viernes, 29 de abril de 2011

EL REGRESO DE MANÁ


Vuelve Maná. Luego de tres años de ausencia discográfica, el cuarteto liderado por el cantante y letrista Fher Olvera, entrega un disco potente, hecho casi artesanalmente, grabado en cinta y producido, como dicen ellos, “a fuego muy lento”.

Se trata de un trabajo muy esperado por los numerosos fans que la agrupación tiene en todo el continente y cuyo título refleja el estado de ánimo de su frontman, quien durante 2010 debió sufrir la pérdida de su madre, de su hermana mayor y del hijo que esperaba con su esposa, Ana Ivette Verduzco. Iba a ser el segundo vástago para la pareja, cuyo primogénito, de nombre Dalí, nació en 2007.

Drama y luz es, entonces, la muestra de un claroscuro que el cantante, de 52 años, ha sabido enfrentar mediante la música, una materia que considera curativa: “Es un gran disco hecho en el peor año de mi vida”, dice Fher, jefe indiscutido de la banda que integran además el guitarrista Sergio Vallín, el baterista Álex González y el bajista Juan Calleros. “Hablamos de la posibilidad de parar durante un año debido a la situación que estaba atravesando mi vida, pero decidí no parar y finalmente pude darme cuenta del poder sanador de la música”, dice Olvera en entrevista con GENTE. A su lado, el guitarrista Sergio Vallín asiente solidario.

El proyecto del nuevo disco comenzó a tomar forma en 2008. Durante 34 meses, fueron compuestas, arregladas y grabadas más de 40 canciones. Sólo 14 pasaron el riguroso filtro de la agrupación, ayudados en esta ocasión por los ingenieros de sonido Benny Facconne y Thom Russo, los mismos que le dieron a la discografía de la banda el sonido pop con el que han triunfado a lo largo de 20 años de carrera.

Álex González, el famoso baterista estadounidense, quien ofició del productor del álbum junto a Fher, es el autor de la canción “Latinoamérica”, un manifiesto a favor de los inmigrantes latinos.

En Drama y luz también hay canciones como “Sor María”, que habla de una monja que se enamora, “cuando una mujer se enamora no hay nadie que pueda pararla, otra canción habla de un espejo un poco surrealista y otra que se llama “El dragón”, que habla de las adicciones”, explica Olvera.

Hay un tema llamado “Mi corazón no sabe olvidar”, otra titulada "Contra todo”, de protesta social, así como “Mi reina del dolor” y “Vuela libre, paloma”, dedicada a la mamá de Fher.

El disco tiene un costo menor al usual, por expreso pedido de la agrupación fundada en 1987, que quiere de este modo luchar contra la piratería.



“Nosotros pensamos que la piratería existe porque los precios de los discos son muy altos, las tiendas de discos ganaban mucho dinero y porque los empresarios de los sellos discográficos gastaban en sus aviones privados y en sus mansiones”, dice Fher.

“Así es, eran más estrellas que los artistas”, apunta el guitarrista Sergio Vallín.

“Pagamos la producción tanto del DVD como del disco, y no fue nada barato, por lo que le pedimos a la compañía (Warner) que pusiera el disco a un precio bajo. Ese fue el pacto y lo cumplieron”, agrega Fher.

“Una vez Rubén Blades me dijo, mira a Tomi Motola (Ex directivo de la Sony), es mi empleado y sin embargo vive mejor que yo, tiene mucho más dinero, así eran las cosas en este negocio”, expresa el cantante.

El corte de difusión fue “Lluvia al corazón”. Se trata de una canción compuesta por Olvera y Vallín y “que lleva un mensaje de esperanza ante los nubarrones de un futuro incierto por vivir en un planeta medio muerto”, expresa el cantante.



El compromiso



Los números de Maná son escalofriantes. Estamos hablando de una de las bandas de rock/pop más exitosas e internacionales en la historia de México.

La agrupación nació en 1987 y lleva ya 15 discos entre sus 10 de estudio y cinco recopilatorios, con giras monumentales como la que protagonizara en 1995, con 52 conciertos realizados en 13 países. A mediados de los 90, los músicos ganaron 6 premios Billboard en un periodo de tres años. En 1997, con el exitoso Sueños líquidos, se llevaron a casa un Grammy y en 1999 obtuvieron el derecho de hacer su MTV Unplugged. En los tiempos de las redes sociales, la página de Maná en Facebook tiene 2,206,681 seguidores.

Esta importancia en la historia de la música latina, por un lado les permite hacer oídos sordos a las críticas, que nunca han faltado para un grupo que muchos consideran ajeno al rock más genuino o combativo, representado por Café Tacvba, la otra gran banda mexicana de alcance internacional. Por otro lado, el éxito rotundo de Maná, le ha permitido a sus integrantes expresar sin ningún tipo de autocensura aquellas ideas en las que creen. Siempre están dispuestos a poner su voz para la defensa de la ecología, para ayudar a los más necesitados y para pelear por causas como la independencia de Puerto Rico, por ejemplo.

En las circunstancias actuales, las cosas no han sido distintas y aprovechando la exposición mediática de la que son objeto merced a la salida de su esperado disco de estudio, los integrantes de la banda hicieron un llamado de urgencia al Senado de los Estados Unidos a votar a favor de la llamada Ley para el Desarrollo, Asistencia y Educación para Menores Extranjeros (Dream Act).

“El talento de los inmigrantes enriquece al pueblo norteamericano y sus esfuerzos contribuyen al éxito y seguridad de su nación. Los latinos contribuyen de manera muy importante a la grandeza y a la riqueza de los Estados Unidos, todos los días, desde muchas trincheras. Quien quiera que haya estado allá lo puede comprobar, aunque algunos no quieran reconocerlo”, expresó Fher en diciembre pasado. No tuvieron éxito, pues como sabemos el Senado rechazó la ley, pero eso no impide que la banda recientemente galardonada por su “excelencia musical” en los Premios Lo Nuestro, siga batallando en pos de los derechos migratorios para los miles de compatriotas que pueblan el territorio estadounidense.

Maná, entonces, ha regresado, con su música, sus ideas y sus integrantes más convencidos que nunca de una propuesta musical que los encuentra ya mayores, pero intactos, como lo demuestra esta entrevista con GENTE Y LA ACTUALIDAD, otorgada por Fher Olvera y Sergio Vallín.



Igual, pero distinto



- ¿Este es el mejor disco de Maná en mucho tiempo?

- (Fher) Bueno, no sé, Álex (González, el baterista de la banda) siempre decía cuando terminábamos de hacer un disco: - “Este es el mejor”, pero no me gusta mucho eso, porque si algo es lo mejor, entonces lo que queda atrás es lo peor y obviamente no pienso así. Sí creo que Drama y luz es muy diferente en nuestra discografía. No es un disco muy alegre y tiene en su interior la tragedia y la luz. Está la dualidad de la vida muy presente en un trabajo con muchas emociones profundas, hecho a mano, despacito, que nos tomó un año para producirlo y ocho meses para grabarlo, aproximadamente.

- (Vallín) Efectivamente, Drama y luz está cargado de emociones, la letra y la música es reflejo de muchos colores, de mucha pasión.



- Con una banda que asume el desafío, además, de ser sofisticada sin dejar de ser ella misma, ¿verdad?



- (Fher) Cuando estábamos haciendo las rolas, pensamos mucho en cómo iban a sonar en vivo y no sé si eso ha sido la causa de que el disco resulte un poco más sofisticado que los anteriores…



- ¿Realmente el sonido potente que tiene el disco va a poder se reproducido en los conciertos?



- (Vallín) Claro, sin duda.



- (Fher) No vamos a traer al grupo de cuerdas, por supuesto, pero en vivo tenemos otro tipo de bondades, como la improvisación, la euforia de la gente, va a sonar increíble, ya verás.





Los malos tiempos

Cuando la tragedia tocó la puerta de la casa de Olvera, sus compañeros de grupo le insistieron para hacer un parate que le permitiera enfrentar el duelo por las pérdidas. El cantante se opuso terminantemente. Quería curarse de la tristeza haciendo lo que mejor le sale: la música.

- ¿Este es el peor año de su vida?

