domingo, 29 de enero de 2012


Cecilia Suárez (Entrevista publicada por GENTE Y LA ACTUALIDAD en enero 2012)
Nadie espera que la belleza de la actriz Cecilia Suárez, nacida hace 39 años en Tampico, refulja como una luciérnaga o estalle en veinte mil haces de fuego para arder hasta extinguirse sin dejar ni sombra ni cenizas.
Por el contrario, la actriz mexicana, acaso una de las que con más ahínco y sin proponérselo siquiera está destinada a ser la única heredera legítima de portentos como Ofelia Medina, por citar sólo un nombre al azar, es de esas lindas que se van haciendo inolvidables conforme habla y teje una urdimbre espacial con sus gestos mínimos, con su perfil esquivo.
La histérica y celosa de Sexo, pudor y lágrimas, aquella sofisticada comedia que cimentó el prestigio del que hoy goza el director Antonio Serrano, va de lo helado a lo tibio, hasta alcanzar un grado máximo de temperatura como una rosa que se abriera en la noche, imprevista, casualmente.
Fue precisamente en ese filme, uno de los más vistos en la historia del cine mexicano contemporáneo, donde Cecilia se hizo imprescindible para la pantalla grande vernácula.
Hoy es una de las actrices más sólidas y respetadas de la televisión y el cine mexicanos, un ser que equilibra la magia y lo terrenal con una sabiduría tranquila, propia de alguien que ha sabido vivir intensamente.
-       ¿Le lleva mucho tiempo arreglarse, ponerse linda?
-       No, para nada. La verdad es que cuando lo hago, trato de hacerlo muy rápido, no es algo en lo que me guste entretenerme. Si fuera excelente en el maquillaje, tal vez me tardaría más, pero no lo soy. Conozco a actrices que tardan mucho para pintarse, se dedican mucho tiempo y salen espectaculares, pero la verdad es que a mí eso se me da muy poco. Me gusta andar natural y sencillo.
-       Ha sido llamada uno de los rostros más expresivos del cine mexicano…
-       ¿Ah sí? (risas), bueno, según quién…
-       ¿Dónde diría que está el centro de esa expresión de la que muchos hablan frente a la cámara?
-       Evidentemente en los ojos. Es una cuestión genética. Me tocaron grandes y expresivos. Eso es una suerte. Pero también tiene que ver con lo que trabajas, con lo que construyes el personaje, con el bagaje que le das y que todas esas horas de trabajo, de discusión, de sentarte, de sopesar si una cosa o la otra, de tomar decisiones de cómo lo vas a abordar a la larga reditúa en lo que ves. Y para mí eso es lo más rico de lo que hago. No entiendo la actuación sin toda la tarea previa, eso es lo más divertido.
-       Su rostro es bastante versátil, otra vez la genética, supongo…puede hacer de francesa, de española, de mexicana…
-       Sí, la verdad que sí, es una especie de suerte, pero al mismo tiempo creo que uno provoca eso un poco, uno tiene que dirigir esas cualidades y prestarse, creer que puedes ser otras personas.
-       ¿Le pesó en algún momento ser considerada una de las mejores actrices del cine contemporáneo? A veces, dio la sensación de que estaba muy sola en esa ruta…
-       No, la verdad es que no lo veo así. Por un lado no me pesó, pero por el otro tampoco siento de que no haya habido actrices de mi edad a quienes yo respetara…me parece por ejemplo que Vanessa Bauche es una actriz de altos alcances interpretativos. Todo lo que ella hace en el cine tiene una fuerza impresionante. Karina Gidi, en el teatro, me parece una persona absolutamente fuera de serie. Me gusta mucho lo que hace Irene Azuela; Haydé Boeto es una actriz de teatro fenomenal. Hay actrices de mi tirada, tal vez un poco más jóvenes algunas de ellas, que me encantan…
-       De todas maneras, su carrera ha sido un poco como transitar entre dos aguas, ¿no? Por un lado sí el teatro serio y experimental, pero por el otro no negarse a los proyectos televisivos un poco más masivos o a las películas con aspiraciones más comerciales…
-       Sí, totalmente. Eso es así. Y me gusta. No tengo prejuicios hacia ninguno de los aspectos de la profesión. No me obligo a ser una actriz seria y no busco ser una actriz comercial. Está bueno hacer las dos cosas.
