Cecilia Suárez (Entrevista publicada por GENTE Y LA ACTUALIDAD en enero 2012)
Nadie espera que la belleza de la actriz Cecilia Suárez,
nacida hace 39 años en Tampico, refulja como una luciérnaga o estalle en veinte
mil haces de fuego para arder hasta extinguirse sin dejar ni sombra ni cenizas.
Por el contrario, la actriz mexicana, acaso una de las que
con más ahínco y sin proponérselo siquiera está destinada a ser la única
heredera legítima de portentos como Ofelia Medina, por citar sólo un nombre al
azar, es de esas lindas que se van haciendo inolvidables conforme habla y teje
una urdimbre espacial con sus gestos mínimos, con su perfil esquivo.
La histérica y celosa de Sexo,
pudor y lágrimas, aquella sofisticada comedia que cimentó el prestigio del
que hoy goza el director Antonio Serrano, va de lo helado a lo tibio, hasta
alcanzar un grado máximo de temperatura como una rosa que se abriera en la
noche, imprevista, casualmente.
Fue precisamente en ese filme, uno de los más vistos en la
historia del cine mexicano contemporáneo, donde Cecilia se hizo imprescindible
para la pantalla grande vernácula.
Hoy es una de las actrices más sólidas y respetadas de la
televisión y el cine mexicanos, un ser que equilibra la magia y lo terrenal con
una sabiduría tranquila, propia de alguien que ha sabido vivir intensamente.
- ¿Le lleva mucho tiempo arreglarse, ponerse
linda?
- No,
para nada. La verdad es que cuando lo hago, trato de hacerlo muy rápido, no es
algo en lo que me guste entretenerme. Si fuera excelente en el maquillaje, tal
vez me tardaría más, pero no lo soy. Conozco a actrices que tardan mucho para
pintarse, se dedican mucho tiempo y salen espectaculares, pero la verdad es que
a mí eso se me da muy poco. Me gusta andar natural y sencillo.
- Ha sido llamada uno de los rostros más expresivos
del cine mexicano…
- ¿Ah
sí? (risas), bueno, según quién…
- ¿Dónde diría que está el centro de esa
expresión de la que muchos hablan frente a la cámara?
- Evidentemente
en los ojos. Es una cuestión genética. Me tocaron grandes y expresivos. Eso es
una suerte. Pero también tiene que ver con lo que trabajas, con lo que
construyes el personaje, con el bagaje que le das y que todas esas horas de
trabajo, de discusión, de sentarte, de sopesar si una cosa o la otra, de tomar
decisiones de cómo lo vas a abordar a la larga reditúa en lo que ves. Y para mí
eso es lo más rico de lo que hago. No entiendo la actuación sin toda la tarea
previa, eso es lo más divertido.
- Su rostro es bastante versátil, otra vez la
genética, supongo…puede hacer de francesa, de española, de mexicana…
- Sí,
la verdad que sí, es una especie de suerte, pero al mismo tiempo creo que uno
provoca eso un poco, uno tiene que dirigir esas cualidades y prestarse, creer
que puedes ser otras personas.
- ¿Le pesó en algún momento ser considerada
una de las mejores actrices del cine contemporáneo? A veces, dio la sensación
de que estaba muy sola en esa ruta…
- No,
la verdad es que no lo veo así. Por un lado no me pesó, pero por el otro
tampoco siento de que no haya habido actrices de mi edad a quienes yo respetara…me
parece por ejemplo que Vanessa Bauche es una actriz de altos alcances
interpretativos. Todo lo que ella hace en el cine tiene una fuerza
impresionante. Karina Gidi, en el teatro, me parece una persona absolutamente
fuera de serie. Me gusta mucho lo que hace Irene Azuela; Haydé Boeto es una
actriz de teatro fenomenal. Hay actrices de mi tirada, tal vez un poco más
jóvenes algunas de ellas, que me encantan…
- De todas maneras, su carrera ha sido un
poco como transitar entre dos aguas, ¿no? Por un lado sí el teatro serio y
experimental, pero por el otro no negarse a los proyectos televisivos un poco
más masivos o a las películas con aspiraciones más comerciales…
- Sí,
totalmente. Eso es así. Y me gusta. No tengo prejuicios hacia ninguno de los
aspectos de la profesión. No me obligo a ser una actriz seria y no busco ser
una actriz comercial. Está bueno hacer las dos cosas.
