miércoles, 6 de julio de 2011

¿MÉXICO, QUÉ NOS PASÓ?


0.56 es una cifra demasiado pequeña como para que sobre ella se asiente todo el destino de un país. Sin embargo, esa minúscula fracción numérica fue la que llevó al candidato panista del 2006, Felipe Calderón, a la presidencia de México. Con un 0.56 menos, quedó el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, como gran perdedor disconforme.

Uno fue llamado por la oposición el presidente ilegítimo. En una nación como la mexicana, donde no hay segunda vuelta, más allá de los favoritismos, resultaba escandaloso que alguien pudiera construir una sólida labor de gobierno asentado en tan pequeña diferencia con su oponente en la contienda electoral.

Los simpatizantes del otro candidato, del que no llegó a la presidencia, comenzaron a llamarlo “Presidente legítimo” y en el medio de los dos, estaba el pueblo, la gente, en algunos casos víctimas propiciatorias absolutamente paralizadas frente a una guerra electoral y de poder que no parecía incluirla en lo mínimo.

¿Qué nos pasó México?, se pregunta el director Lorenzo Hagerman, en el documental 0.56 % que ve la luz este 1 de julio y que, espectacularmente producido por Lynn Fainchtein, explica aquellos días negros y escandalosos, muchos de los cuales, vistos desde el presente, conforman un verdadero mapa de la ridiculez política, del bajo punto de miras y de las pocas ambiciones de que México sea realmente un país mejor que caracteriza a la mayoría de la clase gobernante nacional.

Las peleas de los diputados en la Asamblea, a puño partido y a insulto vociferado sin ningún recato, luego cantando estrofas de “El rey”, con ironía y voz desafinada, observados desde esta actualidad, dan una vergüenza ajena espeluznante y, si bien no alcanzan a responder la pregunta que se plantea la película en su tesis, alcanza para definir, como espectador, un no lugar al que parecemos condenados, toda vez que la representación política de quienes nos gobiernan, se encuentra altamente cuestionada por escenas como las que muestra el filme en sus inicios.

La producción de Fainchtein marca un antes y un después en la historia del documental autóctono. Jamás se había seguido tan de cerca a un candidato como lo hace el equipo de 0.56 % con Andrés Manuel López Obrador. La historia comienza desde el desafuero pedido por el entonces presidente Vicente Fox a quien regía los destinos de la ciudad de México.

El enorme apoyo popular dedicado a AMLO, la torpeza política de un Fox que llegó a ser criticado hasta por los organismos económicos de la derecha mundial a causa de un pedido de desafuero que escondía, en su esencia, el deseo de descartar al candidato de la izquierda para las elecciones presidenciales que se venían, conforman apenas unos tonos de la enorme paleta de colores con que el documental pinta la contradictoria realidad mexicana de esos días.

La película no esconde, por ejemplo, la irónica declaración de AMLO diciendo que no se quería convertir en un cacique político, mientras la cámara lo pinta como tal. O su enorme ignorancia de las clases medias mexicanas, que fueron los que fundamentalmente construyeron su inesperada derrota electoral. Tampoco metió bajo la alfombra esa rotunda convicción expresada por Andrés Manuel, al decir que si perdía la elección “me retiraré a Tabasco”, que contrastada con el presente del político que pelea otra vez por ser candidato, parece una humorada.

De hondo valor testimonial e histórico, sin miedo a retratar una realidad tan cercana en el tiempo, 056 % es de esos documentales que hay que ver sí o sí, sobre todo si uno es mexicano, está por participar en las próximas elecciones y no tiene un candidato favorito. Este filme no es favor de nadie en particular, más bien rescata de los recuerdos colectivos esos hechos que a diario nos definen como animales políticos en ciernes, ciudadanos de a pie que sólo podremos cambiar la realidad que nos circunda, con información, datos, análisis sin prejuicios y mucha, mucha, memoria histórica.

Entrevista al director Lorenzo Hagerman

- Lo esencial de la película al principio, es que aquí o en la China, ganar por el 0.56% de los votos no es buena cosa…

- Hay un poco de eso, es verdad y también muestra la situación en que quedó el país con esa cifra. El punto.56 refleja el nivel de polarización al que llegó México en 2006, sumado a que vivimos en un lugar donde no hay segundas vueltas y donde no se permitió el recuento de los votos.