- (Fher) Sí, no veía la hora que terminara el 2010. Primero murió mi madre, luego mi hermana, las dos de cáncer. Después mi mujer perdió al hijo que esperábamos. Estas tragedias que me tocaron fueron inesperadas, la enfermedad fue fulminante para ambas, entonces, íbamos a parar, pero tuvimos una plática larga y mis compañeros me dieron a elegir. Lo que yo decidiera, íbamos a hacer. Sentí la ayuda y la solidaridad de mis cuates. A Álex lo conozco hace 23 años, a Sergio hace 17 y ellos se acercaron a preguntarme qué íbamos a hacer. Dije que empezáramos a caminar despacito, como cuando te levantas del suelo después de una caída fuerte, poco a poco. Creo que fue una buena decisión, la música me ayudó mucho a dejar las pastillas antidepresivas, a poder sentir las canciones, a involucrarme con ellas. Algún día Carlos Santana me dijo que la música era curativa y ahora sí que puedo decir que es cierto, que lo comprobé en mi propia piel. Además de la música, tengo un hijo de tres años que también me reconforta mucho.



- ¿Y esas pérdidas lo pusieron distinto frente a su propia vida?

- Bueno, entras en contacto directo con la muerte. Alguna vez me preguntaron si quería ser como los Stones, durar tanto y la verdad es que no sé si mi cuerpo aguantará. No sé si tengo una predisposición al cáncer, porque dos hermanas y mi madre murieron de eso. Siempre hemos sido gente sana, aunque nos gusta la fiesta. Hemos tenido excesos, no lo niego…



- (Vallín) Bueno, no sé, ¿excesos?, si nos comparas con otras bandas somos sanísimos…

-

- (Fher) Brother, el alcohol puede ser mucho peor que muchas drogas. Pero aquí estamos, seguimos vivos. Hoy fui al gimnasio. Soy prácticamente vegetariano. No como carne, pero la verdad es que le echo de vez en cuando unos buenos whiskys al estómago. Claro, para qué negarlo, tengo más miedos que antes, pero lo que no puedes es dejar de divertirte. Al vino no lo voy a dejar nunca, tampoco al café…probablemente si el vino me empieza a caer mal, me cambiaré a la mota (marihuana)…

- Claro, para relajarte…(risas)

- ¿Cuáles son sus vinos preferidos?

- (Fher) En Mendoza (Argentina) tienen unos vinos excelentes. La uva Malbec, que gana premios y todo…

- (Vallín) Visitamos hace poco la bodega Familia Zuccardi, impresionantes esos vinos…

- (Fher) En México se están haciendo buenos vinos, pero están un poco caros, el español también es muy bueno y nosotros andamos mucho por California, por Chile, por Argentina, ahí hay unos vinazos…

La guitarra de Maná

Sergio Vallín es el guitarrista que vino a reemplazar en 1993 a César “Vampiro” López. El más joven integrante de Maná fue elegido por “Fher” luego de un casting en el que participaron 80 guitarristas. Poco a poco, el lugar de este defeño nacido en 1972, cuya familia se trasladó cuando él era pequeño a Aguas Calientes, se va acrecentando en los destinos de la agrupación. Virtuoso, sensible e inquieto, el músico ha realizado recientemente un disco en solitario que llamó Bendito entre las mujeres, un trabajo en que se hace acompañar por Ana Torroja, Rosana, Joy Huerta (de Jesse & Joy), Natalia Jiménez (ex-vocalista de La 5a Estación), Ely Guerra, Raquel del Rosario (de El Sueño de Morfeo), María José (ex-Kabah), Paulina Rubio y Janette Chao, entre otras.

- ¿La guitarra de Drama y luz recupera un poco de esa lírica que tenía el primer disco de Maná, Dónde jugarán las niñas?

- (Vallín) Bueno, no hice la guitarra de aquel disco, pero fíjate que muchos temas de este nuevo trabajo tienen el perfume de aquel trabajo. Me gusta eso…

- ¿Y qué ven cuando miran para atrás, sobre todo en lo que se refiere al negocio de la música?

- (Fher) Que todo está mucho más complicado que antes. El negocio de las discográficas está muy mal. Nosotros, de plano tuvimos que patrocinar todas las producciones, que no son nada baratas. Pasarte, por ejemplo, ocho meses adentro de un estudio, cuando los estudios llegan a cobrar 1500 dólares por día, sin contar lo que cobra el ingeniero de sonido y demás técnicos, sácale la cuenta…Pero nos gusta gastar para que el disco tenga el sonido que queremos. La buena noticia es que las herramientas de grabación, como el protool, te permiten hacer grabaciones caseras de muy buena calidad y eso achica un poco los gastos, porque hacemos las preproducciones en casa y tratamos de llegar al estudio lo más cocinados posible, con las ideas bien amarradas…

- ¿Cómo se llevan con las críticas a su música?

- (Fher) La verdad es que en muchas cosas estamos más allá del bien y del mal. Se han dicho muchas cosas de Maná. Que si somos rock o no, ¡somos música!, no importa el género. Ya dejamos esas discusiones atrás. Con el tiempo nos dimos cuenta de que grupos como Los Beatles, salvando las distancias, también se daban la licencia de hacer boleros, de hacer baladas, “Michelle” es un bolero. Lo que hacemos es tirarle buena onda a todos los músicos y después de tanto tiempo nos hemos ganado un buen lugar con todos ellos. Ahora que vamos muy seguido a Estados Unidos y a Europa, vemos que no existe en esos sitios la rivalidad. Ves a Mick Jagger cantando con Fergie, todo es más relajado por allá.

- ¿Nunca se pelearon como para plantearse una separación?

- (Fher) Mira, una virtud que tiene la banda es que si bien discutimos bastante en cuestiones de producción, nos respetamos mucho entre nosotros. Tenemos una dinámica interesante, Álex, Sergio y yo somos productores y si a alguno no le gusta la idea que el otro le propone, no se hace. Tenemos respeto a la obra de cada uno. No hay broncas de lana jamás, porque estamos enfocados totalmente en la música.

- ¿Se siente mejor letrista que antes?

- Creo que sí. A las letras de este disco las “tallereé” mucho. Tengo a un amigo corrector de estilo, Toño Márquez, que me ayuda con las letras y en estos últimos años he compartido muchas noches de bohemia con poetas y escritores de Guadalajara, de primer nivel, algo me va quedando. En España, en Argentina, busco libros de poesía, leo mucho.

La guerra de los hackers y un libro controvertido


Entre los vocablos ingleses “wiki” y “open” hay un espacio para las traiciones y los vedettismos propios de los nuevos mandamases cibernéticos, acaso los pioneros de un modo de ver y entender el mundo que es otro, que es distinto.

Se trata esta vez de la disputa pública entre el fundador de la que es considerada “la red más peligrosa del mundo” (Wikileaks), el australiano Julian Assange (1971) y quien fungiera durante tres años como su mano derecha, el alemán Daniel Domscheit-Berg.

Este último, ignorado por su jefe, renunció a la empresa, calmó los resentimientos publicando un libro a todas luces controvertido que tituló Adentro de Wikileaks y anunció la formación de una página rival que se llama OpenLeaks.

¿De qué acusa Daniel a Julian? Fundamentalmente de haberse convertido “en una estrella del pop” y de no manejar con transparencia la información confidencial que hizo famoso a su emprendimiento. El espectáculo está servido en lo que la prensa internacional ha llamado, con signos de admiración incluidos, ¡La guerra de los hackers!. A tal punto la maniobra de Domscheit-Berg ha pegado en el centro mediático donde se mueve como pez en maremoto el canoso australiano acusado de abuso sexual en Suecia por no haber usado condón durante una relación, que hasta el mismísimo magnate del cine estadounidense Steven Spielberg ha pagado millonadas por los derechos del libro del germano.

Mientras se espera la película, en México, editado por Roca y distribuido por Random House Mondadori, ya se puede leer en español el libro que obviamente causó las iras de Assange y que al mismo tiempo respira un tufo a traiciones y a revanchismo que parece por ahora no hacer perder el sueño a Daniel Domscheit-Berg.

“Es cierto, es mucho más importante la obra realizada hasta ahora por Wikileaks que todo lo que digo de Julian, por eso también insisto en mi libro y lo repito ahora que los tres años que trabajé con Assange fueron los mejores de mi vida”, dice el alemán nacido en 1978 y quien durante dos años y medio fue el portavoz de Wikileaks bajo el seudónimo de Daniel Schmit. Con anterioridad había trabajado para importantes empresas internacionales como técnico en informática especializado en seguridad.

Desde loco a paranoico, desde megalómano a déspota, desde hablar de él como un hombre que come con las manos y luego se las limpia en los pantalones, de revelar que el número preferido de Julian Assange es el 22 porque de esa edad prefiere a las muchachas que conquista casi con voracidad: nada bueno tiene este muchacho barbado, de anteojos, con más pinta de nerd que de astro de cine, para decir de su ex jefe.