- ¿Se miró en el espejo de algunos colegas
para tener esa versatilidad? Pienso en Javier Bardem, que como se ganó el Oscar
ya puede hacer James Bond…el mismo Gael García, después de mucho resistirse
finalmente hizo dos comedias románticas en Hollywood…
- Qué
bien por ellos y qué liberador que así sea. El actor tiene que ser flexible y
poco prejuicioso en ese sentido. Cada género tiene tanto valor como el otro y
todos son difíciles. Creo que aventurarse en aguas que uno no conoce y frente a
las que uno pudo tener una primera valoración no tan positiva, es fructífero
para la carrera y a la larga dejar cosas buenas.
- ¿Tuvo su época de inflexibilidad y ahora es
más flexible que antes?
- (risas)
Creo que los años te van haciendo más flexible. Dicen que el tiempo todo lo
vence y así ha sido también en mi caso. Sí, sin duda, vas madurando como actor
y como persona, al final vas viendo que no pasa nada, que ¿cuál es el
problema?, y que todo es parte del disfrute tanto de la vida como de lo que
hacemos. Uf, poderse relajar frente a todo…es bueno…qué maravilla…
- ¿Hubo momentos en su vida que se vio
obligada a ser La Actriz frente a sí misma?
- Sí,
sobre todo cuando era más joven. No sé cómo llamarlo, pero es una especie de
responsabilidad, de anhelo, de expectativa frente a ti misma en donde necesitas
probarte ciertas cosas, o según tú te las estás probando, porque al fin y al
cabo todo es un poco ilusorio. Creo que el tiempo es la mejor cosa para que
vayas dejando de lado las falsas expectativas, las imágenes falsas de ti con
respecto a lo que haces.
- Bueno,
la maternidad también lo debe de haber relativizado todo…
- ¡Eso
sí! Un hijo mueve todo tu universo y te relajas o te relajas. Todas las cosas
adquieren un nuevo significado cuando te conviertes en madre, está bueno. Mi
hijo tiene unos ojos hermosos, todo el mundo le dice: ¡Qué ojos!
- ¿Y se maneja bien con el trabajo, con el
hijo?
- Bueno,
requiere su esfuerzo. Hay que buscar un espacio grande para la organización, no
es tan fácil como todo el mundo cree. La actuación es un oficio súper
demandante y si, además, quieres ser buena madre y estar presente para cuando
tu hijo te necesite, las cosas se complican un poco. De todos modos pienso que
un niño crece bien cuando ve a sus padres estar satisfechos con lo que hacen,
realizados profesionalmente, contentos…, eso también aporta para su
crecimiento.
- ¿Tiene miedos?
- Sí,
muchos. Trato de no enfocarme demasiado en mis temores; pienso que no hay una
guía infalible que te enseñe a ser madre o padre, es algo que vas aprendiendo.
En ese sentido no hay nada como confiar en que estás haciendo tu mejor esfuerzo
y que no pasa nada si te equivocas de vez en cuando.
- ¿Y ser madre en este México tan
convulsionado?
- Pienso
mucho en eso y lo único que me pasa al respecto es que me florecen las ganas de
trabajar para que las cosas cambien. Leo el periódico y me pregunto en qué
momento perdimos el rumbo, de manera tan brutal además. ¿Cómo recuperarlo?
¿Cómo acercarnos a eso que todos queremos de nuestro país? No lo sé, creo que
debemos trabajar todos desde nuestras respectivas trincheras y hacer cosas en
los espacios que nos mueven, que nos importan.
- ¿Se iría a vivir al extranjero?
