miércoles, 21 de mayo de 2008

Españolitos



Ya no puedes leer una crónica de tenis en un periódico español sin que los músculos inflados de Rafael Nadal se te cuelen por los entresijos de hasta una simple enunciación de resultados, incluso –no exagero- en partidos de tenis para damas. Va de suyo que el suizo Roger Federer tiene una presencia gris, irrebatiblemente opaca; que incluso su estilo, por demoledor y no por escasez de clase, puede contribuir al enorme déficit de atención que padecemos los ciudadanos globales. Entiendo por otra parte la noble pasión que provoca el hecho fortuito de que un connacional brille en el ancho firmamento del deporte de primer nivel. He sido de aquellos niños madrugadores cuando el Lole Reuteman disputaba alguna carrera en el otro lado del mundo. Aunque el piloto argentino nunca alcanzó el número uno del podio, su segundo lugar en la F1 nos permitía soñar por entonces con la reencarnación misma del maestro Juan Manuel Fangio en el rostro monótono del que luego fuera gobernador de Santa Fe. Mi padre, un hombre emocionado siempre por las hazañas ajenas, no dormía con tal de seguir con los ojos y oídos bien abiertos (en una modesta y siempre interferida televisión por blanco y negro) las instancias previas, actuales y postreras de un combate protagonizado por Juan Carlos Monzón, el sí un gran número uno de boxeo albiceleste. Comprendo todavía más ese chauvinismo fervoroso como un sorbo de cerveza helada en medio del desierto, porque lo padezco a menudo, radicada como estoy en una tierra tan lejana y distinta a la que me vio nacer hace unos cuantos años. Puesta a afilar el diente e hincarlo en patrias extranjeras, no pierdo muchas veces la oportunidad de basar en su escasez de miras territoriales la falta de lealtad y de moral de los chilenos o la ignorancia pastosa de los gringos que así, en concepto plano y totalizador: “los gringos”, son por mí detestados con una furia incontenible y ciega. Los cubanos son siempre maravillosos si se quedan en La Habana y para apuñaladores de espaldas y sonrisitas por el frontis, nada como los mexican people. Esas parodias de xenofobia de utilería que no me enorgullecen, no van más allá de las exageraciones propias entre amigos que me saben incapaz de obrar en contra de prójimo alguno y mucho menos de propiciar teorías reduccionistas salidas de la zona selvática del cerebro sin filtro, esa corteza inútil como hernia o dedo pequeño del pie, resabio de edades cavernícolas, memoria de vidas pasadas…por otros.
Da mucha grima encontrar esos ramalazos de sinrazón en las crónicas periodísticas, trazos gruesos que pretenden dar inicio a la historia de la Fórmula Uno en la fecha de nacimiento del asturiano Fernando Alonso y que sí, será el mejor piloto del mundo, pero no este año, que pertenece todo al formidable Kimi Raikkonen y al hermoso, magnífico, irrebatible Ferrari 2008.
La arrogancia y patanería de Jorge Lorenzo no deberían ser reforzadas por los que escriben de motociclismo en España. Mucho menos cuando hemos tenido la fortuna de ser contemporáneos del artista inigualable de las dos ruedas, el italiano Valentino Rossi.
Yo sé que José María Aznar puede dejar mal a cualquier país, con la autoestima por el piso y los valores morales olvidados entre las sombras de un Francisco Franco que aparece todas las mañanas en Espejo Público, con la “labios de colágeno y voz de vampiresa” Susana Grisso en vano intento por frenar los resentidos e inverosímiles (por lo toscos y mal pronunciados) ajustes de cuentas de Maciel. Sé también que no todos los españoles son como los que asesinaron al gran Federico García Lorca. Pero, ¡ay!, esos videos “caseros” en el Metro, con esos guardianes de la playa castiza torturando a todo latinoamericano que ose contaminar su punto de mira. Y esas vocecitas de ultratumba en pos de la raza pura que se dejan escuchar sin rostro detectable en un supermercado chino…es increíble que entre muchos españoles el chino haya pasado a ser un insulto. Como si dentro de una realidad ¿imposible?, cualquiera pudiera gritarle a alguien ¡español!, y herir de muerte moral al agredido. Y aunque todo Eurovisión sea de un patetismo absoluto, prueba irrefutable, impactante (con lo que odio la palabra impactante) de cómo están las cosas a nivel cultural y/o musical en la vetusta Europa, cómo podrían haberse ahorrado, españolitos queridos, los insoportables estribillos de Rodolfo Chiquilicuatre y esa cara de yo no fui de vuestra vicepresidenta, resulta que ahora la primera defensora de los derechos humanos de los inmigrantes. Fácil, demasiado fácil, pegarle a Berlusconi. Hay que ser más creativos…¿no creen?

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