamente feliz, quiero vivir en un mundo con los conflictos y los problemas que involucra. Creo que el dolor es parte de vivir.

¿Qué cosas deseó y nunca obtuvo?
Quería ser rico, siempre pensé que iba a ser muy rico cuando fuera adulto, que iba a vivir en un palacio, tener muchas casas, y resultó ser que no soy muy rico.

¿Todo ha valido la pena?
Sí, sí después de todo sí. He vivido una vida satisfactoria, hecho a gente feliz, y he conseguido cosas que valoro.

¿Qué está leyendo ahora?
Ahora estoy leyendo un libro de Philip Roth, llamado The Human Stain, que es un trabajo maravilloso de ficción, y lo estoy disfrutando mucho.

¿Qué música está escuchando?
Ahora estoy escuchando al grupo australiano Necks. Escucho también mucha música clásica, mucho jazz, mucha música electrónica. Me gusta de todo, en realidad.

Mencione tres cosas por las que debería ir al Cielo
Porque lo pasaría bien ahí, porque me encontraría con muchos de mis amigos y porque podría conocer chicas lindas.

¿Qué está escribiendo en estos momentos?
Estoy comenzando una novela nueva, algo que quería escribir hace mucho. Tengo mucho material.

¿Y de qué se trata?
Todavía no sé, recién comencé, estoy tratando de descubrir de qué se trata, cuando sepa se lo diré. La comencé con muchas ideas, sobre todo de personajes, hermosos personajes sobre los que quería escribir, y también quería escribir sobre Londres.