“No me gusta verme, no quiero ser el centro de atención de nada, por eso no tengo grandes expectativas por la película que hará Spielberg basado en mi libro. Al fin de cuentas, es Hollywood, un lugar que no me despierta muchas ni buenas expectativas”, afirma con voz clara y en un inglés perfecto.

“Empezamos siendo un proyecto muy pequeño y pasamos tantos momentos duros como divertidos. El problema de Wikileaks no es Wikileaks esencialmente, sino su fundador, Julian Assange, quien con el tiempo fue creyéndose un nuevo mesías que salvaría al mundo con toda la información que habíamos logrado capturar”, agrega.

El proyecto Wikileaks fue creado en diciembre de 2006, su actividad comenzó en julio de 2007 y desde entonces su base de datos ha crecido constantemente hasta acumular 1,2 millones de documentos. El objetivo de la red es dar a conocer al mundo los entresijos de gobiernos, empresas y organizaciones en su lucha por ejercer y mantener el poder. La idea consiste en la transparencia absoluta de la información y el derecho del ciudadano a conocerla.

Destaparon casos como el de la evasión fiscal a cargo del banco suizo Julios Bär, el crash económico que llevó a Islandia a la bancarrota o las muertes de civiles a manos de soldados estadounidenses en Afganistán. En México, el embajador Carlos Pascual debió renunciar porque en un cable difundido por Wikileaks, el diplomático llamaba “grises” a los panistas e ineficaz al ejército mexicano, algo que causó el enojo obsesivo del presidente Felipe Calderón. Lo mismo sucedió en Ecuador cuando el presidente Correa echó a la embajadora, quien lo había acusado de corrupto en un cable secreto. Estados Unidos devolvió el gesto deportando de su suelo al embajador ecuatoriano.

A propósito de Afganistán y de la difusión de información sobre una guerra que el mundo occidental, menos Estados Unidos, considera perdida, se produjo la detención del soldado Bradley Manning, quien habría proporcionado a la red de Assange un video en el que se ve como un helicóptero estadounidense mata a un grupo de personas en Irak y documentos clasificados acerca de las guerras de Afganistán e Irak. Después de estar preso durante un mes en Kuwait, Manning fue trasladado a un centro de detención en el estado de Virginia. y allí enfrentará un proceso en la justicia militar estadounidense, que podría terminar en una condena de 52 años de cárcel.

De este caso, Daniel Domscheit-Berg se lamenta y acepta que representó “el momento más duro desde que se fundó WikiLeaks. Entonces me sentí muy mal. Manning es un héroe para mí”, dice.

También dice el informático alemán que Wikileaks tiene poco y nada que informar. “Ya no existe esencialmente y sólo se preocupan por autopromocionarse y conseguir dinero”, afirma. Por eso, este verdadero adalid de la transparencia (al menos así quiere ser visto en todas las entrevistas que ha otorgado desde que publicó su libro), creó una web (http://openleaks.org/) que pretende ser la alternativa a la formada por Assange y que está integrada en su mayoría por voluntarios que provienen de las propias filas de WikiLeaks. “OpenLeaks quiere crear un sistema en el cual la información tal cual llega a la organización sea enviada a los medios, actuando como una agencia de prensa”, dice Daniel.

Así enunciada, la nueva iniciativa resulta un tanto tibia si se tiene en cuenta que la principal diferencia es que los documentos los verificarán los medios que reciban la información y OpenLeaks tan solo funcionará como intermediario entre el ciudadano anónimo que tiene el documento confidencial y los medios de comunicación.

¿Publicará OpenLeaks los documentos originales tal como lo hace Wikileaks, logrando con ello que no se filtren informaciones falsas a la prensa?

Domscheit-Berg no tiene respuesta aún para eso. La guerra recién empieza y promete futuras e intensas batallas cibernéticas.

domingo, 3 de abril de 2011

CHARLY GARCÍA


Una de las últimas presentaciones públicas del legendario rockero argentino acaeció en el verano cordobés cuando, en el marco del “Cosquín Rock 2011”, el músico de bigote blanco, pasados largamente los 50 años, resucitado después de varias muertes anunciadas que siempre se frustraron (“Al fin y al cabo, él nos va a enterrar a todos”, supo decir alguna vez su colega y amigo Fito Páez), dio un concierto con una energía inusitada, tan propia de otros tiempos, de otros destellos.

Según las crónicas, el autor de temas memorables como “Los dinosaurios” o “Cuando me empiece a quedar solo”, por nombrar apenas dos canciones de su vasta e imprescindible obra artística, se mostró entusiasta, dinámico, dueño de sí mismo y del escenario que ha sido siempre su primera casa, su único domicilio conocido.

Lejos estos apuntes de aquel junio del 2010 cuando García pisó suelo mexicano y ofreció un concierto cargado de nostalgia en el emblemático Auditorio Nacional. Fue la oportunidad en que hizo una emocionante aunque truncada versión de “Canción para mi muerte”, el himno que escribió a comienzos de los 70 (cuando Charly apenas contaba con 20 años) y que sirvió para celebrar su vuelta a la vida plena, luego de una larga temporada en el infierno de la metadona y de los fármacos para poder dejar la cocaína, su compañera fiel en una existencia cargada de excesos.

“Este es una de los temas que más me gustan; es una canción de vida para los que estamos de vuelta, la voy a cantar hasta donde me acuerde”, dijo entonces el músico, para delirio del público que aplaudió cada uno de los lentos e impredecibles movimientos de un hombre vestido con un traje oscuro, una camisa gris, cargado de kilos, como botarga que reflejara un poco, apenas un poco, la gloria que supo coronarlo como un genio en el ayer.

“Teníamos que llevarlo y traerlo como si fuera un muñeco. Parecía no entender nada a su alrededor”, dijo en confianza uno de los productores que lo trajo a México.

Hacía apenas un año que García había salido de la casa de fin de semana del controvertido autor de temas comerciales durante la cruenta dictadura argentina, Palito Ortega. Parecía ser una oportunidad en un millón para que el músico también conocido por inaugurar y gozar del concepto de “rockstar” en la Argentina (Y por qué no decirlo, en todo Latinoamérica), se curara de sus adicciones y pudiera alargar una vida que siempre transcurrió en el abismo, en el borde de un precipicio que, según la lógica de los médicos y de los que nunca visitaron el lado oscuro, hace rato que tendría que habérselo tragado para siempre.

El último concierto de García en México, por ejemplo, había transcurrido a principios del 2000 en el Salón 21, donde en pleno escenario se dedicaba a tomar cocaína, donde destrozó un cuarto de hotel y donde dio una conferencia de prensa a unos pocos periodistas elegidos mientras se chutaba un churro de marihuana gigante.

Charly nunca paraba y todos los años eran el año en que García iba a morirse. Pero no. No ha muerto. Ni siquiera se murió cuando en 2008 se tiró de un sexto piso y cayó vivito y nadando a una piscina. “A los chicos les digo que no repitan estas cosas en su casa”, fue la primera frase que el músico alcanzó a decir Charly, quien entonces tenía 56 años, antes de que sus asistentes se lo llevaran a descansar.

Como las que suele disparar Maradona, el otro gran mito contemporáneo y contradictorio de la Argentina, las frases de García resultan memorables. Para muestra aquella que esbozó cuando los periodistas le preguntaron qué opinaba del atentado a las torres gemelas de Nueva York. “¡Qué puntería!”, dijo. Y no dijo más.

Charly no sólo no ha muerto, sino que al parecer tampoco está tan dormido como dicen aquellos que critican su recuperación farmacológica y preferirían verlo bajo tierra antes que automatizado por los tratamientos hospitalarios.

De acuerdo con su concierto de Cosquín Rock 2011, es posible esperar que el enorme cantautor sudamericano se muestre en una inesperada e inexplicable plenitud en el marco del Festival Vive Latino 2011, donde se presentará el viernes 8 de abril.

Las expectativas son entendiblemente altas en un país que si bien admira al músico, no lo venera ni le perdona todos sus exabruptos. En Argentina este “Carlitos” García es como el otro Carlos, el Gardel, es como el “Carlitos” Tévez, de Boca Juniors y del Manchester City, es como Maradona: abono de primera calidad para el campo fértil de los fanatismos, allí donde el imaginario popular construye altares para sus ídolos imposibles.

