sábado, 8 de mayo de 2010

ENTREVISTA A ROBERTO GÓMEZ FERNÁNDEZ


Roberto Gómez Fernández (México, 16 de marzo de 1964) se casa hoy en Acapulco con la actriz Jessica Coch. Todo un acontecimiento social en el medio televisivo donde se desenvuelve el productor, peso pesado entre los ejecutivos de Televisa y a la sazón hijo primogénito del legendario Roberto Gómez Bolaños, alias “Chespirito”, también conocido como “El Chavo del ocho”.
“La boda no fue vendida a ninguna revista del corazón y no porque hayan faltado ofertas”, dice un poco presumido y jactancioso el joven tímido y parco que ha sabido brillar en el incandescente cielo de su famoso padre, sin por ello abandonar las lides que lo ligan sentimental y profesionalmente a un símbolo de la cultura mexicana y, por antigua y todavía vigente extensión, a la latinoamericana.
En su austera oficina de Televisa San Ángel, RGF guarda la maleta roja de El Chapulín Colorado, hay un Chavo del ocho en forma de muñeco gigante empaquetado primorosamente en una caja y no deja de sonar el teléfono ni de susurrar los mensajes de texto en su móvil.
De cuerpo magro, rostro amable y mirada profunda, el productor se para varias veces de su sillón, cruza las manos, cruza los brazos y, frente a una pregunta directa, parece contar mentalmente hasta 10 antes de responder a veces monosilábicamente, otras en un tono encendido que delata que hay mucho más en él de lo que muestra.
“El poder me estorba”, “Todos los días pienso en dejarlo todo para irme a hacer una película”, “En mi cajón tengo guardado el guión de un filme que quiero hacer”, “Los actores a veces son como niños de dos años, otras como ancianos de ochenta”, “Televisa ha tenido en cada época el Azcárraga que ha necesitado”: las frases se suceden sin prisa y con muchas pausas entre sí. En el medio de cada una de ellas, los gestos de asentimiento o risas cómplices de sus asistentes –uno de los cuales graba, al igual que la cronista de KIOSKO, la entrevista- y el click del fotógrafo que lo retrata desafiando sin cesar su evidente pudor, funcionan como un telón de fondo bizarro que revela que estamos, cómo no, frente a un cuadro de la pantalla chica, un hombre poderoso con cuya astucia sí contaban sus empleadores y súbditos.
- ¿Le gusta dar entrevistas?
- Algunas, no muchas
- ¿Qué debería tener una entrevista para que le gustara?
- No sé. Fundamentalmente que no hablara de mí.
- Si tuviera que esbozar una semblanza de usted, ¿qué es lo que primero diría?
- ¡Santo Dios!
- ¿Qué cosas lo definen?
- Las cosas simples. Soy un poco romanticón. Soy un tipo relajado que escucha boleros, aunque si hablara estrictamente de música, tendría que decir que me gusta todo tipo de música: de chile, de dulce y de manteca, como decimos en México. Me gusta mucho la música, eso me define, supongo.
- ¿La música ha sido importante en su familia?
Sí, sin dudas, ha sido un complemento en la vida profesional de mi padre. Es autor de alguna que otra tonada conocida.
- ¿Le gusta hablar de su padre?
- Sí, claro. Una pregunta que es muy difícil de contestar es qué se siente ser hijo de Roberto Gómez Bolaños, porque yo desde muy chico veía a un señor famoso que se iba a trabajar vestido de rojo y amarillo. Ese era el trabajo regular de mi padre. Entonces eso era lo normal para mí. Así que no sé qué se siente. Por supuesto, ya cuando crecí y me di cuenta de la dimensión de mi padre, creció también en mí un gran orgullo. Aunque tanto mis hermanas como yo, lo seguimos viendo fundamentalmente como padre.
- ¿Alguna vez sintió que su padre no era totalmente suyo?
- Muchas veces y he llegado incluso a cuestionarle la falta de tiempo que nos dedicaba. Ahora lo entiendo y lo agradezco. Parece que no viene al caso lo que voy a comentar, pero estoy muy enojado con Lorena Ochoa. Por supuesto que dedicarle tu vida a la familia es irrefutable, pero en la número uno ese principio no se vale, porque le está quitando a México la posibilidad de un puesto importante de reconocimiento internacional. Si mi padre hubiera dicho a los 28 años: - Me voy a dedicar a mi familia, no se hubiera valido. Los mexicanos se hubieran quedado sin esa alegría que mi padre les brindó durante tanto tiempo.
- Bueno, no sólo los mexicanos…
- Sí, es cierto. La lejanía va directamente proporcional al cariño. Lo quieren mucho en la ciudad de México, pero más lo quieren en provincia; lo quieren mucho en provincia, pero en Latinoamérica lo adoran.