- No
sé. Tal vez sí. Si surgiera la oportunidad, seguro, pero siempre con miras de
volver. México es un país que me fascina, me apasiona. Estar aquí (N.d.R: la
entrevista se llevó a cabo en Oaxaca) y mirar esta ciudad. Lo primero que hice
al bajar del avión fue sentarme en la banqueta a tomar un café y sentirme
orgullosa de ser mexicana, que es lo que produce Oaxaca.
Un rol histórico
Cecilia Suárez, nacida el 22 de
noviembre de 1971, personificará a Antonieta Rivas Mercado, la escritora y
bailarina que fue precursora del feminismo en México, mecenas de poetas
extraordinarios como Salvador Novo y Xavier Villaurrutia, amante del maestro de
maestros José Vasconcelos, con cuya pistola se suicidó en la catedral parisina
de Notre Dame.
Con este papel en la telenovela
de Televisa que producirá Carla Estrada, “Ceci” regresa a la televisión
abierta, en un rol histórico de enorme exigencia (en las redes sociales, por
ejemplo, se ha empezado a cuestionar la edad de la actriz, de casi 40 años,
mucho más grande que Antonieta, quien tenía 31 cuando murió).
La telenovela será una adaptación
del libro A la sombra del ángel,
escrito por la nuera de Rivas Mercado, Katherine S.Blair.
“En algunas cosas hay similitudes
y en otras espero que haya diferencias, porque Antonieta Rivas Mercado tuvo una
vida muy trágica y ese no ha sido mi caso”, dice Suárez, al tiempo que
despliega su convicción de que el personaje que le tocará encarnar “fue una
mujer muy adelantada a su época, sin duda apasionante, alguien que supo
mantener su lugar contra viento y marea, sin importarle lo que dijeran los
demás, que fue una adoradora absoluta de los artistas mexicanos y que amó este
país como nadie”.
- ¿Fue Antonieta Rivas Mercado la que la hizo
volver a la televisión?
- No
precisamente. Yo regresé a la tele con Capadocia,
hacía siete años que no participaba en un proyecto televisivo y fue Epigmenio
Ibarra el que me ofreció ese papel en la serie que tantas satisfacciones me ha
dado. Estoy más que agradecida con Epigmenio, con Argos, con HBO y con los
guiones que escribieron para mí.
- ¿En qué momento se tuerce la vida de una
persona como para terminar sus días en una cárcel? ¿Pensó en ello mientras
hacía Capadocia?
- Sí,
pero más lo pensé cuando hacía Mujeres
asesinas, porque se trata de mujeres que no tienen el perfil de homicidas,
cruzan la frontera y pasan a ser alguien muy distinto. Ese cambio me parecía
mucho más violento que lo que hallábamos en la investigación hecha para Capadocia. Más bien la reflexión a la
que me llevó Capadocia es que las
mujeres que viven en el encierro, que es una de las situaciones más duras que
probablemente podamos pasar en la vida, deciden seguir adelante y plantear
lucha a su circunstancia. Eso es verdaderamente admirable. Me interesaba mucho,
además, dignificar ese viaje que ellas hacen por la oscuridad y destacar la
valentía, la entereza, el corazón con el que abordan su tránsito por la
existencia.
- ¿Qué cosas le han pasado a usted en la vida
que no esperaba?
- Todo.
(risas) No es como que ande premeditando mucho. De entrada, dedicarme a la
actuación fue algo que entró en mi vida sin permiso y ahora es una cosa que no
puedo parar de hacer. Tampoco preví la manera en que mi oficio iba a determinar
el resto de las cosas que me sucedieron…eso es muy curioso. La gente que
conoces en esta profesión, los lugares a los que viajas, los temas en los que
te adentras a raíz de los personajes que tienes que encarnar…
- Como la pregunta que hace James Lipton en
su programa del Actor Studio, ¿qué otra profesión le hubiera gustado intentar?
- Todavía
lo pienso. No sé si soy de esos actores que quisiera seguir como actor hasta
los ochenta y tantos… Creo que tendría que ser algo relacionado con las
plantas…
- ¿Tiene mano verde?
- ¡Sí!
Las plantas se me dan muy bien; las limpio, las corto, las riego, les busco su
lugar…Ahora también estoy entrenando a actores más jóvenes y me gusta mucho.