sábado, 26 de julio de 2008

LA DIGNIDAD CAMARONERA


A veces los viernes vienen con dolores femeninos y ni el agua de guayaba delicioso que me prepara mi nana Tomi puede evitar los ayes y el tendido cero en una cama frente a la tevé. Es viernes de Dónde estás corazón, esa bizarría descomunal de Antena 3, donde muestra sus miserias gente más miserable que uno y sus derrotas personas que han sido derrotadas de por vida, que nunca se fumarán un puro sin echarle el humo a la estampa de la Santa Muerte o a los Santos despropósitos.
De pronto, algo impropio flota en el aire catódico y aparece el rostro de Camarón de la Isla. Es el mes que se evoca la desaparición física del cantaor (falleció a los 42 años el 2 de julio de 1992 en Barcelona) y por primera vez aparece en un plató televisivo su primogénito. Idéntico a Dolores Montoya La Chispa (la mujer del artista y madre de los cuatro hijos que tuvo José Monge), habla bajito como su célebre padre y tiene varios tics nerviosos, esos de parpadeos intermitentes y rictus incontrolables.
El contexto es perverso, no podía ser menos. Mientras la timidez gigantesca del muchacho, que tenía 12 años cuando falleció Camarón víctima de un cáncer de pulmón fulminante, corta el ritmo del programa, que comienza a correr el riesgo de convertirse en algo serio y de buena leche (Dios ni el Diablo lo permitan), aparecen flashes de una muchacha de quíntuple pechuga que promete cortar una sandía con las tetas.
Ni los desbordes mamarios de la noble trabajadora (cada uno se gana la vida como puede), ni las sandías redondas que ni culpa han tenido de tener que someter sus carnes rojas a la puntada certera de un tetazo, pueden alivianar la espesura del ambiente.
Hechizado de dignidad y de duende, el aire trae un pregón del alma, como si de pronto el de La Isla estuviera cruzando los dedos desde el cielo, dándole suerte a su hijo para que pase el trago amargo de estar allí (a cambio de unos buenos duros nunca tan honestamente ganados por un visitante a ese tipo de transmisiones, ni mejor invertidos por empresa televisiva alguna).
La dignidad, la bondad, la inocencia, el alma honesta, traducidos en unos profundos ojos negros, de fondo interminable, demudan a cualquiera. Son fenómenos paranormales para mucha gente y eso no hay quien lo aguante.
Luis cuenta, casi en un susurro, cómo La Chispa gastó todo el dinero de la familia en los peregrinajes por diferentes hospitales y clínicas en busca de la cura para su esposo. “Por más que le decían que no había nada que hacer, ella no creía en nadie ni escuchaba nada. La engañaron, le sacaron el dinero, pero hubiera hecho cualquier cosa por salvar la vida de mi padre”.
Era un niño de 12 años que iba con su tío y su abuelo rumbo al dentista, cuando se enteró por la radio que su padre había muerto. Regresaron al pueblo los tres en un llanto, con la esperanza de que todo hubiera sido una fabulación del locutor, “pero no, ya al doblar la esquina vimos a un montón de gente apiñada en la puerta de mi casa. Había pasado”.
“Es que somos gitanos, no hacemos testamento, para nosotros, que somos supersticiosos, es de mala suerte”, para explicar las penurias económicas a que se vieron sometidos por la falta de un papel que les diera el control absoluto en todos los negocios originados en la figura de su padre. “Es que Camarón va a más, crece a diario y nosotros vamos a menos”, expresa. “No vivimos mal, no nos falta de nada, pero mi madre ha tenido que luchar mucho por cada centavo”. La verdad es que nunca han caído bien los parientes de los grandes artistas, pero cuando el muchacho narra actos como el que llevó a cabo el productor de la película sobre Camarón que protagonizó Oscar Jaenada, es imposible no tener un nudo en la garganta y no pensar en personas como Rita Marley o el padre de Jimmi Hendrix que tan bien han sabido dirigir el negocio póstumo de sus ilustres familiares. Miguel Menéndez de Zubillaga se presentó en La Línea, barrio de donde es originaria Dolores Montoya y donde vive ahora toda la familia de Camarón, solicitando permiso y apoyo para el filme. La Chispa rechazó un adelanto de dinero a cambio de un buen porcentaje en la distribución. Firmó un contrato acordando los términos y aun cuando la película ya ha sido estrenada y vendida a varios países, Miguel Menéndez de Zubillaga no volvió a aparecer por La Línea. Los Monge se han tenido que gastar una buena suma de dinero para entablar demanda contra el productor.
Cuenta el hijo lo generoso y desprendido que era el padre. La famosa anécdota de cuando Camarón le dio el dinero a un hombre que se apareció con su familia en el estudio de grabación narrando una enfermedad que requería operación inmediata. O de cómo Camarón le daba todos los gustos a sus hijos y jamás los regañaba. “Para eso estaba mi madre”, dice Luis. De lo bajito que hablaba el cantaor, “creía que todos éramos sordos, pero era a él que no escuchábamos cuando hablaba”. De las veces que el de La Isla no tenía ganas de salir al escenario, ni de cantar ni nada, pero una vez ante la gente “se transformaba y era cuando mejor cantaba, cuando no tenía ganas”. De la pasión que despierta el artista para cuyo entierro asistieron 50 mil personas. “Todos los días viene muchísima gente a su tumba. Una vez un muchacho se quiso quedar a dormir arriba de su tumba”, cuenta entre divertido y todavía incrédulo. De cómo su madre tardó cuatro años en dejar de llorar la muerte de Camarón y de cómo tuvieron con amenazarla con dejarse morir también ellos si ella no volvía a la vida. De lo mucho que lo extraña, de lo imposible que es para él dedicarse a una carrera profesional “seria” y cumplir así el sueño de su padre. “Es que la música nos tira mucho”, se disculpa Luis, que es –cómo no- guitarrista de flamenco.
A veces la ternura, la dignidad, aparecen en los sitios menos pensados. Y que viva Camarón, como siempre.

domingo, 13 de julio de 2008

ENTREVISTA A ANDRÉS CALAMARO EN DIA SIETE, 13 DE JULIO DE 2008




(Exclusivo para DIA SIETE)

