martes, 14 de septiembre de 2010

CUANDO PERDER ES GANAR


El gran rugbier argentino Hugo Porta suele contar que en sus inicios deportivos era un buen tenista, tanto como para pensar dedicarse de lleno a ese deporte. Sin embargo, las serias transformaciones de carácter que comenzaba a notar en sí mismo, lo hicieron pronto desistir. "Mis padres no me soportaban. Cualquier partido que perdía, fuera de torneo o de práctica, era un drama terrible cuyo efecto me duraba días". Pensaba Porta y pensó bien que un juego de equipo le iba a quitar mañas y atenuar neurosis y que le iba a ofrecer, además, la hermosa posibilidad de compartir la experiencia competitiva, eso de equilibrar méritos y responsabilidades. Fue así como el deporte de alto rendimiento perdió en Argentina un tenista, pero ganó un excelente rugbier, capitán durante muchos años de los legendarios Pumas.
En la final del US OPEN 2010, las primeras palabras que pronunció Rafael Nadal al ganar su cuarto Grand Slam del año fueron para su contrincante, el serbio Novak Djokovic. "Es rara una actitud como la tuya en alguien que acaba de perder un partido de tanta importancia. Y una actitud así es de agradecer y de felicitar", fue más o menos lo que dijo el enorme tenista de Manacor. Se refería Rafa no a la cara de velorio con que "Nole" comenzó aceptando su derrota, sino a la inmediata actitud posterior que el tenista balcánico adoptó en la emotiva ceremonia de premiación. El rostro alegre, sereno, la generosa felicitación al victorioso y esa personalidad extrovertida a que Djokovic nos tiene acostumbrados en el máximo circuito internacional, fueron la manifestación de un triunfador nato: aquel que sabe perder.
Es cierto, como dice Porta, que el deporte individual tiende a deformar los caracteres de sus practicantes, volviéndolos hijos únicos en un sistema donde poco se penan o condenan las conductas mezquinas, autistas, de poco compañerismo. Por eso, cuando aparecen esos gigantes que tanto adentro como afuera de la cancha saben estar a las alturas de las circunstancias, uno no puede menos que festejarlo.
No cualquiera puede ser segundo. Está visto.

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