Un gen García

Quizás, en la vida de Carlos Alberto García Moreno, nacido el 23 de octubre de 1951, todo se deba a su privilegiada constitución genética. Cuando apenas era un niño ya tocaba a Mozart con dedos mágicos y tenía lo que en música se llama oído absoluto.

También era el ser caprichoso y mimado que es hoy, cuando está a punto de cumplir sus primeros sesenta años. Cuando sus padres, un matrimonio de clase acomodada de la Capital Federal, partieron en un viaje rumbo a Europa y no lo llevaron, a Charly le dio por tener una crisis nerviosa y contraer vitiligo, esa enfermedad que le produce las conocidas y reconocibles manchas blancas en la piel.

Sí, probablemente hay un gen García que lo salva de todos los males que acabarían prontamente con otros comunes mortales. Ya lo dijo su amigo Fito Páez, al opinar sobre el otro caso del exceso argentino: El caso Cerati. “No sé de qué misterio se trata, Bukowski vivió hasta los 82 años…lo que creo es que no hay leyes, uno tiene una vida, una forma de vivirla y los años no están ligados a los excesos solamente.”

Como sea, este hombre que dice ser “el mismo y otro diferente” en forma simultánea, transita por la vida con bandera blanca de paz y de guerra, un estandarte que lo habilita para cantar o no cantar, tocar el piano o no hacerlo, avalado como está por una obra magnífica por medio de la cual ha contado la historia de los últimos 40 años del país que lo vio nacer.

Las canciones

Y siempre quedan las canciones, esos soles que brillan en una carrera sin pausa que Charly García ha seguido siempre fiel a un principio básico: el rock es la fuente de la eterna juventud.

Como el eternamente joven que es, el músico ha podido y ha sabido interpretar el pulso de cada nueva generación en las últimas cuatro décadas. Así, el público que hoy lo sigue tan fervorosamente como ayer, tiene entre sus filas al abuelo, al padre, al hijo y al hijo del hijo. Todos esperan que el héroe del bigote bicolor les narre la actualidad con pasión de poeta y esgrimiendo como un científico loco el estilete que se clava en la hondura de los hechos. García siempre se ha metido de lleno en la realidad, hiriéndola con sus canciones hasta la exasperación, para devolverla contextualizada en su música a aquellos que, al seguirlo, buscan entender qué pasa alrededor.

Sin él quererlo, no ha sido profeta sino mensajero de los tiempos modernos. Yendo de la cama al living, demoliendo hoteles, su filosofía barata, aunque le ha costado muy cara, ha servido para que miles y miles aficionados a su música encontraran en sus canciones una manera de vivir y explicarse lo inexplicable.

“Las últimas épocas pueden parecer re locas, pero yo seguía haciendo buenas canciones. Ahora el extra es que las voy a interpretar de una forma casi perfecta”, dijo Charly en una entrevista publicada en 2010 en el periódico “Clarín”.

La supervisión de un juez, la atención permanente de un psiquiatra, el entrenador físico, la docena de enfermeras y de asistentes terapéuticos que velaron por él durante los 13 meses que duró su recuperación, hicieron el milagro y “El más grande”, como lo llamó la campaña marketinera que sus productores idearon para el regreso, volvió.

Una historia cantada

En la vuelta, Charly se tomó el tiempo para hablar de su obra, algo que no le gusta hacer. Fue en un artículo para la revista Rolling Stone de Argentina, donde el músico tuvo a bien elegir 10 canciones de su amplio repertorio. Sus diez favoritas.

“Cuando ya me empiece a quedar solo”

Es una canción que abre Confesiones de invierno, el segundo disco de Sui Géneris, el dúo que Charly formaba con el cantante Nito Mestre. Tiene una letra profundamente melancólica, acaso una de las más poéticas de García, más inclinado a la lírica periodística, contundente, como un mazazo. En el regreso del músico, la canción suena profética -aunque la compuso cuando apenas tenía 22 años- y en ella Charly se refiere a lo que tendrá en su vejez: “…un escenario vacío, un libro muerto de pena, un dibujo destruido y la caridad ajena…un televisor inútil, eléctrica compañía, la radio a todo volumen y una prisión que no es mía, una vejez sin temores, una vida reposada, ventanas muy agitadas y una cama tan inmóvil…”.

García alaba de este tema “porque es mi primera canción que tiene diferentes ritmos”.



“Tango en segunda”

Pertenece al tercer disco de Sui Géneris, Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, que fue editado en 1974 –cuando Charly tenía 23 años- y marcó un cambio de estética en la banda al incluir más sonidos electrónicos y anunciar el cambio de rumbo del músico, que después de este álbum abandonaría el dúo para formar La máquina de hacer pajaros. Tiene una letra hermética y surrealista, propio del crecimiento interior de García y de su exploración musical a través de bandas progresivas como la italiana Premiata Forneria Marconi.

García recuerda de este tema que “tenía un sonido que me recordó a un bandoneón medio Wagneriano, medio sinfónico y realmente quedó una cosa bastante original”.

“Música del Alma”

Pertenece al disco homónimo de 1977, grabado junto a León Gieco y a David Lebón, el guitarrista con quien formaría la banda Seru Girán. Fue compuesto en la “etapa brasileña” de Charly, cuando se fue a Buzios para aislarse del ambiente musical argentino y conoció a Zoca, una brasileña que fuera su novia durante muchos años.

Charly eligió esta canción entre sus favoritas porque “tiene unas armonías vocales muy trabajadas”, aunque no está entre las preferidas de su público, que la desconoce en su mayoría.

“Eiti Leda”

Es una de las canciones más queridas por los seguidores de Charly. El significado de su título hermético aún es discutido por los conocedores del rock argentino y ninguno ha podido ponerse de acuerdo. Pertenece al disco Seru Girán, de 1978, de la banda Serú Girán formada por músicos que hoy son famosos como el bajista y cantautor Pedro Aznar, el guitarrista y cantautor David Lebón y el fallecido Oscar Moro, considerado uno de los mejores bateristas del rock argentino. El éxito de la agrupación fue tal que la banda fue bautizada por los críticos sudamericanos como “Los Beatles criollos”.

García eligió este tema “porque también es una pequeña suite en el sentido de varias piezas o varias pequeñas canciones juntas, si bien está pensada en un tirón”.

“No te dejes desanimar”

Es una de esas canciones de Charly que su público ha adoptado como himno para ser cantado en las canchas de futbol. Pertenece a su etapa al frente de La Máquina de hacer pájaros y fue dada a conocer en el álbum Películas, de 1977. El sonido del tema, así como el de todo el álbum, es reflejo de la gran influencia que estaba teniendo en esos momentos el rock progresivo en Charly, quien se la pasaba escuchando a Yes y al primer Génesis. La letra, si bien como todas las de García no es de evidente protesta, fue escrita un año después de que la más cruenta dictadura comenzara a asolar la Argentina. Cuando ese país sudamericano comenzaba a familiarizarse con el concepto de “desaparecido” aplicado a los miles y miles de personas que fueron “chupados” por los militares en esa etapa negra y dolorosa.

A García le gusta este tema porque “es una canción anti-bajón, no es una canción de protesta, es una canción que intenta dar energía en tiempos terribles”.

“Peluca telefónica”

Pertenece a una etapa muy loca de García, muy descontrolada. La canción, rara y de letra absurda, fue incluida en el álbum Yendo de la cama al living, a cuya grabación fue invitado el enorme Luis Alberto Spinetta y, otra vez, Pedro Aznar, su compañero de Serú Girán. Se trata del segundo disco en solitario de García y la temática alude a la Guerra de las Malvinas, que el gobierno militar inició en 1982, cuando salió el álbum.

García tiene esta canción entre sus favoritas “porque tiene una sesión rítmica de lujo”.

“Los dinosaurios”

Acaso la canción más emblemática de toda la carrera profesional de García. Su modo de denunciar las desapariciones de la dictadura argentina, engañando a la fuerte censura que se cernía sobre todas las obras artísticas en aquella época. Pertenece al álbum en solitario Clics modernos, editado a principios de 1983, cuando la dictadura agonizaba (se iría en diciembre de ese año). Por canciones como estas, la gente que sigue a García le profesa un amor irredimible y constante. La guitarra en este tema está a cargo del famoso guitarrista de jazz Larry Carlton.

García ama esta canción porque “está todo en el piano, incluso el bajo está hecho con el piano”.

“Rock and roll Yo”

Pertenece al disco homónimo de 2003, una etapa furiosa y adicta de Charly García. Es su álbum número 22. Al principio se iba a llamar “Asesíname”, pero el músico optó por cambiar el nombre, “pues tenía miedo de que alguien lo tomara en serio y me matara”, dijo.

