viernes, 29 de abril de 2011

La guerra de los hackers y un libro controvertido


Entre los vocablos ingleses “wiki” y “open” hay un espacio para las traiciones y los vedettismos propios de los nuevos mandamases cibernéticos, acaso los pioneros de un modo de ver y entender el mundo que es otro, que es distinto.

Se trata esta vez de la disputa pública entre el fundador de la que es considerada “la red más peligrosa del mundo” (Wikileaks), el australiano Julian Assange (1971) y quien fungiera durante tres años como su mano derecha, el alemán Daniel Domscheit-Berg.

Este último, ignorado por su jefe, renunció a la empresa, calmó los resentimientos publicando un libro a todas luces controvertido que tituló Adentro de Wikileaks y anunció la formación de una página rival que se llama OpenLeaks.

¿De qué acusa Daniel a Julian? Fundamentalmente de haberse convertido “en una estrella del pop” y de no manejar con transparencia la información confidencial que hizo famoso a su emprendimiento. El espectáculo está servido en lo que la prensa internacional ha llamado, con signos de admiración incluidos, ¡La guerra de los hackers!. A tal punto la maniobra de Domscheit-Berg ha pegado en el centro mediático donde se mueve como pez en maremoto el canoso australiano acusado de abuso sexual en Suecia por no haber usado condón durante una relación, que hasta el mismísimo magnate del cine estadounidense Steven Spielberg ha pagado millonadas por los derechos del libro del germano.

Mientras se espera la película, en México, editado por Roca y distribuido por Random House Mondadori, ya se puede leer en español el libro que obviamente causó las iras de Assange y que al mismo tiempo respira un tufo a traiciones y a revanchismo que parece por ahora no hacer perder el sueño a Daniel Domscheit-Berg.

“Es cierto, es mucho más importante la obra realizada hasta ahora por Wikileaks que todo lo que digo de Julian, por eso también insisto en mi libro y lo repito ahora que los tres años que trabajé con Assange fueron los mejores de mi vida”, dice el alemán nacido en 1978 y quien durante dos años y medio fue el portavoz de Wikileaks bajo el seudónimo de Daniel Schmit. Con anterioridad había trabajado para importantes empresas internacionales como técnico en informática especializado en seguridad.

Desde loco a paranoico, desde megalómano a déspota, desde hablar de él como un hombre que come con las manos y luego se las limpia en los pantalones, de revelar que el número preferido de Julian Assange es el 22 porque de esa edad prefiere a las muchachas que conquista casi con voracidad: nada bueno tiene este muchacho barbado, de anteojos, con más pinta de nerd que de astro de cine, para decir de su ex jefe.

“No me gusta verme, no quiero ser el centro de atención de nada, por eso no tengo grandes expectativas por la película que hará Spielberg basado en mi libro. Al fin de cuentas, es Hollywood, un lugar que no me despierta muchas ni buenas expectativas”, afirma con voz clara y en un inglés perfecto.

“Empezamos siendo un proyecto muy pequeño y pasamos tantos momentos duros como divertidos. El problema de Wikileaks no es Wikileaks esencialmente, sino su fundador, Julian Assange, quien con el tiempo fue creyéndose un nuevo mesías que salvaría al mundo con toda la información que habíamos logrado capturar”, agrega.

El proyecto Wikileaks fue creado en diciembre de 2006, su actividad comenzó en julio de 2007 y desde entonces su base de datos ha crecido constantemente hasta acumular 1,2 millones de documentos. El objetivo de la red es dar a conocer al mundo los entresijos de gobiernos, empresas y organizaciones en su lucha por ejercer y mantener el poder. La idea consiste en la transparencia absoluta de la información y el derecho del ciudadano a conocerla.

Destaparon casos como el de la evasión fiscal a cargo del banco suizo Julios Bär, el crash económico que llevó a Islandia a la bancarrota o las muertes de civiles a manos de soldados estadounidenses en Afganistán. En México, el embajador Carlos Pascual debió renunciar porque en un cable difundido por Wikileaks, el diplomático llamaba “grises” a los panistas e ineficaz al ejército mexicano, algo que causó el enojo obsesivo del presidente Felipe Calderón. Lo mismo sucedió en Ecuador cuando el presidente Correa echó a la embajadora, quien lo había acusado de corrupto en un cable secreto. Estados Unidos devolvió el gesto deportando de su suelo al embajador ecuatoriano.

A propósito de Afganistán y de la difusión de información sobre una guerra que el mundo occidental, menos Estados Unidos, considera perdida, se produjo la detención del soldado Bradley Manning, quien habría proporcionado a la red de Assange un video en el que se ve como un helicóptero estadounidense mata a un grupo de personas en Irak y documentos clasificados acerca de las guerras de Afganistán e Irak. Después de estar preso durante un mes en Kuwait, Manning fue trasladado a un centro de detención en el estado de Virginia. y allí enfrentará un proceso en la justicia militar estadounidense, que podría terminar en una condena de 52 años de cárcel.

De este caso, Daniel Domscheit-Berg se lamenta y acepta que representó “el momento más duro desde que se fundó WikiLeaks. Entonces me sentí muy mal. Manning es un héroe para mí”, dice.

También dice el informático alemán que Wikileaks tiene poco y nada que informar. “Ya no existe esencialmente y sólo se preocupan por autopromocionarse y conseguir dinero”, afirma. Por eso, este verdadero adalid de la transparencia (al menos así quiere ser visto en todas las entrevistas que ha otorgado desde que publicó su libro), creó una web (http://openleaks.org/) que pretende ser la alternativa a la formada por Assange y que está integrada en su mayoría por voluntarios que provienen de las propias filas de WikiLeaks. “OpenLeaks quiere crear un sistema en el cual la información tal cual llega a la organización sea enviada a los medios, actuando como una agencia de prensa”, dice Daniel.

Así enunciada, la nueva iniciativa resulta un tanto tibia si se tiene en cuenta que la principal diferencia es que los documentos los verificarán los medios que reciban la información y OpenLeaks tan solo funcionará como intermediario entre el ciudadano anónimo que tiene el documento confidencial y los medios de comunicación.

¿Publicará OpenLeaks los documentos originales tal como lo hace Wikileaks, logrando con ello que no se filtren informaciones falsas a la prensa?

Domscheit-Berg no tiene respuesta aún para eso. La guerra recién empieza y promete futuras e intensas batallas cibernéticas.

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