domingo, 27 de febrero de 2011

HARUKI MURAKAMI


Mientras este artículo se escribe, son innumerables las personas que abren un libro de Karuki Murakami (Kioto, 1949) en cualquier parte del mundo. “Eso es lo fascinante de ser un best seller, no hay que despreciar a quienes venden muchos libros”, dijo alguna vez en Guadalajara el autor italiano Alessandro Baricco.

El nuevo héroe japonés de la literatura, aquel que se hiciera mundialmente célebre con la inolvidable Tokio Blues (Norwegian Wood, por su título en inglés) ha vendido, efectivamente, muchos, muchísimos libros. Digámoslo con números: 4 millones de la novela que llevara el título de una canción de Los Beatles (“Madera noruega”), para dar cuenta de la existencia de uno de los autores japoneses más occidentalizados del mundo, después del malogrado Yukio Mishima (1925-1970).

Quizás en esa universalidad de los personajes que habitan el mundo fascinante del autor nipón, todos ellos aficionados a modos menos estructurados y poco atados a esa férrea tradición japonesa que consiste en trabajar mucho, pelear duro y mostrar poco los sentimientos, se halle la razón de quien ha pasado en poco tiempo a convertirse en un firme candidato al Premio Nobel.

Aficionado al jazz (tuvo un local de música llamado “El gato Peter”) desde que sus padres le regalaran un disco de Art Blakey & the Jazz Messengers, Murakami detesta tanto a los perros como a la celebridad. Cultiva un pánico extremo a ser conocido y son pocas las entrevistas que otorga y escasas las oportunidades en que se deja fotografiar.

Autor de una obra constante y exitosa que inició cuando tenía 30 años y, mirando un partido de béisbol en la televisión, decidió ser escritor, también ha vendido muchos ejemplares de una novela enorme de más de 600 páginas titulada Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.

De su pluma salieron, además, Sputnik, mi amor, Al sur de la frontera, al oeste del sol, Sauce ciego mujer dormida, Kafka en la orilla, El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, After dark y La caza del carnero salvaje.

Vivió durante un tiempo en los Estados Unidos, donde a causa de un creciente desasosiego comenzó a experimentar una nostalgia de su Kobe, la ciudad arreciada por un terremoto en 1995 y por el Tokio de su descontento, que en ese mismo año sufrió el atentado con gas sarín en el metro que mató a 13 personas y afectó a cientos de pasajeros. Ya de regreso en Japón, Murakami acendró su origen y certificó los lazos con la tierra donde nació escribiendo sobre ambos episodios.

Las historias de Murakami comienzan a partir de un hecho trivial, insignificante y cotidiano. Tal vez así acontecen las cosas importantes en la vida. Un hombre de 30 años cocina espaguetis en la cocina de su departamento. Suena el teléfono: ese es el inicio de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo. “Era un hecho tan simple, pero sentí que algo estaba ocurriendo allí”, dice Murakami. Al fin y al cabo, él escribe sólo para divertirse. “Escribo con la misma fascinación con la que leo: no sé qué va a pasar, no sé cómo sigue la historia, y eso me divierte mucho”, explica.

Toru Watanabe, un ejecutivo de 37 años, escucha casualmente mientras aterriza en un aeropuerto europeo una vieja canción de los Beatles, y la música le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de finales de los sesenta: así inicia la famosísima Tokio Blues. “Esa novela fue un simple experimento. Personalmente, a mí me gusta esa novela, pero no he vuelto a leerla desde hace casi 20 años. De momento, no tengo ninguna intención de volver a escribir algo parecido. No tengo interés en el pasado. Ya no puedo sentir interés en el llamado estilo realista porque, si escribo una novela así, acabo aburriéndome”, declaró Murakami en 2007 al periódico español El País.

Mientras este artículo se escribe, alguien, en alguna parte del mundo, está criticando a Haruki Murakami con ferocidad. Desde llamarlo “el mayor timo de la literatura japonesa” a “poca cosa endiosado”, los oponentes a sus libros masivos, plagados de guiños a la cultura pop, comienzan a hablar en voz alta. Lo mismo pasó con el estadounidense Paul Auster, quien cuando sacó El palacio de la luna en 1989 era un autor de culto y cuando comenzó a ser masivamente leído y célebre en el mundo, dejó de ser cool para muchos lectores snobs.

Murakami, que dice que quisiera desaparecer del mundo cuando no escribe, está ajeno a las disquisiciones sobre su obra y seguramente no escucha el ruido sordo que ha generado la salida inminente de su esperada nueva novela, que en México verá la luz el próximo 7 de febrero.

Se trata de 1Q84, en expresa referencia a George Orwell (en japonés, Q se lee igual que el 9), una profusa obra de 1000 páginas que viene a calmar la ansiedad de sus acólitos que desde que saliera After dark, su anterior novela, hace cinco años, esperaban con desesperación una nueva historia. En Japón, donde fue publicada en tres tomos, la novela ya vendió 480 mil ejemplares.

Amor, miedo, crímenes, horror, en un tema que tiene, curiosamente, cierto parentesco con el otro boom de la literatura contemporánea, el fallecido sueco Stieg Larsson, toda vez que trata el abuso infantil. Amoame, una profesora de educación física, es también una asesina de hombres culpables de malos tratos contra los niños. También está el escritor inexperto que monitorea los textos de una joven monja. Y todo lo que pasa entre ambos personajes.

“Orwell escribió 1984 mirando al futuro, y yo, con mi novela, quiero hacer lo contrario, mirar al pasado, pero sin dejar de ver el futuro. Es mi obra más ambiciosa”, dijo el autor en su última visita a Barcelona, el año pasado.

3 comentarios:

Elenita dijo...

muy interesante la verdad Haruki Murakami , yo me he leído tres novelas suyas y la verdad es que kafka en la orilla es la que más me gustó.

Pau M.I.A. dijo...

Murakami es mi "salvador". Desde que leí "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" mi percepción del mundo a cambiado totalmente, la manera en la que estudio y también en la que escribo. Lo considero un genio y alguien a quien le podría dedicar mi vida como profesionista.

Anónimo dijo...

No me parece bueno, su prosa es simple y ligera. Es bueno para dar grandes rodeos sin sentido. O eso creo. Sólo he leído su "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", pero la verdad es que me gustaría leer 1Q84, su obra más ambiciosa. Lo considero un autor mediocre hasta el momento.