“Me gustan el riff, la estructura de la canción y la interpretación”, García dixit.

“I´m not in love”

Es de la última etapa de Charly García y dice aquello que sus seguidores repiten en cada concierto: “Cuando la gente dice que estoy bien no puede ver debajo de mi piel”. Pertenece al disco Influencia, del 2002, en una vuelta al escenario y a los primeros lugares de venta y de aceptación del público. También tuvo en este año una gran exposición mediática. Fue muy difundida la pelea con Andrés Calamaro, con quien todavía no se habla. En la canción se escucha la voz de la guitarrista y cantante María Gabriela Epumer, que moriría al año siguiente víctima de una pulmonía.





Charly ama esta canción “porque me dio la posibilidad de juntarme con mi infancia y es una especie de homenaje a Los Beatles”.

“No importa”

Es una de las canciones recientes de Charly y apareció en el disco Kill Gil, de 2010, cuya estética alude a Quentin Tarantino. Con esta letra vuelve García a sus frases contundentes y filosóficas que tanto alaban sus seguidores.

“Es una de las canciones mas pesadas que hice y me hace acordar un poco la simplicidad de la letra a la época de Lennon de Mother y la Plastic Ono Band”, dijo Charly.

Recuadro

Los músicos de Charly García

El rockero argentino vendrá a México con una banda formada por el guitarrista Carlos “El Negro” García López, un virtuoso de estilo un tanto petardista muy conocido por el público local, pues vivió durante muchos años en Coyoacán, el joven bajista chileno Carlos Ludwig González y el pianista veterano Fabián Von Quintiero, un músico mediano que sobre todo lo contiene emocionalmente a Charly. En los coros, en reemplazo de la conocida cantante Hilda Lizarazu, vendrá Rosario Ortega, la hija menor de Palito, el cantor que lo rescató del infierno.

JUAN VILLORO


Nacido en la ciudad de México en 1956, el escritor Juan Villoro no sólo se destaca por su altura cortazariana, sino también porque en esos dos metros de altura cabe uno de los hombres más afables del mundo y en esa cabeza de “autor disperso”, como él suele llamarse a sí mismo, hay lugar para muchas de las aficiones que son tan cercanas al pueblo que lo vio nacer.

Si al autor argentino de “Rayuela” le gustaban el boxeo y el jazz, a Juan, el cronista exquisito del balompié que escribió aquello de “Dios es redondo”, lo persigue su simpatía doliente por Los Rayos del Necaxa, un equipo fundado en 1923 y que no obtiene un título en el campeonato local desde 1998, y su profundo conocimiento del rock, género musical que lo ha llevado a entrevistar al mismísimo Mick Jagger en una pieza hoy clásica que publicó el periódico español “El País” en 2001.

Convencido como está de que “el fútbol, tal cual lo dice Javier Marías, nos devuelve a nuestra infancia”, Villoro acaba de escribir otro libro sobre el deporte de once contra once. Se trata esta vez de una historia infantil llamada “La cancha de los deseos”, donde el escritor realiza un homenaje a lo que tiene de bueno el balompié mexicano: su afición.

También presenta “La gota gorda”, un relato infantil escrito en medio del terremoto chileno el pasado 27 de febrero de 2010, cuando Villoro quedó varado en medio del desastre, mientras participaba de un congreso de literatura para niños.

Cronista, dramaturgo, novelista…todos los géneros le son afines y deja uno para tocar el otro con pluma avezada que lo ha convertido sin dudas en uno de los escritores más amados de la república maya y azteca, acaso, sin exagerar, en uno de los autores más prolíficos y queridos de la lengua española contemporánea.

El mito Maradona

- Francescoli acaba de decir que Messi es mejor que Maradona, ¿qué opina?

- No, creo que no, porque para superar a Maradona no hay que ser sólo el mejor jugador del mundo, hay que ser un mito viviente. Anotar un gol con la mano ante los ingleses sin que lo note el árbitro, es una picardía. Decir que fue la mano de Dios es crear un mito. Lo que hizo Diego para el fútbol dentro y fuera de la cancha me parece insuperable. Además, Maradona se alzó como campeón del mundo con un equipo que parecía no ser favorito y dejó la impronta por supuesto incomprobable que en el Mundial de México ’86 casi cualquier selección hubiera sido campeona con él en la punta. Nunca ningún jugador ha influido tanto en el desarrollo de un equipo. Lo mismo hizo Maradona en Nápoles: tomó una escuadra que por más de medio siglo no había ganado el scudetto y la llevó a los niveles más altos. Esa capacidad de liderazgo dentro de la cancha y que pasa por las frases de Diego, por su sentimentalismo, por la inmensa figura operística que ha sido, creo que es inigualable. Messi es sin dudas el mejor jugador del mundo actual, ha logrado proezas extraordinarias, pero para ser comparado con Diego tan sólo en lo deportivo primero tiene que ganar un Mundial. Juan Sasturáin escribió el maravilloso texto “Messi, autor de El Quijote”, a partir de la copia del famoso gol de Diego, con la diferencia sustancial desde luego que no lo es lo mismo burlar a media docena de ingleses en un Mundial, después de la Guerra de Malvinas, que burlar al Getafe.

- ¿Qué es “La cancha de los deseos”?

- Es un libro que tiene que ver con una situación esencial del fútbol en México que es que tenemos un público maravilloso, profundamente entregado, que no deja de querer a un equipo bastante malo. Es un enigma, creo que de dimensiones mundiales, determinar por qué México una afición tan leal, tan entregada, cuando la selección permanentemente la defrauda. Alguna vez dije que si hubiera un campeonato mundial de públicos México podría llegar a la final, porque hacemos mucho más esfuerzo en las tribunas que en la cancha.

- Y a esa afición homenajea en su libro

- Exacto. “La cancha de los deseos” se ubica en un país muy semejante a México, donde la selección es tan mala que le dicen Los putrefactos, pero la gente no deja de quererlos. Compran todos los productos que anuncia la selección, les piden autógrafos a los jugadores, ellos tienen novias guapísimas, usan coches deportivos enormes, se la pasan muy bien. Entonces un científico se pregunta cómo es posible que exista esta asimetría, esta afición tan desbordada por un deporte que se cumple de manera tan pobre, y decide a través de un sistema magnético crear imanes para transformar la buena vibra del público en energía positiva para los jugadores. Y eso tiene que ver con un niño que lo ayuda, aportando lo que pueden aportar los niños que es la intuición y la pasión. Al mismo tiempo, el niño está muy interesado en esto porque quiere conquistar a una chica. Todos sabemos que las cuestiones amorosas también tienen que ver con el magnetismo. Entonces, “La cancha de los deseos” es una exploración de en qué medida podemos cumplir nuestros sueños a través de fuerzas magnéticas.

- Es un poco también contar el fútbol desde los perdedores, ¿no?

- Desde luego. Los mexicanos nos hemos graduado en frustraciones. Martín Caparrós, el biógrafo de Boca Juniors, decía en una crónica estar sorprendido por esos países que no tienen ninguna posibilidad de arribar a los primeros puestos van con tanto entusiasmo al Mundial. Para los argentinos –decía Caparrós- siempre es un anhelo viable pensar en qué tan lejos vamos a llegar hasta el título incluso. En cambio, para los mexicanos el Mundial es interesantísimo aunque sabemos que no vamos a hacer muchas cosas. Yo quería dignificar la vocación pasional por el deporte en un país con pocos logros. Tú puedes ser muy aficionado a algo que te da pocas recompensas, pero quedarte sólo en eso es mediocre, victimista o masoquista. ¿Cómo Diablos hacemos para que el equipo juegue un poco mejor? Bueno, vamos a usar nuestro mayor capital, que es la pasión. No hay mejor ingrediente para un platillo que el cariño con el que lo haces. Siguiendo esa lógica: vamos a mejorar el equipo usando nuestra pasión. Esto sólo ocurre, claro está, en los cuentos infantiles. En la realidad necesitamos otro equipo.

- Lo que es cierto es que la literatura para niños le permite expresar su amor por el fútbol en un estado puro, sin cortapisas…

- Ya ves que Javier Marías dice que el fútbol es la recuperación semanal de la infancia, juega tu equipo y vuelves a ser ese niño que crees que los héroes son posibles, que hay una balanza del mundo que te va a dar un premio y que al fin se impondrá el bien…entonces, efectivamente, en “La cancha de los deseos”, no sólo quería yo escribir para niños, sino también que fuera un niño el que estuviera escribiendo, el niño que llevo dentro.