- Lo curioso es que se planteó el debate sobre si había habido o no fraude y no sobre la poca diferencia de votos que había entre ambos candidatos…

- Bueno, también hubo un debate que me parecía muy importante y que era aquel que pedía el recuento de los votos, algo que hubiera sido muy sano, según mi punto de vista, para despejar cualquier duda. Luego ese debate se abandonó y se transformó en la cuestión del fraude que ya todos conocemos…

- El documental es muy complejo porque hace referencia a temas muy cercanos en el tiempo, ¿cómo se produjo, cuando se tomó la decisión de hacer algo semejante?

- Sí, fue un documental muy complicado, muy difícil de hacer, de explicar, de financiar. En este país no hay una costumbre de ver documentales en forma constante. No es una sociedad acostumbrada a ver documentales y la televisión pública carece de los espacios para transmitirlos. Lo que quiere decir es que no hay una cultura al respecto. Cuando le digo a la gente que me dedico a hacer documentales, la mayoría me pregunta de qué animales tratan mis películas. Poder explicar a los personajes, a la gente que íbamos a grabar, lo que estábamos por hacer, se hacía muy difícil. Para ellos, si uno se acerca a un candidato para grabarlo, lo que estás haciendo es labor de propaganda, no un trabajo documental. El mismo Andrés Manuel López Obrador jamás había visto una película donde se siguiera a un candidato por un periodo determinado de tiempo y que la realización no formara parte de la agenda partidaria. En otros lugares, como Europa o Estados Unidos, este tipo de documentales es frecuente. Ese vacío existente en México hizo que las cosas se complicaran mucho y a la vez esa circunstancia se volvió un motor para nosotros. Llevo 20 años haciendo películas documentales, no soy politólogo y para mí era muy importante terminar la historia que nos habíamos planteado Lynn y yo, y, bien o mal, demostrar que se puede hacer un trabajo serio en ese sentido en México.

- Una de las cosas más impresionantes que muestra el documental y que no suele verse en la televisión convencional es el grado de inserción popular que tiene Andrés Manuel López Obrador, es un registro de la memoria histórica que va más allá de los favoritismos políticos de cada quien…

- Lo que digo siempre al respecto es cómo abordamos nuestro trabajo: lo hicimos desde un punto de vista antropológico, buscando saber y mostrar cómo son los políticos, cómo reaccionan cuando no están en una conferencia de prensa o frente a las cámaras, donde ellos saben o calculan muy bien lo que van a decir. Cómo es un político adentro de su carro, cómo es en su vida cotidiana, cuando va de un lugar a otro, de qué habla, cuáles son sus gestos más característicos, qué cosan lo ponen nervioso, triste o enojado. Entonces, tratamos de tomar siempre esa distancia, aunque también creemos que es un tópico eso de que uno tiene o puede ser totalmente objetivo en este tipo de trabajos. Cuando uno hace un documental, sea de política o de cualquier otro tema, existe siempre esa distancia para poder narrar el objeto deseado. Para mí, lo más interesante de seguir la gira de Andrés Manuel fue, efectivamente, ese altísimo grado de euforia que notabas en la gente y que no siempre se ve en las campañas. Se trata de un personaje que levanta muchas pasiones. En ese sentido, era muy impresionante grabar en medio de estas entradas y salidas del candidato.

- ¿Cómo hicieron para meterse con la cámara micrófonos y poder captar tantos momentos íntimos del candidato, filmando como si no estuvieran ahí?

- Cuando uno se plantea la realización de un documental, al principio ocurre como en la vida, hay muchas inseguridades, muchas reticencias, hasta que puede explicar y explicarse cómo va a ser la dinámica. En toda la etapa del desafuero de AMLO tuvimos una buena entrada, pero cuando él empezó la gira por ejemplo, teníamos que andar explicando por qué era necesario que nos subiéramos al coche con él, por qué debíamos grabar tal o cual junta. El documental que me gusta hacer es el de observación, como dicen en el gremio, uno se convierte en una mosca en la pared. Tratamos durante toda la grabación de no incidir mucho en lo que estaba pasando, tal vez levantar algunas opiniones, pero no más que eso. Casi siempre era el punto de vista de una cámara que observaba, porque siendo el tema tan polémico, un tema que divide todavía al país, el documental no se iba a centrar en definir lo que pasó ni en cómo pasó, sino que la aportación del filme iba a ser que observáramos estas actitudes, cómo se iba desarrollando la historia, para que el público pudiera sacar sus propias conclusiones.