“Soy rockero, de potrero, ricotero, rioplatense / que se tense la cuerda del hambre…”, fue uno de los últimos manifiestos que el argentino Andrés Calamaro (Buenos Aires, 22 de agosto de 1961) plasmó a fuego en la mente de los miles de seguidores que en su país natal lo vieron regresar del infierno. Era el año 2006 y el ex integrante de Los Rodríguez y Los abuelos de la nada había estado en la más oscura penumbra creativa durante casi una década; con esos versos de “El palacio de las flores”, canción que, “a través de recuerdos de mi infancia, resume la historia y presume de radiografía de los asuntos sociales de mi país”, del disco homónimo que tuvo a bien producir con el legendario Litto Nebbia (uno de los padres y a estas alturas sino uno de los abuelos del prolífico rock argentino), Calamaro volvía a estar en los primeros puestos de venta y sano y salvo.
Andrés Calamaro es rockero, de los potreros (de la calle, del pueblo), ricotero (admirador y discípulo de Los redonditos de ricota, banda señera del rock sudamericano de los últimos 20 años) y rioplatense (estar a dos aguas entre Uruguay y Argentina). Pudo haber agregado a esa definición el de ser “falopero” (drogadicto), aunque en los últimos tiempos parece estar controlando mejor sus adicciones y, sin dudas, la de español, porque él es casi una postal de la Madre patria pos-movida.
Cuando el autor de “Mi enfermedad” y “Mil horas” (el hit de La sonora dinamita) pasaba su periodo de ostracismo, salía como el mismo cuenta en esta nota “muy poco y a horarios insólitos”, fue uno de los cantautores más prolíficos del mundo. Fueron los años de los cinco discos al hilo de “El salmón”, de llorar por la mujer perdida, de querer vivir como inmortal y por lo tanto suicidarse a diario y de pelearse ora con la industria discográfica que no alcanzaba a reaccionar con buenos reflejos a su derrame compositivo, ora con la justicia de su país que lo quería condenar a la cárcel por aquella canción que dice “Voy a salir a fumar un porrito”.
No es que ahora haya perdido el pulso, pero lo cierto es que este flamante padre de Charito Calamaro, esposo de la bella actriz Julieta Cardinale y redimido tótem de la música argentina, tiene que repartir su tiempo en recibir premios a granel (los Gardel de Oro del 2005 y del 2007, fueron para Andrés), en giras con estadios llenos por distintas partes del mundo y en aceptar homenajes de las nuevas y viejas generaciones que al fin le reconocen su lugar fundamental en la historia de la música popular.
En medio de su gira española, Calamaro se avino a responder una entrevista hipnótica y espontánea en exclusiva para Día Siete. Acceder a sus respuestas, a su atención, puede ser muy fácil o imposible: todo depende de su estado de ánimo y de su propio criterio para evaluar al medio periodístico que lo convoca. Pasamos con buenas notas su examen, a juzgar por la velocidad con que respondió y por los besos cariñosos que envió a toda la redacción de la revista. Aquí va.