Cuando pasó el temblor

Juan Villoro presenta también su reciente libro “La gota gorda”, un cuento para niños escrito en medio del terremoto de Chile el año pasado, cuando el autor participaba de un congreso de literatura infantil.

Dedicada a su hija Inés, la historia del gigante Max Máximus y de su primogénita Mini María resultó un ejercicio de “autoterapia” para el conocido escritor, ganador, entre otros, del Premio Xavier Villaurrutia en 1999 por su novela “La casa pierde” y del Premio Internacional de Periodismo “Rey de España” por “La alfombra roja, el imperio del narcotráfico”.

“Es un cuento autobiográfico. Estábamos en Chile y no podíamos salir porque el aeropuerto estaba dañado, era muy difícil establecer comunicación telefónica, caminé por toda la ciudad hasta encontrar un cibercafé y pude hablar a mi casa”, cuenta Villoro en entrevista con Página 12.

“Me atendió mi hija Inés y le comenté que no se preocupara, que todo estaba bien, que estaba con Pancho Hinojosa (autor mexicano del famoso libro infantil “La peor señora del mundo”), a lo que mi hija respondió: - Entonces, si estás con Pancho, estás escribiendo un cuento para niños”, agrega.

“Así que le dije que sí, fue una mentira piadosa para tranquilizarla y en el momento menos previsto me puse a escribir un cuento para mi hija que funcionó como una catarsis para mí. Salió una historia del anhelo de protección de un padre que se cree un gigante y sobre todo es una historia sobre los límites de esa protección. Hay un momento en que el padre tiene que reconocer que no es omnipotente”, dice Villoro.

- Fue un momento muy difícil para escribir un cuento infantil…

- Sí, yo seguía en el séptimo piso del hotel San Francisco, teníamos réplicas todavía, la mayoría de la gente estaba durmiendo en el vestíbulo porque había sufrido ataques de pánico y el edificio estaba en escombros. Había resistido de manera impecable, pero era una ruina. En esa circunstancia nació “La gota gorda”. A veces los cuentos sirven para aliviar a los demás y a veces sirven de autoterapia y fue el caso.

- ¿No lo acompleja ser tan amigo de Pancho Hinojosa a la hora de escribir cuentos para niños?

- Es difícil porque él es un monstruo de la literatura infantil. Pancho y yo compartimos departamento. Cuando dejé la casa de mis padres, a los 18 años, me fui a vivir con Pancho. Él es un poco mayor que yo y vivíamos en un espacio pequeñito como de cuentos de hadas, era un antiguo garage de una casa, no había pasillo, para pasar al baño yo tenía que pasar por el cuarto de Pancho y él para pasar a su cuarto tenía que pasar por el mío. Entonces, ninguno de los dos escribía para niños. Somos muy amigos, hemos tenido una carrera bastante paralela y desde luego que hacer literatura infantil en su compañía es maravilloso. Yo lo llamo “El Grimm mexicano” (por los famosos autores de “Hansel y Gretel”). Todos queremos ser el otro hermano Grimm. Si ya hay uno, todos queremos ser el otro. Así que es fantástica mi relación con Pancho. Él me ha dedicado un libro, yo le he dedicado otro…y así.

De la experiencia de Juan Villoro en el terremoto de Chile también nació el libro “8.8: El miedo en el espejo”, una crónica donde el autor mexicano compara al sismo devastador de la ciudad de México en 1985 con el acaecido en el país sudamericano el 27 de febrero de 2010.

“El terremoto de 1985 fue menos fuerte que el de Chile, pero devastó la ciudad de México. En ese momento, tal vez por pudor ante una catástrofe que había matado a personas muy cercanas y por el deseo de hacer algo más útil, me hice brigadista para ayudar en esa circunstancia para la que el gobierno no tuvo capacidad de respuesta”, relata el escritor.

“El sismo distante de Chile me llevó al terremoto que había ocurrido 25 años antes en mi ciudad y el libro “8.8: El miedo en el espejo” es la combinación de esos dos sismos y de lo que se puede sentir ante la inminencia y todo lo que ocurre en esa delgada línea que separa el destino”, agrega.

- Habla de estos textos catárticos en un momento de su vida en el que está escribiendo realmente mucho

- La verdad es que creo me estoy poniendo viejo (risas). Se van acumulando textos, no lo sé, no siento que escriba más que antes.

- ¿Cuál es la rutina?

- Una cosa que es para mí esencial es cambiar de género una vez que concluyo un libro. Soy muy disperso por naturaleza, me interesan muchas cosas al mismo tiempo, tengo una mente que debería someterse a un zapping más controlado y paso con mucha facilidad de una cosa a otra. Para no repetir las costumbres o los hábitos que adquieres con un libro, pienso que lo mejor es cambiar de género. Cuando has estado en el universo de una novela para adultos, lo más importante para irte a otra orilla es ensayar un género totalmente distinto. Esto me ayuda a tener tensiones, nervios y desafíos distintos y por lo menos no repetir las soluciones. No puedo estar seguro de la calidad, pero sí puedo estar seguro de ensayar cosas diferentes.

- ¿Cuánto le interesa lo que se dice de usted? Eso que se lee a veces en los artículos cuando se dice que usted es mejor cronista que novelista o viceversa…

- El ser humano ama las comparaciones. Si vas a ver una exposición del mejor de los pintores, ante dos lienzos que te satisfacen mucho, vas a tratar de encontrar tu favorito. Por eso existen Miss Universo y el Mundial de Fútbol. Amamos las competencias, incluso aquellas que entablamos contra nosotros mismos. La verdad es que no pienso en cómo me puede ver alguien, porque me interesa escribir en diferentes registros y trato de hacerlo conforme a lo que puedo hacer y que consiste en responder a nervios que están dentro de mí y exigencias que son muy diversas. En todo caso, para aquellos que dicen que soy mejor cronista, debo decir que eso me gusta, porque la crónica opera en el presente y si ese es el juicio de los contemporáneos me siento tranquilo.

- En el corpus de la literatura mexicana, usted funciona muchas veces como el gran contemporizador, el amigo de todos, el que trae paz en tiempos de guerra…¿Cómo se siente frente a eso?

- Creo que hay dos tipos de escritores. Por un lado están los que quieren ser los únicos escritores en el mundo. Como la literatura es un ejercicio solitario, esta situación estimula mucho las condiciones egoístas. Luego hay otro tipo de autor al que le gusta leer a los demás autores, tener relación con ellos, que no se ve tanto como una voz única, sino se ve más como un instrumento de la época, como un pararrayos que recibe energía y a partir de eso se considera menos el autor absoluto de todo lo que hace y más el intérprete de energías colectivas. Yo soy ese tipo de autor. Me gusta precisamente escribir para niños entre otras cosas por eso. Para los niños no existen los autores. El libro adquiere en manos de los niños una autonomía que difícilmente adquiera en manos de los adultos y eso es muy gratificante para un escritor como yo.

- Como el gigante de su cuento, ¿a usted le gusta mirar a su país desde el otro lado del océano y por eso vive un tiempo en Barcelona y otro en el Distrito Federal?

- Efectivamente. Escribí la novela “El Testigo” (Premio Herralde 2004) un año en México y luego durante tres en Barcelona. El estar en España me sirvió para cultivar una nostalgia, una añoranza, que no hubiera experimentado en mi propia ciudad. La distancia te acerca de manera paradójica cosas que pasas por alto cuando estás inmerso en ellas. La crónica más difícil de hacer es la de la calle donde vives.



VILLORO, EL ARGENTINO (recuadro)



Juan es uno de los autores mexicanos más cercano al corazón de los lectores argentinos, muchos de los cuales lo veneran a raíz sobre todo de libros como “Dios es redondo”, “Los once de la tribu” y su maravilloso compendio de cuentos “La noche navegable”. El autor devuelve el afecto visitando Buenos Aires a menudo. Para él, su conexión con nuestro país dará dos pasos grandes en la tabla del amor mutuo cuando a finales de agosto se realice por un lado en Rosario un congreso sobre Fontanarrosa y por otro cuando se estrene en Capital Federal la obra “El filósofo declara”, con la dirección de Javier Daulte y la participación en el rol protagónico del legendario Alfredo Alcón.

“¿Qué más puedo pedir? Visitaré la tierra de Messi, del Che, de Fito Páez, del Negro Fontanarrosa”, dice Juan.