-       ¿Se miró en el espejo de algunos colegas para tener esa versatilidad? Pienso en Javier Bardem, que como se ganó el Oscar ya puede hacer James Bond…el mismo Gael García, después de mucho resistirse finalmente hizo dos comedias románticas en Hollywood…
-       Qué bien por ellos y qué liberador que así sea. El actor tiene que ser flexible y poco prejuicioso en ese sentido. Cada género tiene tanto valor como el otro y todos son difíciles. Creo que aventurarse en aguas que uno no conoce y frente a las que uno pudo tener una primera valoración no tan positiva, es fructífero para la carrera y a la larga dejar cosas buenas.
-       ¿Tuvo su época de inflexibilidad y ahora es más flexible que antes?
-       (risas) Creo que los años te van haciendo más flexible. Dicen que el tiempo todo lo vence y así ha sido también en mi caso. Sí, sin duda, vas madurando como actor y como persona, al final vas viendo que no pasa nada, que ¿cuál es el problema?, y que todo es parte del disfrute tanto de la vida como de lo que hacemos. Uf, poderse relajar frente a todo…es bueno…qué maravilla…
-       ¿Hubo momentos en su vida que se vio obligada a ser La Actriz frente a sí misma?
-       Sí, sobre todo cuando era más joven. No sé cómo llamarlo, pero es una especie de responsabilidad, de anhelo, de expectativa frente a ti misma en donde necesitas probarte ciertas cosas, o según tú te las estás probando, porque al fin y al cabo todo es un poco ilusorio. Creo que el tiempo es la mejor cosa para que vayas dejando de lado las falsas expectativas, las imágenes falsas de ti con respecto a lo que haces.
-        Bueno, la maternidad también lo debe de haber relativizado todo…
-       ¡Eso sí! Un hijo mueve todo tu universo y te relajas o te relajas. Todas las cosas adquieren un nuevo significado cuando te conviertes en madre, está bueno. Mi hijo tiene unos ojos hermosos, todo el mundo le dice: ¡Qué ojos!
-       ¿Y se maneja bien con el trabajo, con el hijo?
-       Bueno, requiere su esfuerzo. Hay que buscar un espacio grande para la organización, no es tan fácil como todo el mundo cree. La actuación es un oficio súper demandante y si, además, quieres ser buena madre y estar presente para cuando tu hijo te necesite, las cosas se complican un poco. De todos modos pienso que un niño crece bien cuando ve a sus padres estar satisfechos con lo que hacen, realizados profesionalmente, contentos…, eso también aporta para su crecimiento.
-       ¿Tiene miedos?
-       Sí, muchos. Trato de no enfocarme demasiado en mis temores; pienso que no hay una guía infalible que te enseñe a ser madre o padre, es algo que vas aprendiendo. En ese sentido no hay nada como confiar en que estás haciendo tu mejor esfuerzo y que no pasa nada si te equivocas de vez en cuando.
-       ¿Y ser madre en este México tan convulsionado?
-       Pienso mucho en eso y lo único que me pasa al respecto es que me florecen las ganas de trabajar para que las cosas cambien. Leo el periódico y me pregunto en qué momento perdimos el rumbo, de manera tan brutal además. ¿Cómo recuperarlo? ¿Cómo acercarnos a eso que todos queremos de nuestro país? No lo sé, creo que debemos trabajar todos desde nuestras respectivas trincheras y hacer cosas en los espacios que nos mueven, que nos importan.
-       ¿Se iría a vivir al extranjero?