¿Le cae bien la definición de músico de culto en relación con México?
Me cae bien, claro ... también si es provisoria, una provisional eterna.
¿Sabe usted que muchos de los argentinos que vienen por primera vez a México besan el suelo del estadio azteca, en actitud "Papal"?
No lo sabía, pero no me extraña.
¿Irá al Azteca en octubre?
No lo sé, pero tampoco me voy a morir si no voy.
El brasileño Lenine dice que es tonto preguntarle a un músico por qué ha tardado tanto en venir a tocar a un lugar determinado. ¿Por qué ha tardado tanto en venir a tocar a México?
Hay que confiar en Lenine, y en su inteligencia ... Pensé que en México era un digno desconocido; por otra parte, me pasé cinco temporadas sin torear ... Tampoco rechacé ninguna invitación formal, no que ahora mismo recuerde.
¿Le gusta Café Tacuba?
Supongo que sí, somos compañeros y los respeto. Nunca los escuché en directo.
¿Cree como Gustavo Santaolalla que es la mejor banda de rock en español del momento?
No podría decir tanto.
¿Va a invitar a algún artista mexicano a compartir con usted el escenario del Auditorio Nacional?
No lo había pensado.
¿Su concierto estará basado en La lengua popular, el último disco, o hará un repaso por lo más significativo de su obra toda?
Tocaremos repertorio de Honestidad Brutal y El Salmón, de Alta suciedad y un poco de otros discos y otras épocas. De La Lengua Popular, generalmente cantamos 6 canciones ... de 30, eso haremos también en México.
¿Qué músicos forman la orquesta con la que vendrá a México?
Candy Avello en bajo, El Niño en batería, Tito Dávila en teclados, Julián Kanevsky en guitarra, Diego García Gallardo en guitarra, Cóndor Sbarbati y Daniel Suárez en coros y Geni Genaro en guitarra acústica y eléctrica: casi todos cantan conmigo. Además, viajan conmigo los responsables del sonido público, el sonido en el escenario, asistentes, iluminación, etc.
¿Tendrá tiempo para recorrer las pirámides, tomar tequila, pasear por Coyoacán o La Condesa?
Supongo que voy a hacerme un tiempo para visitar a mi hermana (Hebe Rosell, ex integrante del grupo Huerque Mapu y exiliada en México por razones políticas desde 1977) y a (Guillermo) Briseño (músico mexicano que estuvo casado con la hermana de Calamaro). No sé si haga algo de turisteo, pero espero llevarme algo de México ... incluso en el corazón llevarme un instante de gloria y afecto.
¿Sigue sin soñar despierto ni dormido?
Prefiero soñar despierto, sin embargo ... hace meses que no tengo necesidades oníricas. Quizás esté viviendo mis sueños y eso sea lo que me mantiene ocupado.
¿Usted es un hombre al que se le han cumplido todos los sueños?
Incluso se cumplieron algunos sueños que no me hubiera atrevido a tener, sueños para los que no tuve temeridad ni ilusión suficientes para soñarlos siquiera
¿Siente la presión de reemplazar a algunos de los próceres del rock argentino que están envejeciendo como Charly García o Luis Alberto Spinetta?
No siento esa presión, ellos hicieron la música que escuché de jovencito. Creo que ocupé su lugar en el tiempo, aunque respeto la inmensidad del talento de aquellos que cantaron antes que yo.
¿El rock argentino sigue necesitando próceres?
No lo sé, pero es una muy buena pregunta.
La “Casa tomada” de Julio Cortázar, “La casa desaparecida” de Fito Páez, “Una casa con 10 pinos”, de Manal…¿Cuál es la suya?
¡No tengo una respuesta brillante para eso!
¿Cuál diría qué es la más bella canción que se ha escrito en el rock argentino?
“Laura va”, de Luis Alberto Spinetta.
¿Luis Alberto Spinetta ha escrito las canciones más importantes de los últimos 20 años en Argentina?
