
No he necesitado escribir cinco libros de fútbol para demostrar lo mucho que me gusta el que considero es el deporte más hermoso del mundo, pero por las dudas los libros ahí están (todos por Ediciones B, pueden comprarlos, de paso). No para demostrar alguna sabiduría extraordinaria respecto al balompié, sino al menos para dar cuenta de una pasión a la que he tratado en todos los momentos de mi vida (tan distintos entre sí), de ser fiel.
Ese fervor por el juego de 11 contra 11, ha estado siempre mediado por las numerosas opiniones expertas que han vertido los hombres a mi alrededor. En principio, hay una verdad irrefutable: una mujer no puede opinar de fútbol y pretender ser tomada enserio por sus congéneres masculinos. Esto pasa en México y en la China, le sucede a las que sólo ven los partidos para solazar la mirada con los traseros de los jugadores (esa técnica de relajación no la ofrece un gurú charlatán ni mucho menos un spa de lujo) y le acontecerá también a una que, como yo, reivindica el placer de pertenecer a las damas degustadoras del fútbol desde que tengo razón (no uso, que eso no tuve nunca).
Es cierto que a la hora de valorar la realidad futbolística mundial, los lugares comunes tienen un asidero irrebatible: la corrupción de los dirigentes, el marketing excesivo, los sueldos millonarios de los futbolistas…pero nunca he escuchado analizar el fútbol (ni siquiera a los hombres, que son los sabiondos en el tema y lo digo con claro y rotundo resentimiento de discriminada) en función de hincha, en relación con los seguidores.
A ver, luego de la Eurocopa mediocre que hemos tenido el disgusto de ver, ¿alguien se hará un mea culpa y dejará de repetir las viejas y archigastadas consignas en pos de un fútbol que sólo existe en sus cabezas cuadradas y en sus retinas inflexibles?
El fútbol está preso, prisionero de los mercaderes y de la televisión, pero no rueda libre tampoco en la mente y el corazón de los aficionados. En el sentir de los que dicen saber de fútbol y jamás escuchan otra opinión o se dignan a cambiarse los lentes para ver las cosas desde un ángulo distinto, aunque sea por experimentar, el fútbol pugna por ver una luz distinta, por escapar, por construir su derecho a ser lo que quiera ser.
Hinchas del fútbol, sepan que Portugal es una mentira. No ha ganado nunca nada y el hecho de que tenga a uno de los grandes jugadores del momento (Cristiano Ronaldo) no la hacía una candidata a fuerza, como nos quisieron hacer creer los comentaristas televisivos y los cronistas parciales en todos los medios que trataron el tema. Claro que nos gusta Pessoa, que cuando alguien nos deja el fado puede ser una pócima curativa, que los portugueses son melancólicos, cuelgan la ropa en los balcones y Lisboa es una de las ciudades más hermosas del mundo. En lo que hace al fútbol, ¿A qué juega Portugal? ¿Cuál es su materia: la estrategia, el avance, el mediocampo, la defensa? Además, Cristiano Ronaldo no es el mejor jugador del mundo. Ni lo es Kaká, ni Messi. Amamos al fútbol porque es un deporte de equipo y porque Maradona, gracias a Dios (o sea, a él mismo), hay uno solo. Qué aburrido sería el fútbol con esquemas de juegos que dependan exclusivamente del talento de un solo jugador.
Holanda. Los “expertos” me hacían callar cada vez que elogiaba la magia de la que hacía gala Ruud Van Nistelrooy. Decía yo, que soy mujer y no entiendo un catzo de fútbol, que Ruud me gustaba hasta cuando se equivocaba. Era el típico goleador que sólo la metía cuando la tenía servida en charola. Hay muchos así: los 9 juegan para él, él se lima las uñas y se maquilla mientras espera frente a la portería contraria que le llegue la bola salvadora. Sin embargo, Ruud creció más que eso. Supongo que en el Real Madrid, con tantos vaivenes, y también supongo que con la edad, con el tiempo que pasa, que a todos nos va moldeando (no somos los mismos de ayer ni mucho menos de anteayer…y eso no lo quiere aceptar el cuadrado hincha del fútbol que siempre ve a los jugadores de la misma manera, que no admite los cambios…), ¡Van Nistelrooy se hizo hombre! La Eurocopa fue el reflejo de que realmente puede convertirse en el conductor de un grupo. Ahora bien, basta de decirle a Holanda la “Naranja mecánica” porque no lo es. La naranja mecánica es por peso histórico la que jugó la final en 1974 frente a Alemania y la perdió. Estaba ahí, por ejemplo, el gran Johan Cruyff. La selección de Van Basten dirigida por el gran Rinus Michels que ganó la Eurocopa en 1988 también puede ser llamada La Naranja Mecánica. Pero la de ahora y la desde entonces, cuando Holanda ganó su único título internacional, no. ¿Qué es eso de “Vuelve el fútbol total”, “Holanda nos devolvió la fe en el fútbol”?. Señores, fútbol total es aquel que presenta un esquema defensivo fuerte, que ofrece un mediocampo inteligente y una delantera poética. Holanda no tiene estos tres elementos juntos ni mucho menos hace ostentación de ellos en forma simultánea, así que de total, mis productos gallináceos. Me encanta Holanda, amo a Ruud, pero el fútbol es lo que veo, no lo que creo. Holanda fue hermosa frente a Francia y desastrosa frente a Rusia. Para naranja mecánica, la de Kubrik.
Italia. NO es cierto que la azzurra juegue al catenaccio. La selección de Roberto Donadoni (el mezquino púber que nunca quiso poner a Pinturicchio), que por algo es campeona del mundo, tiene a uno de los jugadores más sabios y estrategas del mundo, sabíamos que sin Andrea Pirlo Italia no iba a pasar ni a los vestuarios. Pero dejen de decir cosas como la mezquina Italia, o lo único que sabe hacer es pegar…Si Italia es mezquina, ¿qué es Francia? Si Donadoni es caprichoso, qué es el imbécil de Raymond Domenech que cuando su escuadra quedó desclasificada, lo único que hizo fue pedirle la mano a su novia en la conferencia de prensa posterior.
¿Alemania pega menos que Italia? ¿Es más generosa que la azzurra?
España y su técnico merecen capítulo aparte, porque eso de hacernos creer que la roja juega a algo, bueno…
Mientras tanto, el fútbol es algo que no están viendo los que creen saber de fútbol.
Ya me descargué. Ya lo hice. Ya lo dije.
Y viva Rusia, carajo.
(Foto de Andrea Staccioli / INSIDEFOTO