- Imaginamos a la gente que rodea a Andrés Manuel como muy celosa de su jefe, ¿no?

- Bueno, había que pasar por muchos filtros. En general, así son todos los políticos mexicanos. A veces teníamos el sí de Andrés Manuel, pero luego venía uno de los miembros de su equipo y nos decía que mejor no, que no le pusiéramos la cámara porque se ponía nervioso, etc. Recuerdo haber visto hace muchos años un documental llamado El camino a Europa, donde un cineasta convence al entonces Primer Ministro de Dinamarca, que se convertiría en el presidente de la Comunidad Económica Europea, de seguirlo con la cámara durante un año. Hay un momento donde se graba una conversación que mantiene el personaje con Chirac y Helmut Kohl y el Primer Ministro les advierte que se está grabando. La reacción de Chirac y Kohl es preguntarle cómo permite algo así, ante lo que el danés responde: - Bueno, no tengo nada que esconder. En ese sentido, me impresionó mucho y agradezco que Andrés Manuel haya permitido que una cámara lo haya seguido desde abril del 2005 hasta las elecciones del 2006. Hay que decir que conforme la pelea se iba haciendo más fuerte, también se nos iban cerrando los accesos. Incluso, los otros candidatos también iban cerrando sus círculos. Tratamos de pedir entrevistas para poder seguir a Calderón y a Madrazo y ellos nunca aceptaron. Por otro lado, la gente de Andrés Manuel sabía que el documental no iba a salir hasta después de las elecciones y eso los dejaba tranquilos, pues nuestro trabajo no iba a tener incidencias sobre ningún resultado. Así y todo, había gente que estaba de acuerdo con que nosotros estuviéramos allí y otros que no nos ponían precisamente buena cara.

“El tema me eligió”

Lorenzo Hagerman, nacido en el Distrito Federal en 1969, comenzó su carrera en 1991 como corresponsal en la guerra de de la Ex-Yugoslavia. Por más de 17 años ha trabajado como fotógrafo para varias televisoras y compañías productoras en Europa, Latino América y EU. Su trabajo en Which way home recibió en 2010 la postulación al Oscar por mejor largometraje documental.

Actualmente vive en Mérida, donde dirige La Sala de Cine al Aire Libre LA68, está dedicada a proyectar, promover y sembrar público para el cine documental.

Para él, Andrés Manuel López Obrador, como objeto de una película es un personaje interesante.

“Recordemos que en 2005, AMLO era todo un personaje. El político que viajaba por el sur, que daba esas conferencias a las cinco de la mañana, ya pintaba como alguien que iba a ser una pieza fundamental en las elecciones del 2006, aunque él decía en esos momentos que ni loco se iba a lanzar y nadie, por supuesto, le creía”, dice Hagerman.

“Cuando sucede el tema del desafuero es cuando Lynn Fainchtein, la productora, charla con César Yáñez, el encargado de prensa de Andrés Manuel y le plantea la posibilidad de hacer un documental. Sorprendentemente, ellos aceptan. Me preguntan mucho que por qué elegí ese tema y siempre digo que el tema me eligió a mí. Cuando se abrió esa ventana, surgió una oportunidad que no podíamos rechazar”, agrega.

- El documental se hace la pregunta de “México, ¿qué nos pasó”?, pero la respuesta queda un poco en el aire, ¿no?

- Claro, es una pregunta que me hago el día en que enciendo la televisión y veo a los diputados en el piso, jalándose la corbata como si estuvieran en una cantina y luego, esos mismos diputados cantando “con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley”. Ahí es cuando me hago la pregunta y por supuesto que no tengo la respuesta, aunque sabía que si revisábamos la historia reciente, esos 18 meses que llevaron a esa situación, algunos rasgos de la respuesta que buscábamos se iban a vislumbrar. Por eso tengo tanta expectativas a propósito del estreno de la película. Como te digo, no soy politólogo, no soy analista político, pero creo que cuando la sociedad vea el documental, recibirá información, datos, controversias, temas sobre la mesa, reflexiones… Finalmente, al presente y al futuro lo va construyendo el pasado.

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