- ¿Le ha dolido a usted cierta reticencia de la intelectualidad mexicana a la hora de reconocer la valía de su padre en la cultura nacional?
- Lo entiendo, es normal. Cierto perfil intelectual tiende a demeritar cualquier cosa que tenga raíz popular. Si quien lo minimizara fuera la voz popular, entonces pensaría que algo está mal.
- ¿Cree que a él le preocupa conservar el amor de la gente?
- No sé si preocupar sea la palabra, pero le toma mucho tiempo tratar de estar vigente. El tema con él es que empezó a tener fama desde muy grande. Roberto Gómez Bolaños tenía 41 años cuando se hizo famoso y eso lo ayudó a asimilarlo mejor.
- ¿Ha sido un padre regañón?
- No, para nada, al contrario, se excedió en la falta de regaño. Creo que parte de su genialidad, porque debo decir que mi padre es un genio desde muchos puntos de vista, también estaba presente en el trato que tuvo con sus hijos. En vez de regañarnos, nos sentaba para que tratáramos de entender qué habíamos hecho mal. Lo hacía hasta con sentido del humor y eso resultaba a la larga más efectivo.
- ¿Es una manera que usted ha tratado de seguir con sus hijos?
- Bueno, trato, no siempre lo logro.
- ¿Buscó usted la aprobación de su padre?
- Desde muy chico. Para mí era importante que él se diera cuenta de lo bueno que era yo jugando futbol.
- ¿En el mediocampo, en la delantera?
- No, adelante siempre, haciendo goles
- Pero, ¿hay registros de eso?
- No, pero los fabrico enseguida.. (risas) La verdad es que la aprobación de mi padre era lo más importante para mí. Ahora, al vivir en tiempos diferentes, tenemos también ciertos puntos de vista distintos. Por supuesto, me dice mucho, lo oigo mucho, pero no siempre estamos de acuerdo, sobre todo en el manejo de los medios, tomando en cuenta además que fue mi más importante maestro. Yo venía con él de la mano a grabar a los estudios y desde entonces comenzó a ser mi maestro. Era algo que le gustaba, vio que esto me interesaba y me daba clases sin que yo me diera cuenta.
- Ahora su padre es un muy crítico con la televisión, nada le gusta…
- No sé hasta qué punto tenga razón o no. La verdad es que en la historia de él conmigo, siempre he pensado que critica de más, pero luego el tiempo le termina dando la razón. Ahora me encuentro en esa circunstancia en la que siento que está criticando excesivamente y espero de todo corazón que el tiempo no le dé tanto la razón, sobre todo cuando se trate de mis programas.
- Usted no tuvo opción a la hora de elegir profesión, al menos eso parece…
- Bueno, desde chico lo que más quise, antes que la televisión, fue ser director de cine. Y eso perdura. En la adolescencia me interesé un poco por la arquitectura y la economía, pero me quedé con la televisión
- ¿Qué tiene la televisión de fascinante para usted?
- Más que la televisión, me interesa cualquier medio que me brinde la posibilidad de contar una historia. Me apasionan la ficción y tener algo de ingerencia emotiva en el público. Mi formación es audiovisual y voy siempre al cine y a la televisión, pero también me gusta el teatro. Soy fundamentalmente un director y tengo un archivo de guiones de cine para hacer y el pretexto universal es la falta de tiempo.
- Bueno, pero tampoco niegue su pasado de actor…
- (risas) Me he dedicado a borrar cualquier registro de ello. Fue como a los 18 años, incluso llegué a trabajar en una obra de teatro, gracias a Dios me di cuenta a tiempo de que no iba a hacer una carrera muy trascendente en esa profesión.
- ¿Le gusta dirigir actores?
- Sí, lo disfruto mucho, entiendo al personaje-actor o actriz y me gusta poder decodificarlo y hacer los malabares necesarios para lograr un resultado efectivo. Me encanta. A veces tienes que ser un maestro de kinder y otras un cuidador de ancianos.
- ¿Los actores de cine son mejores que los de la tele?
- No, para nada. El medio no tiene nada que ver. Hay diferencia, eso sí, entre el teatro y todo lo demás. Hay actores extraordinarios que sólo han hecho televisión y ha otros que han cimentado su carrera en el cine, pero logrando el prestigio a través de las películas más que en su desempeño. Los roles de exigencia están en todos los medios. He dirigido a actrices como Cinthya Klitbo, que ha llegado a hacer cosas extraordinarias en las telenovelas. Mi gran amiga, Kate del Castillo, por ejemplo, desprecia las telenovelas y sin embargo le he visto hacer cosas en ellas que todavía no ha logrado en el cine.