No, las escribió antes. De los últimos veinte años, las mejores supongo que serán las del Indio Solari (con o sin Redonditos de ricota), son las canciones que tengo que destacar del resto ...
¿Qué ha aprendido en el trabajo cotidiano con el gran Litto Nebbia?
Muchas cosas : dinámica, pasión, generosidad, entrega, música en la sangre, independencia, ética, frescura, armonías, espontaneidad, historia, versatilidad ...
¿Es verdad que vuelve Raíces, su primera banda?
Raíces existirá mientras Beto Satragni (N.d.R.: el fundador) quiera, Raíces es EL, pero es verdad que nos reunimos los integrantes originales que secundamos a Beto y a Jimmy Santos, para grabar el primer disco , de Raíces, en 1978 (!!!!) ... siempre rico, y hondo, en armonías, funky y tambores ... el tambor lírico.
¿Con qué músico argentino contemporáneo se la pasaría hablando de música sin que importara el paso del tiempo?
(Gustavo) Santaolalla es brutal para hablar de música, Nebbia también es un encanto, pero me consta la existencia de otros conversadores musicales importantes; me gusta hablar de música, es importante trasladar la música a un nivel intelectual.
¿Sigue siendo el rock argentino el más importante en el universo del rock en español?
No sé lo que hay que entender por "importancia" ... además, el rock es universal. ¡Argentina tiene el mejor dulce de leche!
Un rockero anglosajón con el tiempo es probable que se vuelva jazzero. ¿Un rockero argentino se vuelve tanguero a medida que pasan los años?
No creo. Para mí es aceptable permitirse cierta versatilidad, aunque respeto a los purismos : Volcarse a los tangos no es algo que todos los rockeros quieran o puedan hacer.
¿No lo están asfixiando un poco los argentinos con tanto amor?
No, el amor que asfixia es el propio de cada uno, cuando se instala en el esternón y nos controla, sin embargo nos sentimos bendecidos cuando así sucede.
¿Todo ese amor que ahora expresan por usted en su país natal vino de golpe o lo veía venir?
Lo veo en los conciertos, no sé lo que siente cada persona, ni lo que escucha en su casa ... Hace pocos años yo caminaba por la calle y nadie me reconocía siquiera. Es que salía poco, caminaba rápido y elegía horarios insólitos. No soy conciente del "amor" que usted menta.
¿Cuando era estudiante el día de la primavera se quedaba con todas las chicas?
¡No! Un buen estudiante enamoradizo apenas si puede sufrir por una sola mujer.
¿No se ha sentido demasiado lindo para ser músico de rock?
No sé lo que siente la gente "demasiado bella" ... Nunca me sentí demasiado armónico, ni elegante, ni bien parecido ... Hasta ahora suponía que era feo, como buen varón y que mis virtudes eran la inteligencia y la sonrisa. Usted me desarma con esta pregunta exótica.
¿Nunca le ofrecieron ser protagonista de una película?
Supongo que sí, alguna vez. No formalmente. No podría trabajar con esos horarios tremendos del cine.
¿Le hubiera gustado ser uno de los Dylan de I'm not there?
No lo sé ... Supongo que sí. El cine me gusta, hay mil películas en las que me gustaría haber aparecido ... Un cameo en Bad Lieutenant, de Abel Ferrara, o en Fear and Loathing in Las Vegas ... no sé. ¡Tantas! Me gusta mucho el cine.
Antes de cumplir 40 decía que lo importante era llegar delgado a Tacuarentown, ahora se redime como un verdadero sexy y barrigón. ¿El dulce de leche y el asado argentinos tienen la culpa de su autoindulgencia?
Lo importante era llegar vivo. No soy adicto al dulce de leche. Puedo soportar una barriga mientras no sea una carga demasiado pesada.
¿Cocina usted?