“Me gusta mucho Buenos Aires, es una de mis ciudades en el mundo. Estoy muy emocionado con la versión que de mi obra ha hecho Javier Daulte. Es una versión respetuosa, con lenguaje argentino y encima estará protagonizada por Alfredo Alcón, algo que a cualquier dramaturgo lo llenaría de una enorme ilusión”, agrega.



LA DECENCIA MEXICANA



Cuando se hizo la entrevista, Juan estaba leyendo “Decencia”, la reciente y elogiada novela de su colega y amigo Álvaro Enrigue (Ciudad de México, 1968). A propósito del libro y de su autor, Villoro opinó que “es extraordinario, una desmitificación de tantos valores nacionales con un sentido del humor muy corrosivo que ya conocemos por las crónicas de Carlos Monsiváis y por la literatura de Jorge Ibargüengoitia. “Decencia” sale, además, en un momento donde los Bicentenarios tan pomposos que tuvimos y el desgaste y el deterioro de la sociedad mexicana actual, celebran saludablemente esta indagación de Álvaro Enrigue acerca del enorme disparate que somos los mexicanos”.

“La novela de Álvaro dice: el problema de la Revolución es que después de hacerla íbamos a seguir siendo mexicanos. Un personaje mío en “Los culpables” dice: Soy mexicano, pero ya no lo vuelvo a hacer. En fin, que me parece un libro espléndido ya desde su título, tan provocador”, afirma Villoro.

LILA DOWNS


El 2010 fue un año importante para Lila Downs. Se convirtió en madre y volvió a cantar en Oaxaca, su tierra natal. Fue en un concierto brindado en el marco de la trigésima edición de la Feria Internacional del Libro en noviembre, luego de seis años de una no expresa aunque efectiva prohibición.

“Para estas cosas no existen papeles con sellos y firmes que queden como testimonio de una censura, pero la censura existió y se hacía real cuando se planeaba un concierto o festival donde aparecía mi nombre”, cuenta la cantante nacida el 19 de septiembre de 1968 en Heroica Ciudad de Tlaxiaco.

El silencio de Lila en el suelo que la vio nacer duró lo que el cuestionado gobierno de Ulises Ruiz y concluyó cuando el candidato aliancista Gabinó Cué tomó posesión de su mandato.

“Es necesario cantar para liberar los monstruos que llevamos dentro”, suele decir esta mujer de belleza arrolladora, crecida a la sombra y a la luz de la cultura mixteca, que defiende con fervor artístico constante, y de la estadounidense, hija como es de un padre “gringo”, profesor de cine y típico producto de la cultura sesentista, que se murió cuando Lila era apenas una adolescente de 16 años.

Esta antropóloga por la Universidad de Minnesota a quien la enorme Chavela Vargas ha nombrado su heredera “para que todas las cantantes nos peleemos entre nosotras”, según dice Downs, no es una figura política. No al menos en el sentido estricto de militar por un partido o apoyar a un gobierno determinado. Sin embargo, su voz ha hecho por su cultura, por su origen, por las mujeres agricultoras de la llanura mixteca, mucho más que cualquier diputado.

“Nos han sacado parte de nuestra inocencia, de nuestra alegría y de nuestra libertad, pero no pudieron quitarnos el orgullo y la valentía por ser oaxaqueños”, supo decir cuando reapareció a voz en cuello e inmersa en un baile frenético en la capital de su pueblo. Y todo aquello que es marca de exotismo y folclore pintoresco en tantos escenarios internacionales que ha pisado y donde ha sabido consagrarse como una de las artistas más importantes del México contemporáneo, cobra sentido, cobra fuerza, cobra verdad.

Casada con el músico estadounidense Paul Cohen, Downs enfrenta ahora uno de sus retos más difíciles: triunfar en Broadway con la obra que ha escrito con su marido, basada en el libro de Laura Esquivel, Como agua para chocolate. Vienen trabajando desde hace dos años en el proyecto, haciendo talleres subvencionados por el Sundance Institute, escribiendo ella las letras y él las músicas. La legendaria Chita Rivera y la estrella latina en ascenso Rosario Dawson (la actriz de Sin City, entre otras) formarán parte del elenco en una obra que si todo va bien se estrenará este año en Estados Unidos.

Paralelo a ello, Lila prepara su próximo disco de estudio, el décimo de su fructífera carrera. Entrará a grabar en mayo la nueva producción que llevará por título Pecados y milagros, haciendo referencia a su maternidad, que considera milagrosa, y a el mal de los poderes pecaminosos que gobiernan un país envuelto en sangre. Una de las canciones del nuevo disco, por ejemplo, es “La reina del inframundo”, como homenaje a las víctimas de la llamada Guerra del Narco.

Será octubre cuando Pecados y milagros vea la luz, tras lo cual la cantante y compositora iniciará una gira por México, actuando en escenarios de Tijuana, Guadalajara, Monterrey, León, Morelia y la ciudad de México, donde se presentará en el Auditorio Nacional.

A la par de su trabajo artístico Lila sigue apoyando, como desde hace 15 años, al

Fondo de Becas Guadalupe Musalem, que impulsa a mujeres oaxaqueñas

menores de 20 años y de escasos recursos a concluir sus estudios de bachillerato.

La campaña de recaudación de 2011 inicio el pasado 3 de febrero y culminará el 6

de mayo con una velada musical en Oaxada, donde participará Lila Downs junto a la banda Tierra Mojada.



- ¿Qué ha tenido más en la vida, pecados o milagros?

- Bueno, el milagro más grande de mi vida ha sido tener un hijo y ver cómo se desarrolla eso que llamo una simbiosis mágica. A la par, es milagroso también estar componiendo temas para el teatro, donde intento dar mi visión de eso que se denomina realismo mágico latinoamericano. Mi hijo me inspira de manera inexplicable. No tengo palabras para describir la experiencia de la maternidad. Es una fuerza inmensa y misteriosa la que te une con este pequeño ser y que en mi caso es aún más especial, porque mi hijo no lleva mi sangre y sin embargo tengo con él un nexo de ombligo a ombligo.

- ¿Su esposo cómo lo lleva?

- Bien, muy bien. De pronto los dos nos estresamos mucho, no te creas, pero es parte del asunto. Un hijo te enseña a mirar el estrés de otra manera.

- ¿Qué es el pecado para usted?

- Desde muy chica tuve la noción de pecado. Con mis padres, seguramente. Nací en una familia muy liberal y creo que por eso ejercí un poco más de cuidado a lo largo de mi vida. Mi madre se paseaba desnuda por la casa y eso en un pueblo oaxaqueño no estaba muy bien visto. Estamos hablando de los finales de los 60. Mi padre traía a la casa estudiantes de la Universidad de Minnesota, que venían a aprender cerámica, cine, arte…imagínate, todos fumaban algo, tenían una mentalidad muy abierta…creo que el pecado para mí comenzó a tener una noción más clara cuando mi padre murió. Se acentuó en mí mucho más el sentido de culpa, de pena, de dolor. Yo tenía 16 años y me acerqué mucho a la iglesia, buscando un padre sustituto. Me acerqué a los santos, a lo sagrado, claro que en mi adolescencia y en mi temprana vida de adulto cometí algún que otro pecado (risas).

- Digamos que nunca quiso ser monja…

- No, nunca tuve vocación de santa. De todas maneras el tema del pecado en mi próximo disco, aunque cada uno lo puede interpretar a su manera, tiene más que ver con mi visión de los seres humanos cuando están en sitios de poder. Allí es donde me parece que la atracción al pecado es más fuerte y más dañina. No se trata de un pecado de la carne, íntimo, personal, se trata de tener poder y con él causar dolor a muchas personas. Cuando se trata del poder político, expresamente, me pregunto: ¿por qué ahí no hay culpa? Es al menos extraño, ¿no? Llama la atención que persona que ocupan cargos de gobierno, muchas veces no tengan noción de lo que hacen, una noción moral. Es curioso.

- ¿El pecado de su disco es apuntar el dedo índice en un país que le duele?

