domingo, 22 de marzo de 2009

ENTREVISTA A CHRIS BOTTI



Pocos trompetistas han tenido el éxito comercial de Chris Botti (Oregon, Estados Unidos, 12 de octubre de 1962), sin tener que abandonar un ápice la calidad artística ni la maestría en el dominio de un instrumento poco condescendiente y de difícil ejecución.
También es cierto que pocos músicos contemporáneos han tenido la fortuna de toparse en el camino con músicos de la talla de Paul Simon o Sting, quienes fueron a la sazón los grandes impulsores de la destellante carrera profesional del trompetista que se presenta por primera vez en México este domingo.
Dueño de un carisma arrollador y de una estampa física que lo acerca más a las estrellas de cine que a los músicos de jazz, Botti empezó a tocar a los 10 años y se hizo músico profesional cuando estaba en la escuela secundaria. Gran influencia ejerció sobre él su madre pianista, aunque Chris no sea capaz de tocar muchas teclas. "No tengo capacidad para sentarme a tocar el piano, pero conozco la armonía y generalmente compongo con el piano mejor que con la trompeta”, admite.
Antes de su éxito fulgurante, pasó hambre en Nueva York, escena central del jazz estadounidense hacia donde se trasladó en busca de éxito. Fueron los productores Hugh Padgham y Arif Mardin quienes lo descubrieron para convertirlo en un imprescindible de la música pop. Llegó prontamente a participar en discos de artistas tales como Bob Dylan, Joni Mitchell, Aretha Franklin y Thomas Dolby.
En el año 1990, Botti se unió a la banda de Paul Simon, donde permaneció durante los siguientes cinco años. En 1995 grabó su debut solista, First Wish, un disco que combina los sonidos del pop-jazz contemporáneo con las texturas del art-rock. Después de realizar la orquestación para la película Caught, Botti regresó en 1997 con su segundo disco en solitario titulado Midnight Without You, que fue seguido por Slowing Down The World en 1999. Destacó su participación en el grupo Bruford Levin Upper Extremities, al lado de Bill Bruford, Tony Levin y David Torn, con quienes lanzó dos discos y en donde demostró el lado progresivo-free de su música. Dos años más tarde ya era solista en la gira mundial Brand New Day de Sting.
“A Sting le debo mi carrera, le debo todo”, suele decir en las entrevistas y esta no es una excepción.

Algunos críticos lo han comparado con Miles Davis y Chet Baker, ¿se puede dormir tranquilo después de eso?
(Risas)…. Bueno, no sé, dejo a los críticos hacer lo que tienen que hacer. Me gustan mucho los dos, pero tengo una preferencia especial por Miles Davis, creo que hizo los mejores discos, tuvo a las mejores bandas y ser comparado con él es un cumplido fantástico que me niego a creer.

¿Entre el jazz y el pop, de qué género diría que es usted más representante?
Bueno, ciertamente al jazz, pero no sé, es extraño para mí comentar algo certero al respecto; simplemente hago la música que me gusta hacer y mi música tiene elementos de varias corrientes, incluso del género clásico. Supongo que eso es lo que ha dado el sentido ecléctico a los discos que he hecho y lo que le otorgó impulso a mi carrera. No soy un músico de jazz puro, ni tampoco un músico de pop total. Lo mío es música popular sofisticada, cercana a lo que hace Sting, por ejemplo. En todo caso, si es pop, no es un pop prefabricado.

¿Qué recuerda de sus tiempos con Paul Simon?
Recuerdo haber venido a Mexico con él. Paul Simon me dio mi primera gran oportunidad en la escena de la música mundial. Además, compartí el escenario nada más ni nada menos que con Randy Brecker, lo que representó una enorme experiencia de aprendizaje y gozo.

¿Y de su época con Sting?
Estar con Sting tuvo un impacto mucho mayor en mi carrera. Sting me dio mi carrera, podría decirlo así. Probablemente no estaría charlando contigo si en su momento no hubiera aceptado estar en su banda. Él ahora es mi mejor amigo, hizo mucho por mí y lo sigue haciendo hasta hoy. Nunca podría pagarle todo lo que le debo a nivel profesional y personal.

¿Cuándo tuvo su primera trompeta?
A los ocho años. Inicié con el piano, pero rápidamente sentí que no era el instrumento adecuado para mí y me cambié a la trompeta. Desde entonces estoy atrapado por ella. A partir de los 12 años y cuando escuché a Miles Davis sabía que quería tocar siempre la trompeta y concentrarme en ese instrumento. Una de mis mayores cualidades ha sido saber desde edad muy temprana para qué era bueno.

¿Qué le diría a un joven que quisiera tocar la trompeta?
El mismo consejo que le daría a cualquier chico que trata de aprender cualquier instrumento y es encontrar la pasión en las cosas simples. Creo que a veces los chicos tratan de hacer demasiadas cosas con el instrumento, tocar fuerte y rápido, sin tener cimientos básicos que le darán en un futuro la oportunidad de convertirse en un músico profesional.