-       No sé. Tal vez sí. Si surgiera la oportunidad, seguro, pero siempre con miras de volver. México es un país que me fascina, me apasiona. Estar aquí (N.d.R: la entrevista se llevó a cabo en Oaxaca) y mirar esta ciudad. Lo primero que hice al bajar del avión fue sentarme en la banqueta a tomar un café y sentirme orgullosa de ser mexicana, que es lo que produce Oaxaca.
Un rol histórico
Cecilia Suárez, nacida el 22 de noviembre de 1971, personificará a Antonieta Rivas Mercado, la escritora y bailarina que fue precursora del feminismo en México, mecenas de poetas extraordinarios como Salvador Novo y Xavier Villaurrutia, amante del maestro de maestros José Vasconcelos, con cuya pistola se suicidó en la catedral parisina de Notre Dame.
Con este papel en la telenovela de Televisa que producirá Carla Estrada, “Ceci” regresa a la televisión abierta, en un rol histórico de enorme exigencia (en las redes sociales, por ejemplo, se ha empezado a cuestionar la edad de la actriz, de casi 40 años, mucho más grande que Antonieta, quien tenía 31 cuando murió).
La telenovela será una adaptación del libro A la sombra del ángel, escrito por la nuera de Rivas Mercado, Katherine S.Blair.
“En algunas cosas hay similitudes y en otras espero que haya diferencias, porque Antonieta Rivas Mercado tuvo una vida muy trágica y ese no ha sido mi caso”, dice Suárez, al tiempo que despliega su convicción de que el personaje que le tocará encarnar “fue una mujer muy adelantada a su época, sin duda apasionante, alguien que supo mantener su lugar contra viento y marea, sin importarle lo que dijeran los demás, que fue una adoradora absoluta de los artistas mexicanos y que amó este país como nadie”.
-       ¿Fue Antonieta Rivas Mercado la que la hizo volver a la televisión?
-       No precisamente. Yo regresé a la tele con Capadocia, hacía siete años que no participaba en un proyecto televisivo y fue Epigmenio Ibarra el que me ofreció ese papel en la serie que tantas satisfacciones me ha dado. Estoy más que agradecida con Epigmenio, con Argos, con HBO y con los guiones que escribieron para mí.
-       ¿En qué momento se tuerce la vida de una persona como para terminar sus días en una cárcel? ¿Pensó en ello mientras hacía Capadocia?
-       Sí, pero más lo pensé cuando hacía Mujeres asesinas, porque se trata de mujeres que no tienen el perfil de homicidas, cruzan la frontera y pasan a ser alguien muy distinto. Ese cambio me parecía mucho más violento que lo que hallábamos en la investigación hecha para Capadocia. Más bien la reflexión a la que me llevó Capadocia es que las mujeres que viven en el encierro, que es una de las situaciones más duras que probablemente podamos pasar en la vida, deciden seguir adelante y plantear lucha a su circunstancia. Eso es verdaderamente admirable. Me interesaba mucho, además, dignificar ese viaje que ellas hacen por la oscuridad y destacar la valentía, la entereza, el corazón con el que abordan su tránsito por la existencia.
-       ¿Qué cosas le han pasado a usted en la vida que no esperaba?
-       Todo. (risas) No es como que ande premeditando mucho. De entrada, dedicarme a la actuación fue algo que entró en mi vida sin permiso y ahora es una cosa que no puedo parar de hacer. Tampoco preví la manera en que mi oficio iba a determinar el resto de las cosas que me sucedieron…eso es muy curioso. La gente que conoces en esta profesión, los lugares a los que viajas, los temas en los que te adentras a raíz de los personajes que tienes que encarnar…
-       Como la pregunta que hace James Lipton en su programa del Actor Studio, ¿qué otra profesión le hubiera gustado intentar?
-       Todavía lo pienso. No sé si soy de esos actores que quisiera seguir como actor hasta los ochenta y tantos… Creo que tendría que ser algo relacionado con las plantas…
-       ¿Tiene mano verde?