Gozo viendo al otro mientras construye su personaje, notar su excitación
conforme va descubriéndole cosas, cuando ves esos veinte que caen y su cara se
ilumina, te emociona tanto, es algo muy bonito.
Mejor reina en casa que sirvienta en casa ajena
Dice Cecilia Suárez que no le ha
llegado todavía el papel con el que soñaba y que los mejores personajes son
aquellos que están escondidos en la sombra del futuro.
“Hice cosas que quiero mucho,
papeles que guardo en mi corazón, que fueron importantes para mí y que me
hicieron lo que soy, pero lo mejor está por venir”, asegura.
- ¿Y cómo es ser actriz en México? Hubo un
tiempo en que los mejores papeles eran para los hombres…
- Así
es todavía. Ya ni cuenta me doy, pero supongo que ser actriz en México tiene su
dificultad. Lo que pasa es que ya no me importa. Todavía siguen de moda los
actores, este es un país de machos, pero mientras menos lo pienses mejor te va.
Somos lo que somos y eso lo sabemos. Este es un país que le falta mucho por
andar en el terreno de la equidad.
- No la imagino a usted buscando el papel de
sirvienta en la última película de Adam Sandler…y muchos dirán, ¿quién se cree
que es?
- No
lo dirán, lo dicen, que no te quepa la menor duda. No sé si es arrogancia lo
mío, pero supongo que tiene que ver con el orgullo de lo que soy. En ese
sentido, es verdad que mi ruta en Estados Unidos se fue haciendo cada vez más
angosta. Cada vez me quedaba más claro que yo no quería ser la sexy bombón del
protagonista, ni ser la tontita latina que no entiende nada, cuando ya se tomó
todo el viaje de ir hasta allá y ahora resulta que no entiende nada, ¡por
favor!, los inmigrantes son personas que han vivido lo innombrable, como para
encima ser tratados en el cine con una visión tan chata. Había papeles, por
ejemplo, que durante la Guerra de Irak o de Afganistán glorificaban al ejército
estadounidense y yo no los iba a hacer. Pedí amablemente que no me mandaran
papeles en tal sentido y tuve suerte porque me respetaron.
Cecilia Suárez trabajó para
Hollywood en películas como Spanglish,
de 2004 y The air I breathe, con
Kevin Bacon y Andy García, en 2007. También tuvo un papel en un episodio de la
serie Boston Legal.
- ¿El camino de Hollywood es un camino
abierto?
- No,
cada vez lo veo menos probable. Sé lo que implica ese camino. Tienes que tener
mucho tiempo para picar esa piedra y yo ya no tengo tanto tiempo. Tengo más
ganas de encarar roles donde realmente pueda hincar el diente en profundidad,
que optar por un papel superficial con tal de salir al lado de una estrella
hollywoodense. Eso no me prende. Ya pasó ese momento para mí. Ya no estoy tan
chavita, ¿no?
- ¿Le preocupa su aspecto físico, la
arruguita que aparece de repente?
- Y
sí, ahora me va a empezar a preocupar. Pero desde ya te digo que ni loca me
opero. Me rehúso. Además, si hubiera sido por operarme lo habría mucho antes.
Por empezar, me hubiera operado las bubis, que era algo que me sugirieron en la
televisión y siempre me resistí. Aviso que no pienso siquiera inyectarme bótox,
a pesar de que hay actrices mucho más jóvenes que yo que lo hacen.
- ¿Consulta con alguien los avatares de su
carrera?
- ¡No,
qué va! Lo que hago es leer mucho. Si empiezo a dudar demasiado, lo descarto,
porque tantas dudas significan que la cosa no va a funcionar. Cuando los
proyectos tienen que ser, el sí es casi inmediato.
- ¿Con qué director mexicano le gustaría
volver a trabajar?
- Con
Luis Estrada, con Antonio Serrano, con Ernesto Contreras (Párpados azules)…
- Bueno, pero Ernesto luego no la deja ni
hablar…
- (risas),
es verdad, luego me tiene callada todo el tiempo…
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