viernes, 23 de mayo de 2008

SUPERHEROES


Aun con su cara un tanto deformada por el botox y aunque esos ojos inconmensurables hayan dejado algo de su sorprendida inocencia en manos de los cirujanos plásticos, Robert Downey Junior merece todo lo bueno que le está pasando a nivel profesional.

Los supervivientes pertenecen a una aristocracia irredimible, son como superhéroes que poco a poco y dejándose la vida en ello nos marcan un caminito a seguir o a al menos un oasis donde refrescarnos cuando la sed arrecia. Nada tienen que enseñarnos esos palurdos que no han estado nunca en el infierno, que ni siquiera pelotas han tenido para suscribirse a un sistema de tiempo compartido que les permitiera de vez en cuando olfatear los densos aromas del lodo. En el bajo fondo hay alguna que otra verdad, como diamante fino y bruto escondido en la mierda, joya autentificada que te da derecho a mirar cara a cara a tus contemporáneos y a no hurgar en la bolsa para buscar alguna credencial que te admita en un ático de lujo. Los que trafican con las identidades ajenas, los que se sientan a calentar la silla de otros, los que se suben a las glorias logradas por el vecino para observar desde arriba a un mundo que desconocen desde abajo. Aquellos de quienes Luis Buñuel se escondía, es decir, todos los que nunca se han echado un polvo en público o no conocen el vómito desesperado de la mañana siguiente; los que piden trato preferencial porque han sufrido una tragedia, los que le echan la culpa al de al lado por todo lo que malo que les acontece; los que nunca soñaron con ser bailarinas de table dance o corredores de Fórmula Uno; los que nunca se imaginaron en American Idol o en el Iron Chef, por supuesto, en el primer puesto y con los 100 mil dólares disponibles en el cajero automático; los que contabilizan los tragos que bebe el compañero de fiesta; los que nunca han comido hasta el cólico, los que nunca han pasado tanta hambre como para añorar un plato de bróccoli hervido; los que nunca tuvieron los ganglios inflamados por el tabaco ni las manos sudorosas por las drogas químicas; los que nunca han experimentado la paranoia que te da el fumo ni la corteza sustancial de tu cuerpo todo cuando no hay marihuana ni coca ni vodka ni cerveza helada que puedan distraerte de ti mismo. Los que nunca escucharon a Frank Zappa, los que nunca pusieron 50 veces (seguidas) y a todo lo que da el tema “Peaches en regalia”, los que nunca se estremecieron con los primeros acordes de “Whole lotta love”, los que conciben un mundo sin la voz de Robert Plant, sin la guitarra de David Gilmour, un planeta sin Coltrane, sin Monk (Thelonious), los que no quieren confesar lo buena que está Ugly Betty en versión Salma Hayek.

Tú, Federico, que todo lo que hiciste fue emblemático, hasta esa última luna con Benigni disfruté (hay que amarte mucho para disfrutar a Benigni por tu culpa), qué triste estabas cuando en la tumba de la gloria, rodeados de estatuillas, de Oscar, de Giulietta y de llaves simbólicas de todas las ciudades del mundo, no encontrabas productor que quisiera “arriesgar” su cuenta bancaria en alguna película tuya. A veces, los superhéroes, como el Robertito de Iron Man, quieren pegar golpes al enemigo con la mano desnuda…es cuando nos damos cuenta de que siempre, siempre, van a ganar ellos, los enemigos.

Mientras tanto, Downey, qué bien que nos la estamos pasando, right?.

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