- ¿Cómo es usted con el casting, usted elige a cada uno de los actores?
- Somos un equipo y desde que yo era director en donde me daban mucha entrada a yo poder decidir el reparto, intenté decidir entre todos. Si hay alguna duda fuerte, la última palabra la tengo yo, pero hay veces que inclusive la decisión la tome alguien más. Si veo a alguien muy aferrado a una idea, aunque yo no esté muy convencido, lo dejo hacer. Al final, esa forma ha dado buen resultado.
- ¿Y es capaz de desistir de un buen actor si no propicia el buen clima de trabajo?
- Por supuesto. Trabajar a gusto es lo más importante, después está el talento. Íbamos a tener a un gran actor en Matrimonios, de quien no voy a decir el nombre, pero canceló muchas citas y eso no me sonó muy formal y preferí desistir. Hemos corrido a gente por no llegar puntualmente al llamado.
- ¿Este proyecto, Matrimonios, es un remake?
- Es una novela colombiana que haremos en México. La verdad es que es la historia de contar historias. Hay grandes obras reconocidas que se conocen más por el remake que por el original. Mi bella dama, por ejemplo, es Pigmalión. Y hay miles de historias así. Las historias de las telenovelas se pueden definir con un concepto de remake, vienen de las radionovelas y en México, en donde se generó la monumental industria de la telenovela, las mayorías de las historias eran cubanas, chilenas, argentinas…
- Usted ha dicho en una entrevista que las telenovelas colombianas tienen más poder de universalidad que las mexicanas…
- Creo que son las que más posibilidades de viaje poseen. Presentan circunstancias universales en todo sentido y más que en otras nacionalidades y han encontrado un tono más digerible para contarlas. El público mexicano es más conservador y por eso cuesta aceptar la vanguardia de la Argentina o de Brasil. Y al revés es lo mismo, cada vez más cuesta colocar una telenovela clásica mexicana en Argentina, por ejemplo.
- ¿Matrimonios va a tener humor?
- Tiene algo de humor, pero será principalmente un melodrama con una estructura un poco diferente. Tiene un poco más del drama cotidiano sin las grandes emociones, se trata de historias de amor que reflejan lo cotidiano del conflicto emocional.
- ¿Es un horario difícil el de la noche?
- Muy complicado, ya lo vimos con Alma de hierro. Las 10 de la noche, en muchos hogares, es la hora de apagar la televisión, no de encenderla. Luchamos con eso y también lucharemos con la duración, porque nuestra historia durará solo media hora. Es un reto no generar la sensación de que no pasa nada, porque además tiene menos tiempo para contar la historia.
- Además, se va a estrenar en pleno Mundial de Futbol
- Ni me lo recuerdes. Yo inclusive voy a ver la novela en repetición…no, es broma
- Televisa de pronto es más abierta, más audaz…¿cómo se dio ese proceso?
- Siempre digo que Televisa ha tenido el Emilio Azcárraga que ha necesitado para cada época…
(En ese momento se termina el cassette)
- Pero, qué cortito es tu cassette…
- No, lo que pasa es que usted habla mucho…y eso que me dijeron que era parco…
- Jajaja…siguiendo con el tema de Televisa, cuando entró Azcárraga Jean era lo que necesitaba la empresa. El éxito financiero es total, como nunca. Ha sabido adecuarse a los tiempos modernos y tener una gran visión de apertura. Cada vez que estoy en una junta, siento el deseo de tener una cámara para poder grabar lo que allí hablan Pepe Bastón o Emilio Azcárraga Jean. Quizás la gente no me cree cuando cuento lo que ellos dicen, refiriéndose a la necesidad de crear una televisión que beneficie al pueblo mexicano. Los valores, la necesidad de no hacerle daño al público, de dar lugar a todas las voces…
- ¿Tiene Twitter?
- Sí, pero no lo uso mucho, me da un poco de miedo, porque veo a gente que ha caído en las redes del Twitter o del Facebook…
- ¿Usted es un hombre fuerte de Televisa?
- No sé qué quiere decir eso, pero creo que tengo un lugar importante que ha sido circunstancial, no es algo que haya buscado. Tengo más de lo que he deseado. Me estorba la responsabilidad tan grande…
- ¿No siente a veces ganas de largar todo e irse a dirigir una película?
- Todos los días amanezco con ese sentimiento. No me interesa el poder en lo mínimo y lo tengo, por eso me estorba. A veces estoy más cómodo en la trinchera del set o con mis amigos de la primaria que con el vicepresidente de ABC Televisión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como conseguiste poderle hacer una entrevista a Roberto Gomez Fernandez?

Anónimo dijo...

Mi nombre es Miguel S. y en verdad apreciaria una respuesta a quien puso esta entrevista. Gracias