¿Qué es lo que mejor le sale?
Cocinar a secas
¿Es exigente cuando cocinan los demás o es de esos que dice siempre "muy rico todo" aunque la comida esté quemada?
No, tengo barriga de pobre, puedo comer cualquier cosa.
¿Se toma tiempo para conseguir "ese" vino o "ese" pescado, por ejemplo?
No tanto, pero me gusta elegir la comida que vamos a comer. Comprar yo mismo el corte de carne o elegir el pescado.
A veces lo veo como un caballero de otros tiempos, ¿su padre es así: alguien que valora un poco de pudor en determinadas situaciones?
Mi padre es un caballero de otros tiempos y de este tiempo.
Su madre dijo una vez en un programa de televisión que Javier era su hijo preferido. ¿Siempre es tan sincera su familia?
Somos discretos, nos queremos pero no hablamos demasiado de nuestros problemas.
¿Qué ha tenido más en su vida: odio o amor?
No siento mas odio que el necesario, la rabia que todos deberíamos tener dentro, la pólvora ... Amor tengo porque tengo una madre, una hija y la madre de la hija. Además del cariño y el respeto de mi pueblo y de mis pares, que entra, quizás, en una categoría similar.
¿Envidia o hipocresía?
Prefiero ser hipócrita que envidioso, me parece más sano, pero no practico ninguna de las dos religiones.
¿Placer o dolor?
Placer. El dolor no sirve para nada, sólo para entender la diferencia entre el bien y el mal.
¿Perros o gatos?
¿Para comer ?
¿Ha dejado usted de hacer lo que se le canta para empezar a cantar lo que hace?
Es probable. También es probable que no entienda la pregunta. Lo que hago es cantar ... y vivir.
¿Su obra ha ganado intimidad y perdido desesperación?
Es probable.
Usted ha cantado en discos de El Indio Solari, Carca, Emanuel Ortega, Kiko Veneno, Juanes, El Niño Josele…¿Usted no sabe decir que no?
Sé decir que no, pero no es mi especialidad ... Creo en el valor del no, ¡aunque prefiero no tener que escucharlo demasiadas veces!
¿Ha practicado algún deporte en forma sistemática en algún momento de su vida?
Sinceramente no.
¿Siempre supo que se iba a dedicar a la música en forma profesional o fantaseó alguna vez con otra forma de ganarse la vida?
Fantaseaba con ser taxista. También me hubiera gustado ser director de videos para adultos o de películas de horror.
¿Lee lo que la prensa escribe de usted?
Alguna vez.
¿Se ha peleado con muchos periodistas a lo largo de su carrera?
En realidad tengo muy buenos amigos que son periodistas, hombres de letras.
¿Qué cosas ha escuchado decir de usted o de su familia en algún medio periodístico que le han hecho perder la calma?
No recuerdo, no sería tan seria la cosa ...Esas cosas no nos importan en absoluto, ni nos afectan ni nos molestan. No tenemos sangre tan fría, pero ni siquiera nos enteramos de esos comentarios. No existen.
¿Pierde la calma a menudo?
No muy a menudo. Cuando estoy de gira y tengo compromisos vocales, soy un poco más ... insostenible.
¿Qué le preocupa más en términos musicales: seguir cantando bien, componer cada día mejor o seguir siendo el eje de una carrera profesional exitosa?
Ahora mismo : seguir cantando mejor.
¿Siempre tiene una canción en ciernes?
No.
¿Nunca ha sufrido eso que suele llamarse bloqueo creativo?
Sí, claro . Ahora mismo estoy en uno.
Sus discos siempre son long plays y no me lo imagino juntando canciones por separado, aisladas de su contexto, ¿me equivoco?
Un poco.
¿Tiene IPOD?
Sí, claro.
¿Qué es lo que más ha venido escuchando últimamente, con placer, con fruición?
Thelonious Monk, Marisa Monte, Bill Evans, Hanoi Rocks, Acordeones nordestinos brasileños.
¿No está faltando un libro con sus reflexiones, que refleje esa manera suya de vivir interesado por temas múltiples, desde la política al deporte, desde los cumpleaños de la realeza española hasta la prensa rosa?
Son más interesantes mis olvidos que mis memorias, no fui un santo pero todavía puedo ser discreto, además : ¿qué sentido tiene contarle a los otros la vida y los pensamientos ? ¿Desde cuándo importa lo que un músico opine de las cosas ?
¿Qué canciones haría si lo invitaran al programa Later with Joos Holland?
No lo sé ... “Los aviones” ... algo con mi clan gitano ... no lo pensé.
