jueves, 5 de junio de 2008

¿Y tú, güey?


No sé si hay idiomas más complejos y ricos que el español. En todo caso, de lo poquito que aprendí de mis lecturas nietzscheanas es que las comparaciones son efectivas cuando se bastan a sí mismas. Es decir: algo es mejor cuando es mejor que sí mismo, no mejor a otra cosa parecida.
¿Cuántos análisis permite una oración de tres palabras en el español?
Sí, el español es la verdadera venganza de Moctezuma. Lo digo yo, que me peleo todos los días con el inglés, que no hablo y leo poco, por una decisión adolescente y ahora tan perjudicial para mí que consistía en "no aprender la lengua del imperio".
Claro, peor lo tienen los gringos, pero como no se molestan en aprender el español, nunca se las tienen que ver con subordinadas pasivas o verbos copulativos o compuestos.
¿Y tú guey?
Tres palabras en español.
Primero: si vas a analizar gramaticalmente una oración, debes encerrarla en corchetes.
Entonces:
[¿Y tú guey?]
Es una oración interrogativa. Una pregunta directa que en el español exige los signos de interrogación (hay interrogativas indirectas que pueden plantear una pregunta y no necesitar los signos. Qué mal lo tienen los que necesitan aprender el español).
Los signos de interrogación en nuestro idioma, abren y cierran. No hay nada menos estético y doloroso que esas oraciones interrogativas que suelen usar los hispano-parlantes contaminados por la influencia del inglés: con un solo signo al final.
Entonces:
[¿Y tú guey?]
Estas tres palabras indican, por otra parte, un diálogo. En consecuencia, requieren de un guión en el inicio.
Quedaría así:
[- ¿Y tú guey?]
Ahora bien, este diálogo es a su vez, una increpación. Lo que en la gramática lleva el nombre de vocativo. Es como un rezo, una exhortación. Se impone la coma. Qué horror la falta frecuente de la coma en los vocativos y que da como resultado esas oraciones incorrectas tipo: Vamos México o Buenos días América.
No. Lo correcto es: Dios te salve, María. No hace falta, eso sí, la coma en Padre nuestro que estás en los cielos...porque "que estás en los cielos" es una subordinada que modifica directamente al núcleo del sujeto (padre), indicando, en este caso, el lugar donde se encuentra el Padre nuestro. El padre nuestro no se puede concebir sin su lugar de estancia. Es nuestro, pero está en los cielos. Ambas cosas deben ir juntas.
Por lo tanto:
[- ¿Y tú, guey?]
Sucede que guey no es una palabra que exista en el español básico, sino que es una deformación de buey, el animal. No hay problema con esto, porque de acuerdo a las formas de hablar el español en los diferentes países, guey es testimonio de un argot. Semánticamente, guey y buey no son lo mismo y en este caso no funcionan las reglas de corrección idiomática.
Claro que, morfológicamente, para poder bien decir la palabra guey, que suene como quiero que el otro la escuche, necesito poner una diéresis en la "u". De ese modo, el diptongo adopta el sonido "we", requerido para la pronunciación de la palabra.
Entonces:
[- ¿Y tú, güey?]
El problema que plantea esta oración es la letra "Y" en el inicio. "Y" conecta unidades de sentido. No vale por sí misma para iniciar una oración. Quiere decir que si empieza con la "Y", el hablante está indicando que su discurso completa a anteriores unidades de sentido. Es un discurso ligado a otros. Obligatorios, de este modo, los tres puntos suspensivos.
Ahí vamos:
[- ¿...y tú, güey?]
En el cierre de la oración, no estaría mal poner otros tres puntos suspensivos. Se supone que es una pregunta directa que requiere una respuesta, aunque una respuesta quizás no tan precisa. Tiene algo, esta oración, de pregunta retórica, pero no estamos demasiado seguros de ello. Es decir, pueden o no estar los tres puntos suspensivos al final.
[- ¿...y tú, güey?...]
Si el que pronuncia esta oración, en lugar de esperar respuesta, le apunta con una pistola a la sien de su interlocutor y lo mata a sangre fría, acontece una gramática misteriosa e indescifrable, a todas vistas imposible de explicar a alguien que quiera aprender nuestro idioma.
Es cuando los hispano parlantes nos quedamos mudos, pero con la boca abierta, convencidos de que nuestro lenguaje es tan complejo, que ni nosotros lo entendemos.
Así, no hay diccionario que aguante, es lo que digo.

2 comentarios:

Hugo García Michel dijo...

Hola, Mónica. Muy interesante y muy al caso tu análisis de la frase (que no oración, porque carece de verbo) "¿... y tú, güey?...".. Sobre todo me encantó que aclararas las razones por las cuales un enunciado no puede empezar con la conjunción o nexo "y" (como tampoco con "o" o con "ni"). En "La Mosca" elaboré un mini manual de redacción para mis colaboradores que incluía ese punto. Te mando mi saludo y ojalá un día visites mi diario-blog "El rojo y el negro".

Hugo García Michel dijo...

Equivoqué la colocación del primer signo de interrogación y los puntos suspensivos, mil perdones. Debió quedar "... ¿y tú, güey?...".