viernes, 19 de enero de 2007

Astor



Mi amor
cuando olías la tierra de las macetas
cuando dormías directamente arriba de las plantas
y nos mirabas desde tu limbo con ese desparpajo e indiferencia que nos derretía
cuando te llamábamos y corrías a nuestra falda como si fueras un perrito
cuando te parabas a los pies de mi cama -generalmente eran las 6 de la mañana- y maullabas con el sonido que llamé "Atún Tuny al agua". Cuando desde tu tamaño de pelota de tenis mirabas azorado al gigante de Tobías, como diciendo: ¡qué tonto puede ser un perro!
Aquel día que con Gabriel y Carlos te trajimos a la oficina. Melina bajó, te tomó en brazos y fuiste de ella para siempre. Cuando te enojabas porque Meli se ponía perfume, cuando corrías por la casa escapándose de sus carcajadas, cuando le amasabas la cabeza, cuando te escondías en tu pelo
cuando te llevamos por primera vez en vilo a la veterinaria
cuando te querías sacar a la fuerza las horribles cánulas de las patas
cuando, al fin, volviste a pedir Atún Tuny al agua.
Cuando regresaste
cuando te fuiste
cuando hace unos días ya no podías ni mirar con esos ojos tremendamente triste
cuando dejaste de dormir en la almohada
de esconderte debajo del refrigerador
adentro de la caja de galletas
de los closets
cuando te llamábamos Astor y te dabas vuelta como diciendo: No me molesten
ahora estoy dedicado a ser bello

eras solo un gatito de ocho meses
pero a menudo este universo no puede soportar tanta hermosura.

1 comentario:

Irina López dijo...

Delicado adiós.