miércoles, 7 de enero de 2009
EL DÍA QUE TANIA LIBERTAD SE VOLVIÓ NEGRA
Cuando la peruana Tania Libertad se mira al espejo no se ve negra. Pero si se mira el alma, se siente el corazón y, sobre todo, se escucha la voz, asume con confianza y orgullo una negritud que la convierte en un vehículo que puede llevarte directamente a África. En su caso, no le viene de Zimbabwe ni de Cabo Verde la pasión por lo negro del mundo, sino de la costa que en su Perú natal la vio nacer hace poco más de 50 años e irse de muy joven, demasiado temprano quizás, aunque llena de climas, sabores y perfumes que ha sabido transmitir a lo largo y a lo ancho de medio centenar de discos, millares de conciertos, múltiples recorridos por el planeta.
Es la voz latinoamericana que en los 70 se enmarcaba en el movimiento de la Nueva Canción. Es la voz que fue engolándose y haciéndose densa, espesa y abarcadora al compás de los vaivenes de un mercado voluble y exigente. Puede ser una rara avis en una actualidad de chicas con caderas anchas y pelos oxigenados que reinan en el universo pop de melodías fáciles y letras cursis. También puede ser un buen producto comercial cuando canta ópera en discos que se venden como pan caliente en los supermercados. Es la productora de sí misma. La que canta siempre lo que se le antoja. Es la que ha adoptado la nacionalidad mexicana con el mismo fervor con que ama Brasil, por su esposo brasileño, o que adora a Argentina, por su amiga Mercedes o por su querido Fito Páez. Dice no conocer las autopistas del arte y que siempre ha transitado los atajos. Dice que ha pagado demasiados peajes para poder mantener su carrera sin fisuras. Canta con Manzanero. Canta con Marco Antonio Muñiz. Canta con amigos porque de vez en cuando siente la necesidad de formar parte de un grupo y de abandonar el pesado rol de solista.
Hacía world music cuando nadie sabía qué era eso. Y ahora que es tiempo de rescatar del olvido los diversos folclores del mundo, ella sale con su Costa Negra, para demostrarnos que sí, efectivamente, cuando se mira al espejo, Tania se ve tan oscura como su amiga Cesaria Evora.
- Costa Negra muestra su afición por la música negra, quizás el lado de Tania Libertad que más veneran sus seguidores. ¿Cómo calificaría este disco en el marco de su extensa carrera?
- Este disco es mucho más completo que los otros, porque en este sí está presente aquella ilusión mía de niña que soñaba con que algún día yo me iba a acercar a un señor gordito y pelón, le iba a ofrecer mi trabajo y ese señor me iba a descubrir como artista y me iba a hacer famosa en el mundo. Ese sueño nació después de ver muchas películas de Marisol y de Joselito. A ellos siempre los descubría un empresario y lo cierto es que yo he pasado gran parte de mi vida artística sin conocer a ese empresario. Mi única descubridora he sido yo, la única que ha estado fastidiando a las disqueras, a todo el mundo, para poder seguir adelante con mi carrera, he sido yo misma. Este disco sucedió porque un amigo y yo contratamos a Cesaria Evora para traerla aquí a cantar, ahí conocí a su manager y le acerqué mis discos...
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- Bueno, al fin llegó el empresario.
- (risas) Sí, aunque él es un poco gordito y pelón, no es un señor mayor, es una persona muy educada, tiene un sello discográfico dedicado a la world music. Ese hombre me llevó a Paris a grabar, él me juntó con los músicos africanos y fue así como en este disco ha habido una serie de participaciones que yo no había tenido antes, incluso la forma de preparar los demos, de encarar los arreglos, fue nueva, distinta.
- Pero la música de la costa peruana ya estaba en usted, nadie le descubrió ese cancionero tradicional...
- Todas las canciones las propuse yo y no fueron las 14 que aparecen en el disco, sino 40. En los arreglos, por ejemplo, cambiar el ritmo de “Júrame” o” Historia de una amor”, fueron también ideas mías. Cantar “Historia de un amor” con puros cajones y percusión se me ocurrió a mí y yo misma elegí esa canción para cantarla a dúo con Cesaria Èvora. Por eso este disco es especial, porque en él están manifestadas toda mi emoción y mi capacidad artística.