-       ¡Sí! Las plantas se me dan muy bien; las limpio, las corto, las riego, les busco su lugar…Ahora también estoy entrenando a actores más jóvenes y me gusta mucho. Gozo viendo al otro mientras construye su personaje, notar su excitación conforme va descubriéndole cosas, cuando ves esos veinte que caen y su cara se ilumina, te emociona tanto, es algo muy bonito.
Mejor reina en casa que sirvienta en casa ajena
Dice Cecilia Suárez que no le ha llegado todavía el papel con el que soñaba y que los mejores personajes son aquellos que están escondidos en la sombra del futuro.
“Hice cosas que quiero mucho, papeles que guardo en mi corazón, que fueron importantes para mí y que me hicieron lo que soy, pero lo mejor está por venir”, asegura.
-       ¿Y cómo es ser actriz en México? Hubo un tiempo en que los mejores papeles eran para los hombres…
-       Así es todavía. Ya ni cuenta me doy, pero supongo que ser actriz en México tiene su dificultad. Lo que pasa es que ya no me importa. Todavía siguen de moda los actores, este es un país de machos, pero mientras menos lo pienses mejor te va. Somos lo que somos y eso lo sabemos. Este es un país que le falta mucho por andar en el terreno de la equidad.
-       No la imagino a usted buscando el papel de sirvienta en la última película de Adam Sandler…y muchos dirán, ¿quién se cree que es?
-       No lo dirán, lo dicen, que no te quepa la menor duda. No sé si es arrogancia lo mío, pero supongo que tiene que ver con el orgullo de lo que soy. En ese sentido, es verdad que mi ruta en Estados Unidos se fue haciendo cada vez más angosta. Cada vez me quedaba más claro que yo no quería ser la sexy bombón del protagonista, ni ser la tontita latina que no entiende nada, cuando ya se tomó todo el viaje de ir hasta allá y ahora resulta que no entiende nada, ¡por favor!, los inmigrantes son personas que han vivido lo innombrable, como para encima ser tratados en el cine con una visión tan chata. Había papeles, por ejemplo, que durante la Guerra de Irak o de Afganistán glorificaban al ejército estadounidense y yo no los iba a hacer. Pedí amablemente que no me mandaran papeles en tal sentido y tuve suerte porque me respetaron.
Cecilia Suárez trabajó para Hollywood en películas como Spanglish, de 2004 y The air I breathe, con Kevin Bacon y Andy García, en 2007. También tuvo un papel en un episodio de la serie Boston Legal.
-       ¿El camino de Hollywood es un camino abierto?
-       No, cada vez lo veo menos probable. Sé lo que implica ese camino. Tienes que tener mucho tiempo para picar esa piedra y yo ya no tengo tanto tiempo. Tengo más ganas de encarar roles donde realmente pueda hincar el diente en profundidad, que optar por un papel superficial con tal de salir al lado de una estrella hollywoodense. Eso no me prende. Ya pasó ese momento para mí. Ya no estoy tan chavita, ¿no?
-       ¿Le preocupa su aspecto físico, la arruguita que aparece de repente?
-       Y sí, ahora me va a empezar a preocupar. Pero desde ya te digo que ni loca me opero. Me rehúso. Además, si hubiera sido por operarme lo habría mucho antes. Por empezar, me hubiera operado las bubis, que era algo que me sugirieron en la televisión y siempre me resistí. Aviso que no pienso siquiera inyectarme bótox, a pesar de que hay actrices mucho más jóvenes que yo que lo hacen.
-       ¿Consulta con alguien los avatares de su carrera?
-       ¡No, qué va! Lo que hago es leer mucho. Si empiezo a dudar demasiado, lo descarto, porque tantas dudas significan que la cosa no va a funcionar. Cuando los proyectos tienen que ser, el sí es casi inmediato.
-       ¿Con qué director mexicano le gustaría volver a trabajar?
-       Con Luis Estrada, con Antonio Serrano, con Ernesto Contreras (Párpados azules)…
-       Bueno, pero Ernesto luego no la deja ni hablar…
-       (risas), es verdad, luego me tiene callada todo el tiempo…

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