¿Toca muchas horas al día?
Uy, sí, soy un poco obsesivo. Los únicos momentos en que no practico la trompeta es cuando estoy sentado en un avión. La verdad es que no encuentro otra manera de relacionarme con el instrumento. Tocar a toda hora es algo que tienes que hacer para mantenerte actualizado en tu instrumento por el resto de tu vida.
¿Entre la técnica y la emoción, cómo se encuentra en equilibrio?
Es una buena pregunta. No sé si consigo siempre ese equilibrio y no diría que tengo la mejor técnica de trompeta en el mundo. Creo que ser un trompetista emocional depende mucho de la gente con la que comparto la escena musical. Trato de presentar la trompeta en una forma atractiva. Muchas veces escucho discos de trompeta y no son musicalmente lo que yo elegiría hacer, sí, tocan increíble, pero no me transmiten nada a nivel musical. Como músicos siempre estamos bailando entre la capacidad de demostrar que tenemos técnica y al mismo tiempo podemos tocar música con la que el público se identifique. Es un terreno que cambia constantemente y donde no es fácil moverse, encontrar un equilibrio.

¿Qué fue lo más difícil a la hora de encarar una carrera profesional en la música?
Lo mas difícil fue pasar hambre. Me fui a vivir a Nueva York, donde no conocía a nadie ligado al ambiente musical y me morí de hambre durante un tiempo, lo cual no resultó muy divertido. Encontrar la forma de pagar la renta en NY es bastante difícil. Una vez que encontré la forma de ganarme la vida, lo difícil fue que la gente comenzara a tomarme en serio, musicalmente hablando. Si eres un cantautor, es mucho más fácil que la gente entienda y acepte lo que haces. Ser trompetista es más difícil. Así que me tomó unos cuantos años convencer a las compañías discográficas de que me dieran la oportunidad de hacer discos.

¿Para los jazzistas es usted demasiado pop y para los pop, demasiado jazzistas?
Sí, ¿por qué no?. En Nueva York hice todo que lo hay que hacer para convertirse en un músico de jazz. Amo la improvisación, pero necesitas vivir la tradición bebop para dedicarte por entero a ella. Como lo hace Woody Shaw, por ejemplo, tocando brillantemente, moviéndose un poco más rápido que yo. La música que realmente me inspiró cuando era un adolescente fueron las baladas del quinteto de Miles Davis. Mi música es más intimista, porque no tiene el formato del pop. Es la calidad atmosférica lo que yo realmente amo del jazz y he intentado enlazar este sentimiento con las texturas y las melodías que se pueden oír en una grabación de Peter Gabriel o Bryan Ferry.

O sea que no le importa mucho encontrar una definición precisa…
No, claro que no. Además, cómo defines al jazz. Si pones atención al disco Kind of blue, de Miles Davis, es un disco pop, uno de sus discos más populares y además su mayor foco es en la contención musical, tan contraria al concepto del jazz. La gente que tiene el disco Kind of blue es probable que no aprecie el disco Live At The Plugged Nickel, que nos les guste E.S.P. ni Nefertiti, así que Miles Davis hizo un disco con atmósferas hermosas y populares. A eso me refiero con pop. No digo pop en el sentido de una canción de Madonna sino como música accesible a la mayor cantidad de público. Popular no significa música mal hecha o aburrida. Para un cierto grupo de músicos de jazz, yo no sería algo que escucharan con agrado. Si te gusta Cecil Taylor no te va a gustar Chris Botti y eso está bien, es entendible y aceptable. Eso es lo que me gusta y satisface del pop, es que es mucho menos exigente que el jazz, es más indulgente. En nueve de cada diez oportunidades, los músicos de jazz que quieren hacerme sentir menos, lo hacen por razones extramusicales, porque soy rubio o porque hago bandas de sonidos de películas masivas como August Rush, pero lo que es un hecho es que mi banda está compuesta por grandes músicos de jazz.

¿Qué toma en cuenta antes de hacer un disco propio?
Mucha energía y esfuerzo en los arreglos. Es importante el sonido, el tono general del disco y la forma en cómo se siente el disco, los músicos que participan en la grabación. Hay gente que deja los arreglos en un segundo plano, para mí los arreglos son más importantes que el tema en sí mismo. A veces un tema muy simple es elevado de manera hermosa a través de los arreglos y en ocasiones tienes un gran tema y no encuentras los arreglos adecuados. Conseguir ese balance es lo que me obsesiona a la hora de hacer un disco.

¿Cómo nació Italia, su último disco?
De una manera muy casual. Estaba en un avión con un tipo al que le comenté que me gustaría hacer un disco italiano, con atmósferas mediterráneas y fue mi acompañante el que me sugirió que le pusiera el título Italia en homenaje a la línea aérea en la que viajábamos. Eso pasó.

¿Cómo se siente frente a la perspectiva de tocar por primera vez en México?
Muy emocionado, hace varios años que estamos intentando venir a tocar a México y finalmente lo hemos logrado. Aprovecharé para conocer algo de la escena musical mexicana, que desconozco por completo. De hecho, una vez grabé con Alejandro Sanz y estaba convencido de que él era un cantante mexicano. Luego me enteré que en realidad había nacido en España.

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