- En ese sentido, ¿podría decirse que este trabajo es una especie de bisagra en su carrera?
- Podría ser, porque yo nunca he estudiado música, no sé leer música, no sé dirigir a un músico, y sin embargo tuve que hacer todo eso. Me quité una serie de temores para poder hacer cosas que yo creí que no iba a poder concretar. Estoy muy orgullosa porque los arreglos son míos, porque por primera vez me hicieron caso y me permitieron meter mi cuchara.
- ¿Cómo es el folclore de la costa negra peruana?
- Es fascinante. Lamentablemente los artistas peruanos no salen fuera de su país salvo que haya alguien que les ofrezca un contrato seguro desde otro lado del mundo. Por eso se conoce tan poco. Le debemos a David Byrne, por ejemplo, haber dado a conocer al mundo a Susana Baca, que es formidable, pero ella es sólo una parte de la música peruana, una parte mucho más nostalgiosa, más cadenciosa. La música de la costa, en cambio, es más fuerte, más pasional y yo, sin ser negra, la he desarrollado porque he estado al lado de los negros siempre; me tocó vivir, convivir muchas cosas a su lado. Estuve cinco años como conductora de televisión en Perú y conocí así a Nicomedes Santa Cruz, el compositor que más sabía de música negra. Él hacía los libretos y yo repetía lo que él escribía. Ahí supe la historia de las danzas, de las letras, de las melodías...
- ¿Su voz más negra está en Costa Negra?
- Efectivamente, mi voz más negra está en Costa Negra y es una más negra todavía que la que he tenido siempre. Siento que a partir de este disco yo entendí otros conceptos de la negritud, sobre todo luego de haber visitado países como Senegal y Angola. Empecé a sentir que la música era toda negra. Canciones que antes las entendía de otra manera, como por ejemplo “Procuro olvidarte”, ahora sólo la canto en ritmo de landò. A los temas de Manzanero los estoy llevando a ritmos negros. Siento una alegría enorme porque estoy descubriendo otra manera de escuchar la música de siempre. Y en México, donde hay tan poco acercamiento a la cultura negra, se vuelven locos cuando les canto landò.
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- Usted ha sido últimamente blanco de muchas críticas. Salió un comentario muy duro en el periódico Reforma hacia su disco de óperas y en Televisa la vetaron por haber ido a cantarle el cumpleaños a Paty Chapoy en su programa. ¿Cómo vive esas críticas?.
- Mira, cuando saqué el disco con repertorio clásico una de las primeras notas que me hicieron fue de la revista Ópera. Y el periodista me preguntó si había tenido miedo de cantar esto y le dije que tuve miedo porque le tengo mucho respeto al género, pero mucho más miedo tengo por lo que vayan a decir los puristas, no los que saben de ópera y tienen un criterio maravilloso, sino de los que piensan que si tú no apoyas la voz como la apoyaba María Callas, entonces estás haciendo todo mal. La verdad es que yo jamás pretendí pasar por una cantante de ópera, no lo digo con falsa humildad, lo digo con toda la honestidad del mundo, pero también con todo el orgullo del mundo: por primera vez un disco con esas canciones ha vendido más de 150 mil copias en México, donde un material de esas características nunca habìa pasado de las 500. Y yo no he hecho algo parecido a lo que hace, por ejemplo, Emma Chaplin, eso es opera pop, ni siquiera intenté acercarme a la propuesta de Andrea Boccelli, lo que yo hice fue cantar las óperas en los mismos tonos sin ningún artificio ni rebuscamiento. Sabía además que era el único disco de ópera que iba a hacer y quise hacerlo como tiene que ser, con la única diferencia que yo canté como quise y con el mismo sentimiento con que canto José Alfredo Jiménez, cosa que no le ponen ciertas cantantes de opera, por eso no les compran sus discos. En cuanto a las críticas, la verdad es que esperaba peores. Fueron dos críticas malas contra 96 buenas. En Europa, gente muy conocedora del género, quedó fascinada con el trabajo.
- ¿Y lo de Televisa?