- Creo que sí. Es desde un lugar muy íntimo y de mucho dolor y que nace de mi relación con mi propio país. Anoche precisamente cantamos dos temas que vendrán en el nuevo disco. Uno se llama “Mezcalito” y está dedicado a la bebida sagrada de Oaxaca. El otro trata sobre el maíz y las molenderas. Son canciones hechas con la motivación de querer buscar elementos y símbolos que nos den fuerza. Siento que con todo lo que está pasando, abuso de poder, problemas en nuestras calles, con la violencia contra las mujeres, es lícito preguntarse adónde puede uno encontrar su fe. Por eso recurrí a un lugar que conozco y quiero. En Oaxaca, mi madre suele decirme: - Mira, a esas mujeres que venden tortillas a peso, mira su fuerza, su valor. De ahí nació mi idea de hacer un tributo a esas mujeres, porque es ahí donde los mexicanos vamos a encontrar nuestra fe. El mezcal es también la interpretación del pecado, por un lado, pero por el otro es hacer hincapié en lo sagrado, en lo verdadero. Finalmente es eso lo que hace el alcohol, ¿no?, ayudarnos a decir la verdad. No hay borracho que coma lumbre, como dice mi mamá.



Llevar México al mundo



Desde que comenzó a cantar, cuando era adolescente, junto a Los Cadetes de Yodoyuxi (un grupo de percusión) y La Trova Serrana para la comunidad latina de los Estados Unidos, Lila Downs se ha mostrado firme en su empeño de difundir la cultura de su lugar de origen. En su canto se mezclan los aires de las tribus zapotecas y mixtecas con notable fluidez. Ella explica siempre esa tarea con una palabra indubitable: el orgullo.



- La cultura oaxaqueña cobra cada día más dimensión tanto adentro como afuera de México, ¿se siente un poquito responsable de ello?

- Sí, la verdad que sí. Lo hago con orgullo. En Oaxaca estamos muy orgullosos de lo que somos, quizás a veces demasiado, no lo voy a negar. Tenemos un ego muy grande, pero es sano, creo. Anoche conversaba con el bajista de mi grupo, que es siciliano, y me hablaba de una amiga que era la única con la que podía hablar su dialecto en México. Y le digo: ¿Y qué tal tu amiga, cómo es? Él me contesta: ¡Es una chica muy talentosa, porque es siciliana! (risas) Bueno, un poco así somos los oaxaqueños. En mi caso, la noción de orgullo en mi canto, porque en mi etnia, la mixteca, hay una pobreza de orgullo, creo. Espero que con mi arte esté contribuyendo para que eso cambie. Y lo noto, la verdad, pero falta…

- ¿Y cómo se arregla Oaxaca?

- El arte ayuda mucho. Si hubiera más arte en el mundo, habría menos problemas. En Oaxaca hay una escuela que se llama el CEDART, donde hay jóvenes que se van formando a través del arte y se nota que son seres distintos, más sensibles que el resto. La situación en Oaxaca es muy grave, porque nuestras etnias son muy diferentes entre sí. Somos muy diversos, pero siento que vamos creando una especie de modelo para muchos grupos indígenas de todo México.

- ¿Apoyó usted a Gabino Cué?

- Bueno, yo esperaba un cambio positivo y apoyé al gobierno del cambio. No me atrevo, eso sí, a meterme en la política de lleno, porque de pronto cuando opiné demasiado con mis canciones fui censurada y me di cuenta de lo que uno arriesga. No me arrepiento, claro, pero siento que la política es muy sucia. Hacer una lucha más espiritual, con el arte, puede también producir grandes y buenas transformaciones sociales.

- ¿Cómo fue eso de la prohibición?

- Bueno fuera que hubiera un testimonio gráfico, material, de la censura, pero lamentablemente no fue así. Lo que pasó es que a lo largo de seis años hubo muchas invitaciones para cantar en Oaxaca y cuando aparecía mi nombre, los conciertos eran cancelados.

- ¿Estaba nerviosa cuando cantó por primera vez en su tierra luego de la prohibición?

- La verdad sí. No sabía qué iba a ocurrir y tenía miedo. Nuestro público es bastante apasionado y joven a veces y por eso decidí no cantar “Perro negro”, que es una canción escrita a raíz de la situación en Oaxaca (Lila grabó este tema en el disco Ojo de culebra, a dúo con el cantante de Café Tacuba, Rubén Albarrán). Me lo pedían desde la primera fila, pero sentí que si lo hacía podía propiciar alguna situación violenta. También la prensa me criticó mucho porque fuimos muy celosos con el tema de la seguridad, pero temíamos que hubiera algún “accidente” en el público.



El cielo de Broadway



La propuesta del musical Como agua para chocolate, que escribieron Lila y su marido Paul Cohen, nació del director teatral y coreógrafo inglés Jonathan Butterell (Nine, The Light in the Piazza, Assasins, Nine, Fiddler on the Roof, entre otras) y del neoyorquino Ted Sperling, un director musical, director de orquesta, orquestador, arreglador, director de escena y músico, ganador de un Tony por la orquestación de Light in the Piazza. La propuesta de Downs y Cohen tuvo que competir en un concurso donde había 600 propuestas de musicales para que dirigieran Butterell y Sperling. Como agua para chocolate, fue uno de los tres proyectos seleccionados y para su afinación final, Lila hará una residencia en el Banff Center en Banff, Canadá, del 27de marzo al 27 de abril, como parte del programa del Sundance Institute Musical Theater Lab. El musical se estrenará en el otoño en Washington y, posteriormente, en Broadway.

- ¿Se basó en la película de Alfonso Arau para escribir su musical?

- No. Lo que hicimos fue hablar con la autora Laura Esquivel y estamos haciendo una versión muy diferente a la del filme. La cantante, que es un personaje en la obra y que soy yo, es una mujer fronteriza nacida en Piedras Negras y ella narra musicalmente lo que va pasando en la obra. Dura aproximadamente una hora y media y las canciones llevan ritmo de cumbia, de milonga, de polca, de música norteña, bolero, todos géneros latinoamericanos.

- ¿Ya se hizo el casting?

- Estamos en eso. Acabamos de hacer una lectura. Está la famosa Chita Rivera, que hace el personaje de Mamá Elena, una artista legendaria. El protagónico estará a cargo de Rosario Dawson, que hará el papel de Tita.

- ¿Es un modo de conquistar definitivamente al público estadounidense que la vio cantar en la película Frida?

- Bueno, no veo las cosas así. Más bien se trata de ir armando relaciones con la gente, y en este caso de que mi marido, Paul Cohen, tenga una plataforma para mostrar de lleno su enorme capacidad como compositor. Vaya si lo está demostrando, hay unas piezas que adoro porque él las concibió y luego yo les agregué algo de letra. Este proyecto es la expresión de nuestro romance, de nuestra unión. Por otro lado, cantar en inglés es parte de mi herencia.

CUANDO SEA GRANDE, QUIERO SER KEITH RICHARDS


La vida denominada así, simplemente Vida, pero con mayúsculas, da título a la esperada autobiografía del mítico héroe rockero, guitarrista y factótum de la legendaria banda británica The Rolling Stones.

A corazón abierto, Keith Richards (Londres, 1943) relata los hechos más significativos de una existencia poblada de aventuras y situaciones límite, todos episodios que tienden a describirlo como un verdadero héroe de la supervivencia.

Como ese pirata del Caribe que supiera personificar en la película que protagoniza su amigo y admirador Johnny Depp (de hecho, uno de los sueños del actor estadounidense es hacer del propio Richards en alguna biopic), el también líder de los a esta altura míticos X-Pensive Winos ha ido conquistando los mares y las islas en un universo que no siempre le ha mostrado su mejor rostro.

Como sea, el libro que ahora distribuye en México la editorial Globalrhytm a través de Océano, presenta a un hombre dispuesto a ejercer la máxima honestidad para relatar los episodios de su vida más notables que, tratándose de Richards, son todos.

“El pelo, una de esas menudencias en las que nadie piensa pero que cambian culturas enteras” fue el primer gesto de pertenencia a una tribu distinta cuando el único hijo de Doris y Bert decidió que ni el trabajo ni el estudio establecidos iban a ser lo suyo cuando creciera.

Desde la entrevista de trabajo con la agencia Walter Thompson, “donde me querían para servir el té”, hasta el amor a primera vista que surgió entre él y Mick Jagger cuando ambos eran niños, la existencia de un hombre que ya ha pasado los 60 pero que nunca será viejo se despliega a lo largo de 500 páginas entretenidas e imperdibles, escritas a cuatro manos entre Richards y su compañero de ruta de toda la vida, el periodista londinense James Fox.

Las fotografías familiares en que aparece el patriarca rodeado de sus hijos, esposa y perros y, sobre todo, el fiero e imponente retrato de Keith en el medio de su lujosa biblioteca en Connecticut, donde vive con la ex modelo Patti Hansen, funcionan como delicioso complemento en una obra que comprueba la importancia de un artista único, de un músico extraordinario, dueño de una personalidad difícil de imitar.