¿Hará el MTV unplugged?
¿Sigue existiendo MTV?
¿A qué persona le aguanta cualquier crítica feroz o elogiosa en torno a sus canciones?
Exagerando un poco, a nadie.
¿Es de los que necesita imperiosamente tener un oído cerca para hacerle escuchar lo último que compuso?
Ya no.
¿A cuál de estas mujeres le produciría un disco: PJ Harvey, Patti Smith o Amy Winehouse?
A Amy, pero creo que está muy bien producida. El disco de versiones de Patti Smith podría haberlo producido yo. El resultado quizás hubiera sido mejor, el disco real me dejó con gusto a poco.
¿Cuántas veces escuchó “Calamaro querido?
Una vez o dos.
¿Cómo supo que se estaba haciendo ese homenaje a su obra?
Me llamaron por telefono y me contaron.
¿Cuáles fueron sus versiones preferidas?
Las de Niña Pastori, Muchachito, León Giego, Fito Páez, Javier Calamaro, Los auténticos Decadentes, Bahiano, Litto Nebbia ... Es un disco muy bueno.
Tarde o temprano un periodista le pregunta qué es el éxito para un artista que parece haberlo ganado todo.
No soy el paradigma del éxito, supe renunciar a muchas cosas, mayormente interesado por la música ... Vengo del infierno, es un lugar encantador.
Tarde o temprano un músico de rock argentino hace una canción que rezuma argentinidad, que explica esa tan difusa e inasible conciencia nacional argentina e incluye de una sola tonada a casi todos sus contemporáneos. ¿Esa canción es en su obra "El palacio de las flores"?
No lo sé, espero que sea “El palacio de las flores”, “Clonazepán y circo” o “El punto argentino”
¿Qué emoción desató esa canción, desde mi punto de vista, desgarradora y perfecta?
Nadie le dio demasiada pelota, el público esta tan apurado (por llegar a ningún lado) que no se tomó el trabajo de escuchar pacientemente, ni urgentemente, a En el palacio de las flores ... Caso todo lo que leí o escuché, fueron criticas anémicas ... Para mí fue una canción muy importante, profundamente emotiva, desde que la escribí (y grabe por primera vez, en el 2000) hasta su versión (de guitarra) grabada con Litto Nebbia en 2006.
¿Al "rockero de potrero, ricotero y rioplatense" de la letra le faltó poner peronista, aunque no pegara con la rima?
Originalmente era "roquero, falopero, ricotero, rioplatense" ... esa es la palabra que falta, aunque el potrero es una buena postal sustituta. No soy peronista, ni tampoco gorila ... Tengo sangre roja.
Tarde o temprano en Argentina piden, por ejemplo, que uno elija entre Julio Sosa y Ángel Vargas. No parece mermar en ese país la afición por los antagonismos, ¿no le parece?
Por lo visto no parece mermar. No se salvaron ni Piazzolla ni Maradona, aunque con Diego hay un pacto de amor-odio que va más allá del deporte. ¡Ni siquiera Gardel es intocable! La mayoría en la Argentina parece opinar durante un intenso lapsus hemorroidal.
¿Le hace caso a Javier Limón cuando produce sus discos o es de esos músicos que siempre se produce?
Le hago caso al corazón ... y a Limon, a Litto Nebbia o a Cachorro López. Últimamente aprendí a colaborar con el productor. A darle. A desensillar esa , apenas, vanidad, de querer decidirlo todo en una grabación.
¿Por qué regresar, no es mejor siempre estar volviendo?
- Eso decía Goyeneche que decía Troilo : "Por qué dicen que me voy si siempre estoy volviendo ?" ...
¿Extraña a Miguel Abuelo?

¿Le gusta vivir en Buenos Aires?

¿Cómo ve a su país en el reinado de los Kirchner?
Argentina siempre es Argentina. Soy respetuoso de la investidura democrática. No puedo echarle la culpa de la crisis al gobierno, sería demasiado simple. No somos un pueblo responsable y tenemos el espíritu patriótico definido por el fútbol.
¿Le gusta Obama para presidente de los Estados Unidos?
No sé, supongo que sí... quizás preferiría que fuera un "brother", un Malcom X ... De todas maneras, va a tener que ganar a Mc Cain primero. Preferimos a los demócratas por una cuestión de colores y porque suponemos que no van a imponer un imperialismo perverso.
¿Con esta visita a México inicia lo que probablemente sea un desembarco en Nueva York o un disco en inglés?
No, inicio una interminable serie de visitas a México.