- Lo de Televisa no me dolió, debo ser la artista más vetada de Televisa. Mi primer veto empezó en el año 85, en el 87 me volvieron a vetar, en el 89 otra vez y quedé vetada como cuatro años; luego salí con el disco África en América y lo pude promover en los canales de Televisa. Al año siguiente me volvieron a vetar porque fui con Manzanero a cantar a Guadalajara y la televisión Azteca lo tomó. Todo este asunto de los vetos me parece algo totalmente infantil, pues revela que la gente de Televisa no se dio cuenta de que tienen que vetar a alguien que realmente le perjudique no salir en televisión, a mí no me van a perjudicar porque nunca salgo en televisión. Son tonterías, pleitos entre empresas, y cuando me lo dijeron solté la carcajada del siglo. Además, se supone que los periodistas tienen libertad de expresión y de conectarse con quien ellos crean. En pleno veto fui al programa de Víctor Trujillo, y me atendió perfectamente diciendo que el talento no se puede vetar.
- ¿Sigue teniendo dificultades para dar conciertos en Sudamérica, donde es tan requerida?
- Sí, para ir a la Argentina, tendría que hacer mi propia empresa o comprar los boletos de avión y rentar el teatro; no he recibido ninguna propuesta para ir, y yo sigo haciendo proyectos y he hecho proyectos importantísimos en los últimos años, sigo siendo de alguna manera una marginal, no tengo las televisoras detrás de mí, sino eres alguien como Thalía, Paulina Rubio, Luis Miguel, Ricky Martin o Enrique Iglesias todo lo demás tiene que ir por los atajos.
- ¿Qué ha significado cantar para UNICEF?
- Bueno, es demostrar que las cosas no han cambiado en el mundo. Sigue habiendo una enorme franja en el centro, acá están los ricos y todos los demás son tremendamente pobres, la clase media no existe. En la música también ha ganado la derecha. Estamos los artistas por un lado y luego los tocados por las disqueras, por Emilio Estefan, por los hacedores de estrellas. Ellos son los que manejan a los medios de comunicación y por eso me pongo tan feliz cuando gente como Fernando Delgadillo o el dúo Sin Bandera, aparecen con un éxito tremendo y demuestran que son artistas que se les están escapando a toda esa gran industria que no sabe qué hacer para vender discos, todo lo que han promovido últimamente ha sido un fracaso.
- La lástima es de lo que se pierde, hay artistas como Marc Anthony, por ejemplo, que es un gran cantante; bien podría hacer cosas con usted, como mucha otra gente, la industria evita que los artistas se relacionen y eso es triste para el que tiene que escuchar.
- Cuando yo digo que alguien está tocado por los grandes jefes de la música, no quiere decir que no tenga talento, Carlos Vives tiene talento, Juanes también, Shakira es muy talentosa, pero la hicieron de tal manera que privilegian otras cosas y no su voz o su modo de componer canciones. Cómo le haces para sostener todo eso que es una maquinaria que te hace llegar a Japón, Australia y después, van a tener que volver a invertir todo eso para volver a subir a Ricky Martin donde estaba, desde el suceso de su disco no se sabe nada de Ricky, alguien me dijo que está preparando el lanzamiento de otro, nosotros no sabemos de eso, nosotros sacamos un disco y nos ponemos a trabajar y cuando ha salido el otro disco seguimos trabajando y trabajando, haciendo conciertos, no sabemos escondernos para que la gente nos extrañe, nosotros tenemos que estar ahí, siempre.
- Muchos críticos consideran fundamental en su carrera el disco África en América, y este último trabajo suyo se parece a aquel...como si hubiera una clave a descubrir con una mirada muy atenta a toda su discografía...
- Sí. Es que no se trata de nada nuevo. Si vas hasta el disco Alfonsina y el mar, ya ahí está “cardo y ceniza”, en el disco Como una campana de cristal grabé el “Toro mata”, hasta en el disco que fui a hacer a Brasil con Camargo Mariano metí la “Negra presuntuosa”. Siempre he tratado de que la música negra peruana sea tomada como parte vital del cancionero latinoamericano, porque si se la confina a la expresión sólo a la expresión folclórica, propia de una región, entonces la limitan. Todos los latinoamericanos podemos cantar, zamba, chacarera, cueca o música negra del Perú, porque América latina tiene musicalmente los mismos padres: África, España y la raíz indígena de cada lugar.
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