martes, 27 de mayo de 2008

¿Se ha muerto Sidney Pollack?


Me parecía que nunca iba a morir. No porque fuera especialmente fanática de su obra o que, entre todos los directores que han dejado una huella en mi formación cinematográfica, fuera Sidney Pollack uno de esas recurrencias intelectuales que dan sustancia a un discurso estético o afición consumada. Nunca he encontrado, por ejemplo, esos altos valores artísticos que han hecho que la mayoría de los expertos cinéfilos en todo el mundo estableciera que Tootsie es una gran película. Debo decir, eso sí, que junto con La decisión de Sophie y Los puentes de Madison, Memorias de África me parece uno de los filmes que más justicia le han hecho al enorme caudal histriónico que posee Meryl Streep, una de las grandes actrices gringas de esta era, desafortunadamente siempre pasada de rosca en casi todos sus trabajos.
Me gustaba mucho, sin embargo, Sidney Pollack, me gustaba su rostro y ese aire de “pibe banana” que conservó hasta su muerte reciente, a los 73 años. Para mi sorpresa, descubrí que este hijo de inmigrantes rusos con pinta de mujeriego estaba casado y vivía una vida de familia convencional desde 1958 con la actriz Claire Griswold. El matrimonio, que residía en California, tuvo tres hijos, el mayor de los cuales murió en un accidente aéreo en 1993.
Pollack parecía que nunca iba a morir, probablemente porque sus múltiples actividades en la industria cinematográfica de Hollywood le otorgaban cierto carácter ubicuo. Además, en cada cosa que hacía, transmitía un entusiasmo que uno podía adivinar en las entrelíneas, en los pliegues. Todo parecía interesarle y siempre, como el dinosaurio de Monterroso, estaba allí a la mañana siguiente. Cuando no era su trabajo como documentalista del arquitecto Frank Gehry eran las repeticiones de películas como Maridos y esposas, de Woody Allen, donde su función de actor resulta ahora mítica y en su momento altamente elogiable. Por otro lado, Maridos y esposas es una de mis favoritas entre la obra del cineasta neoyorquino.
En 2002 recibió en el Festival de Cine de Locarno el Leopardo de Honor por su trayectoria. Sin embargo, el homenaje a su carrera que más me conmovió fue un reciente reportaje de la televisión española que contaba cómo el caso de su película El jinete eléctrico (1979), que una televisión europea pretendía transmitir cambiada de velocidad y tamaño de cuadro, había servido a un grupo de cineastas –no me acuerdo si daneses o suecos- a protestar ante los Tribunales en defensa de las características originales de los filmes. El caso se perdió, pero marcó un precedente importante para la lucha en pos de que no se coloreen las películas en blanco y negro ni se cambien ninguno de los elementos esenciales que hacen que un filme sea ese y no otro.
Un cáncer le había sido diagnosticado hace 10 meses. Así que es tan cierto que Sidney Pollack ha muerto como que mañana seguirá estando ahí, al pie del cañón, tan vasta fue la obra que conforma su ecléctico legado.

1 comentario:

Hugo García Michel dijo...

Es una pena que un director de su talla se haya ido. Lo recuerdo muy bien en "Maridos y esposas" (también una de mis cintas favoritas de Woody Allen), como el amigo que se divorcia, se lía con una mujer más joven y luego de reconcilia con Judy Davis. Por cierto que nunca he visto actuar mejor a Juliette Lewis que en esa película. Saludos desde el exilio moscoso.